miércoles, 29 de julio de 2009

HA MUERTO MI MEJOR AMIGA

Cuando un collie se va, se va algo más que un amigo...

Hoy en casa hay tristeza y lágrimas. Nuestra familia hemos sufrido un durísimo golpe. Ha muerto mi mejor amiga. DIA nos ha dejado con apenas 14 meses, toda una vida por delante. Una larga enfermedad ha acabado con su alegría de vivir y con muchas ilusiones. Dicen que es la vida, pero esto no es justo. Dicen que estamos de paso, pero me parece que es muy pronto para un ser tan angelical y bueno como DIA.

Aquí estamos las dos galopando, llenas de vitalidad

Hoy sus ojos se han cerrado para siempre. Y no es así como DIA hubiera querido irse: llena de medicamentos, acribillada de inyecciones, con tubos en las venas. Mi familia lo ha hecho por amor, claro. Ellos no saben lo último que me dijo DIA antes de ingresar en la Clínica hace una semana:

- No quiero que me mantengan con vida artificialmente. Aunque soy muy joven, sé lo que viene después. Cuando un collie termina de vivir su vida, si ha sido bueno, pasa a reencarnarse como humano. Siempre me sentí casi humana. Siempre supe que en mi hay algo que me hace diferente de los demás perros. Sí, estoy metida en un cuerpo canino, pero no es más que un bonito envoltorio. Lo importante es lo que está dentro. El alma. Y mi alma es muy humana.
Mi hora está cerca y yo he sido muy buena. Pocos meses, pero muy intensos. Ahora estoy preparada para convertirme en "mujer".

DIA creía en la reencarnación. Siempre me decía que el Puente del Arco Iris está muy bien, pero que ella se había esforzado mucho para ganarse la reencarnación y volver a la tierra como "mujer" inmortal.

Yo os puedo asegurar que DIA era noble y bella, por dentro y por fuera, cariñosa y familiar, amiga de todos. Nunca estaba triste, era un himno a la alegría. Dinámica, juguetona, extrovertida. Su vida fue un amor muy grande, que estrechaba a todos en su abrazo. Se merece la reencarnación.

Y un día, en cualquier lugar, sé que me encontraré con una bella "mujer" y sólo yo sabré que es ella.
Mientras, es para mí un orgullo haberla tenido a mi lado y hoy lloro su ausencia. Aprenderé a vivir sin ella, pero la huella que dejó en mí nunca se borrará, nadie ocupará su espacio.
¡Cuánto te quiero, amiga!
¡Cuánto te echo de menos!
Vuelve pronto, DIA, que el mundo necesita "mujeres" como tú.

El mes de diciembre descubrimos juntas la nieve

Nuestras últimas fotos el mes de abril, poco antes de ponerse enferma

jueves, 23 de julio de 2009

MIEDO A LOS COHETES

Se acerca la época del año, agosto-septiembre, en la que se celebran la mayor parte de las fiestas mayores en las barriadas y los pueblos de España. Y para nosotros, los perros, se renueva un grave problema: el miedo o la fobia a los cohetes y petardos.

En el post anterior pudimos constatar la angustia de toda una familia por la reacción que tuvo Yanko tras el lanzamiento de un cohete.

Han pasado ya once días desde la “aventura” de Yanko en el mar y en los pueblos de la Ría de Vigo todavía se preguntan cómo pudo un collie atreverse a pasar de una orilla a otra.

Un día "normal" de Yanko en la Ría de Vigo

Hoy, Yanko, totalmente recuperado, nos cuenta su historia.

“El pasado domingo, 12 de junio, lo recordaré como uno de los peores de mi vida. Estaba paseando con mi familia por la playa, como todos los fines de semana, cuando, de repente, el ruido de un cohete de una fiesta vecina sacudió con fuerza mi cerebro y salí desbocado, sin control.
Me ocurrió algo. No sé qué. Me sentí atacado, acorralado. Y entonces sentí un impulso incontenible de correr, de escapar. De modo que corrí.
Corrí 6, 7, 8 km. El lugar era muy conocido para mí. Demasiado fácil. Necesitaba regresar al salvajismo. La cabeza me estallaba. ¡Necesitaba hacer algo! Necesitaba sentirme a mi mismo, entenderme a mí y entender este mundo horrible en el que estamos atrapados. Necesitaba hacer cuanto podía por aplastar aquello que me atacaba y agredía a mi manera de vivir. Así que me detuve. Estaba en la playa de Samil. Miré a lo lejos, al otro lado de la Ría, y me dije: allá hay tierra, naturaleza salvaje... y me lancé al agua.


