lunes, 18 de abril de 2011

PERSENEX

¿Os acordáis del post sobre “El sexto sentido de los collies” que KIT escribió el pasado mes de enero?

Aquel post que finalizaba: “…seguro que recibís manifestaciones permanentes de nuestro sexto sentido, esa percepción especial, que aunque inexplicable, existe, y que la disfrutáis frecuentemente los que tenéis y amáis a vuestr@ collie”

Pues, bien, hoy he encontrado entre los papeles de KIT algunas cartas de personas que confirman la existencia del “sexto sentido” de los collies, al que KIT denominó como PERSENEX (Percepción Sensorial Extraordinaria). KIT sigue cuidando los cachorros y espero que no se enfade por este post. Me he leído todas las cartas y he escogido las dos cartas más “fuera de lo normal”, sin querer menospreciar las otras, que cuentan casos más “habituales”.

Natalia nos cuenta:

“… Cuando nos mudamos de casa, nuestro collie, al llegar a la casa que acabábamos de alquilar, se detuvo en el jardín y empezó a ladrar y a aullar a un punto fijo, como si en una ventana de la planta superior hubiera visto algo, y no quería entrar en la casa. Yo había oído hablar sobre un sexto sentido, un sentido que permite a algunos perros ver o percibir la presencia de seres espectrales. Como la casa era antigua, pensé que mi collie reaccionó así porque había detectado algún fantasma... “¡qué tontería!” -me dijo mi marido. Pero cuando obligué a entrar a mi collie en la casa y subimos al primer piso, se detuvo delante de una puerta y se puso a aullar y ladrar. Abrí la puerta y no pude hacerle entrar dentro de la habitación. Me empezó a gruñir y se fue. De ningún modo pudimos retenerle y nunca más quiso subir al primer piso de la casa. Al cabo de dos meses nos mudamos otra vez de casa, ya que nuestro collie se mostraba huraño, nervioso y desconfiado. Hoy en día vuelve a ser el de siempre y es feliz con nosotros en el nuevo hogar…”


Así que ya sabéis, si os mudáis de casa y sentís un escalofrío por vuestra espalda, observad si vuestro collie se comporta de un modo extraño… puede que no estéis tan solos como os pensáis…

Pero la carta más dura es la de M.A., que convive con dos collies:

“Después de leer el post sobre el SEXTO SENTIDO, te envío un escrito que hice hace un tiempo, cuando estuve a punto de hacer una locura con un bote de pastillas, tras un desengaño amoroso. Mi collie tuvo un presentimiento y me salvó la vida. Ya sé que parece una tontería, pero aquel día, dentro de mí, se produjo un “crac” y aprendí una cosa más de mí misma: que soy muy débil y necesito mucho a todos mis amigos.


Es una especie de poesía, no muy buena, pero es un testimonio de lo que aquel día sentí.

Se me rompió  el alma, sin un crujido, ni siquiera un llanto o un gemido. Uno de mis collies, como siempre, estaba a mis pies, tendido.

Llegué a las puertas del infierno, llegué con el corazón partido. Quise llamar, pero me detuvo un sonido. Mi collie ya no estaba tendido, me apretaba con fuerza y cariño, me miró intensamente, y su mirada me dijo:

“¿Qué vas a hacer compañera? ¿No ves que estamos contigo? Necesitamos tu vida, tu sonrisa, tu abrigo. Yo lameré tus heridas, juntos haremos el camino. Mientras yo viva, estarás conmigo”

Y los dos collies lamieron mis heridas y me quedé con mis amigos y he vuelto a sonreír y ellos conmigo.

Vuelvo a ser feliz gracias a todos mis amigos, pero, sobre todo, porque un día uno de mis collies fue más sabio que yo y supo hacia donde me dirigía...”



jueves, 7 de abril de 2011

IN MEMORIAM APOLLO BLUE

Hoy cedo el espacio de este post a un humano muy humano, que el pasado mes de marzo perdió a su amigo, un collie al que llamaba PELONCHO y a quien quiere rendir un pequeño homenaje salido del alma…

El mejor amigo que siempre quise tener y la sombra inseparable de mi ser


IN MEMORIAM APOLLO BLUE “PELONCHO”

Su luz se ha extinguido hace poco, pero como aquellas estrellas que vemos en el cielo límpido del invierno, aún sigue brillando en  mi corazón.  Sé que lo hará mientras el músculo siga latiendo, pues hay sentimientos que por  indelebles la fuerza del tiempo no mella ni borra jamás. Creo con sinceridad que los luceros más brillantes que hay en el cielo brillan con tanta fuerza que apagan a las otras estrellas; puede que su fulgor sea fugaz y que cuando uno comienza a quererlas, y las ama, entonces se pierden en la negrura de la noche y se van.

Era invierno de aquel año, un mes después del eclipse parcial de luna que vimos tan intensamente en el cielo que se prepara ya para el invierno; dos días después de la luna llena y anteúltima de un año muy especial: 2005. El de su nacimiento. Nunca conocí al mago que predijo cual iba a ser su estrella, pero si está por ahí, puedo decirle sin pena que se equivocó. Él, cuyo nombre siempre me recordará a las lejanas playas de Troya que miran al monte Ida, fue aún más grande que todos los augurios juntos. Yo por entonces ni siquiera sabía que su estela fulminaría la mía; ni que un día cualquiera del mes en el cual las hojas tiñen de ocre y de fuego el bosque de su tierra, conquistaría mi corazón, pero así fue.


Los primeros juegos de su infancia

Yo, que me perdí los primeros juegos de su infancia, que no observé cómo su manto fue  tomando la forma de un bello acorazado en el mar estival, con sus grises, sus dorados y sus blancos. Yo, que no pude arrojarle la pelota o el palo para jugar en la tierna adolescencia, cuando el deseo inunda la primavera de su ser. Yo que llegué tarde a su vida, puedo decir que lo amé, como aman las olas la cornisa de las rocas. Lo amé como los lobos aman a la luna que llena el cielo del atardecer.

Y digo que, con todo lo que le quise, no le amé ni tan siquiera un ápice de lo que él me quiso a mí, pues amigos, quién ha conocido el íntegro amor de un Collie sabe que el amor que profesa el hombre es tan solo una gota de agua en la inmensidad de la mar.
Él fue quien me enseñó a mí la vida y no al revés; él fue mi modelo y mi guía; el norte de mi mapa, el adalid de mis justas. Me enseñó a olvidar las afrentas y a valorar los afectos por encima de todas las cosas. Me hizo darme cuenta que  el paseo ordinario de una tarde cualquiera, encierra en esencia la vida. Que las calles imprecisas de los días de lluvia son un mapa de olores desconocido para el hombre. Me enseño la diferencia, para que observara mejor lo que vale la pena en la vida .

Protector de los lares de mi casa, heraldo alegre de sus visitantes, embajador entusiasta de mi persona, en todos los paseos del mundo. Él era así: un gigante de melena azulada, un corazón tan grande que su pecho no abarcaba, un ser tan noble como el sentido de la antigua usanza. El mejor amigo que siempre quise tener y la sombra inseparable de mi ser.

Pasados dos días  de los Idus de Marzo de este año maldito, aún cuando todos los augures de nuestro futuro eran favorables, se fue de mi vida con una sonrisa. No hay suficientes palabras en el mundo de los hombres para describir de la belleza de su alma, pero, por si acaso, escribo éstas en su nombre: Apollo “Peloncho” Blue de Cal Farré, porque te quiero, te quise y siempre te querré.

Por el lobo que camina.