Nadé y nadé como nunca lo había hecho. Después de más de dos horas en el agua, mi cabeza se tranquilizó. Sentí cansancio, frío. Volvía a ser yo. ¿Dónde estoy? ¿Qué estoy haciendo en el mar? Estaba agarrotado, mis ojos irritados, el hocico lleno de sal. Y tenía sed, mucha sed. Alcé la cabeza. Volví la vista atrás y vi la inconfundible playa de arena blanca y fina de Samil, la mayor playa de la Ría de Vigo. Estaba muy lejos para regresar. Delante, bastante más cerca, tenía Cangas, un pequeño paraíso, en el que el mar y la montaña se funden para el deleite de los sentidos. Pero todos mis sentidos se estaban agotando. No podía más. Los collies podemos aguantar mucho corriendo, pero no estamos hechos para nadar. Esto es el fin. ¡No! ¡No!. No puedo salir así de la vida de Trini. Es mi chica. Luchó mucho para conseguirme y no está preparada para estar sin mi. No puede ser mi hora. Toda mi familia me quieren mucho. No puedo fallarles.

La playa de Samil, por donde Yanko entró en el mar

La vista de Cangas que Yanko vio desde el mar

De pronto oí el motor de una lancha que venía hacia mi. Gasté mis últimas fuerzas para elevarme y que me vieran. Pero no. Tragué mucha agua y casi me atropellan. Esto se acaba...

De repente, oí el grito de una niña, que iba en la proa:

- ¡Papá!, ¡Papá!, da la vuelta. Allá he visto algo que se mueve.

Se acercaron despacio.

- Es un perro y parece que aún está vivo. Vamos a subirlo.
- ¡Papá! ¡Es Lassie!
- Con cuidado. Trae toallas para secarlo y limpiarlo.
- Está muy mal.
- Hemos de regresar de inmediato. Voy a llamar a la Policía de Cangas.


Tosí y vomité agua. La niña me secó un poco y me limpió. Tenía las fosas nasales llenas de sal. Y los ojos me picaban. Tenía frío. Mis patas estaban agarrotadas y no podía moverme. Me quedé estirado en el regazo de la niña. Sus caricias fueron para mí un masaje revitalizante.

- Papá, nos lo podemos quedar.
- No, hija. Debe llevar un microchip y podrán localizar a sus dueños.

Llegamos al puerto de Cangas y ya estaba esperando la Policía. Era domingo y no habían encontrado ningún veterinario. Habían avisado a la Protectora del Morrazo y llegó Lela, su presidenta. Me cogieron en brazos y me pusieron en el coche de Lela. La niña me abrazó y yo le lamí la cara, agradecido. Su padre, su madre y su hermano me rascaron la cabeza, como despedida. Yo apenas pude mover la cola, pero nunca los olvidaré.

Lela no me llevó al Refugio, sino a su casa. Enseguida me di cuenta que era una persona especial, muy sensible y cariñosa.
- Después de lo que has pasado –me dijo, no puedo dejarte allá arriba, en el Refugio, para aumentar más tu pena. Estás aún muy asustado y en mi casa estarás mejor.

Cuando llegamos a su casa, me cogió con suavidad y me dejó en el suelo, en el garaje. Me dieron comida, pero no comí. Me dieron agua y bebí. Bebí mucho. Allí estuve estirado un rato, respirando aún con dificultad. Lela dejó entrar a uno de sus perros para que me hiciera compañía.

Me dolían todos los huesos. Esa noche apenas dormí. La pasé inmóvil, estirado en el suelo, con los ojos abiertos y la mirada perdida. Por mi mente fueron desfilando los grandes momentos de mi vida junto a Trini y su familia. ¿Los volvería a ver? ¿Podría volver a jugar con Rudy, Kenia y Dora?...

Trini pasó la noche como yo, sin poder dormir y muy preocupada sin saber nada de mi. Dio la alarma por todos los pueblos de la ribera de la Ría.

Por la mañana, Lela avisó a un veterinario para que trajera el lector de chips. Yo ya empecé a mover mis patas y alegrarme un poco. Sabía que el pitido del lector al identificar mi microchip, me iba a poner en contacto con Trini y acabaría con su angustia y con la mía.

Efectivamente, localizaron a Trini y vino a recogerme. Me miró con cara de incredulidad y se puso a llorar. Me abrazó. Yo también me puse a llorar y me frotaba contra ella como un niño. La alegría de verla me hizo olvidar el dolor, el cansancio, el sueño, el hambre...

Al llegar a casa comí y dormí y procuré comportarme como siempre. Pero en mi interior siento una gran pena y no sé hasta qué punto soy culpable de lo sucedido. ¿Volveré a perder el control, a sentir pánico, terror, cuando mis oídos se estremezcan ante un cohete, un petardo, un trueno o un tiro?”

El miedo es una respuesta natural que presenta cualquier animal, incluidos los humanos, ante un estímulo nocivo o peligroso. Si ese estímulo es un cohete, un petardo, un trueno o un tiro, nos afecta muchísimo por esa fina sensibilidad que dicen los expertos que tenemos los collies en los oídos.

A mí no me gustan esos impactantes métodos de diversión humana. Algunos collies viven en un estado de miedo continuo en estas épocas festivas y se producen una serie de reacciones que pueden ir desde hacer sus necesidades en el interior de la casa por miedo a salir a la calle, hasta soltarse de la correa durante un paseo si suena cerca algún petardo, con el consiguiente riesgo de desaparición, el peligro de atropello o de provocar un accidente de circulación grave.
Si, además de esta tendencia natural que tenemos los collies a temer a los ruidos fuertes, se dan otra serie de circunstancias como una falta de hábito a este tipo de ruidos, una predisposición individual especial, o una exposición a los cohetes demasiado frecuente y a una intensidad muy elevada, que nos genere una experiencia muy negativa, tenemos los ingredientes necesarios para que se produzca la fobia.

Las posibles soluciones a estos problemas de miedo son complicadas. Habría que empezar desde la edad de cachorro con una socialización adecuada hacia los petardos y ruidos similares y evitar experiencias traumáticas severas. Los collies que de cachorros han tenido una sola experiencia muy negativa con los petardos o cohetes, pueden adquirir una fobia que perdure el resto de su vida y sea muy difícil de corregir posteriormente.

Actualmente existen diferentes posibilidades de tratamiento que suelen combinar la utilización de medicación con la realización de ejercicios de modificación de conducta.

Muchas personas no quieren los tranquilizantes para sus perros por sus efectos colaterales. En el caso de utilizar sedantes, se aconseja consultar con un veterinario la medicación y la dosificación correspondiente.
Yo sólo los usaría si no queda más remedio, pero prefiero las Flores de Bach o productos homeopáticos, que funcionan muy bien en estos casos. Aunque la solución mágica no existe.

En cuanto a las terapias de modificación de conducta como “desensibililización” y “contracondicionamiento”, deben ser enseñadas por un especialista en conductismo animal y hay que tener una gran paciencia porque es un proceso largo, que puede durar semanas o meses.

Últimamente se está utilizando la técnica de la “Feromonoterpia”. En este caso se puede usar la feromona apaciguadora canina, una feromona sintética en forma de difusor, que se pone en el lugar donde descansa habitualmente el perro y puede aportar un efecto tranquilizador.

Pero la solución a los miedos y fobias sigue siendo muy compleja. No todos los perros son iguales, ni todos tienen el mismo problema. Cada uno ha de conocer muy bien a su collie y detectar si el miedo a los cohetes es genético o adquirido. Y cada uno se ha de conocer también a sí mismo y saber controlarse. ¿Y si resulta que el miedo que tiene tu collie se lo provocas tú, inconscientemente, con tu inseguridad, tus dudas, tu pesimismo, tu indisciplina o tu ignorancia?

martes, 14 de julio de 2009

YANKO, LOS COHETES Y EL MAR

El pasado domingo día 12, a las 19:04 h. recibimos el siguiente mensaje:

“Hoy he perdido a YANKO a causa de los cohetes, ya que se asustó y ha echado a correr”

Golden Yanko de Cal Farré es un collie macho de 2 años, hijo de Nut (como yo) y de Enate. Vive en Vigo (Pontevedra).

Mi familia se puso rápidamente en contacto con Trini:

- Yanko se asustó por los cohetes de la fiesta de Alcabre y se escapó, después de romper la correa extensible, en dirección a Samil, que fue el ultimo lugar donde lo vieron. Estamos pateando toda la zona y más...., vamos a pegar carteles y ya hemos llamado a la Policía, Cruz Roja, Protectora, Limpieza de playas...
- Tranquila, ya verás como aparece.
- No sé, estoy desesperada. Yanko corre mucho y vete a saber hasta donde ha ido. Le ha podido pasar cualquier cosa o que alguien se lo quede.
- No pierdas la esperanza. También lo puede encontrar buena gente.

Ayer, lunes día 13, a las 22:17 h., recibimos el mensaje más esperado por todos:

“Recuperado Yanko”
Yanko y Trini
Trini, exultante y feliz, nos escribía:

“Ayer Yanko se asustó tanto que se tiró al mar y nadó sin rumbo hasta que lo encontró una lancha de recreo cerca de Cangas, a la altura de Masso, semiahogado. Llamaron a la policía y lo llevaron a la Protectora del Morrazo. Doy muchísimas gracias a Lela, su presidenta, que se ha puesto en contacto conmigo y me lo ha devuelto sano y salvo.
Yo ya había perdido la esperanza de encontrarlo. Yanko es muy dulce y muy bueno. Vuelvo a ser feliz.
No hagáis como yo si algún día os veis en esta tesitura (Dios no lo quiera). No perdáis la esperanza y haced todo lo posible por recuperarlo, porque siempre habrá gente buena como Lela y la gente de la lancha de recreo, que os lo devuelva...
Muchísimas gracias también a dos de mis mejores amigas, Laura y Conchi, que no me dejaron en tan difícil momento y muchas gracias también a sus amigos y conocidos que han hecho todo lo posible e imposible para que Yanko apareciese. Gracias a todos de todo corazón. Un beso.”

Desde cachorro, Trini había acostumbrado a Yanko a nadar en el mar. Y tras el susto y el pánico del cohete, cansado de correr por tierra firme, se lanzó precisamente al agua del mar, que yo tanto temo. Los collies tenemos mucho aguante, pero atravesar la Ría de Vigo me parece una locura.

Yanko 3 meses

Yanko 5 meses

Yanko 1 año

La historia de mi hermano Yanko ha tenido un final feliz, pero el miedo a los cohetes, petardos, truenos, tiros, etc. ha significado la muerte de muchos perros.

El miedo a ese tipo de ruidos suele ser habitual entre los collies, en mayor o menor medida. En casa hay quien pasa olímpicamente y quien se muere de miedo, cada uno es como es.

Algunos collies pueden reaccionar de manera imprevisible. Los cohetes generan un estrés muy grande que provoca un estado de terror que los lleva a tirarse contra puertas y vidrios o a ladrar furiosamente a los ruidos y llegan a sufrir ataques de pánico que los llevan a huir de sus hogares o incluso a reaccionar de forma violenta contra las personas o arrojarse de los balcones.

Aunque todos los animales somos sensibles a los ruidos fuertes, los perros somos los más afectados debido a nuestro delicado sistema auditivo, cuatro veces más potente que el del ser humano.

¿Qué hacer en situaciones como éstas? ¿Hay alguna solución?

jueves, 2 de julio de 2009

LA CRISIS TAMBIÉN NOS AFECTA A LOS COLLIES

La crisis, nos guste o no, se ha hecho presente en todos los ámbitos. Aunque yo pienso que sí, que hay una crisis real, palpable, pero también una crisis “exagerada”, de “miedo”, de “comida de coco”... Sea como sea, los collies, como integrantes de una familia humana, también “sufrimos” esta crisis.

Entre las cartas que recibo, he seleccionado una para ilustrar este post. Es una situación real, que transcribo con permiso de los protagonistas. A petición de ellos, he cambiado los nombres para preservar su intimidad.

Querida LLUM:
Mi nombre es SAM. Tú a mi no me conoces, pero sí conoces a mis padres, que viven en tu casa. Soy un collie de tres años y vivo con Carlos y Yolanda. Ellos tienen una hija, Sonia, que el año pasado se casó y ya no vive con nosotros.

Cuando Sonia se independizó, Yolanda se puso a trabajar de dependienta. Pero a los 4 meses la echaron fuera. “Por la crisis” – le dijeron.

Hace unos meses, Carlos llegó a casa muy nervioso y preocupado. Le contó a Yolanda que había problemas en el trabajo. Él es un técnico cualificado de una empresa de automoción. Oí que hablaba de prejubilaciones, comités, asambleas, ERO... Un lenguaje que no acabé de comprender.

En el pequeño parque dónde voy a correr, últimamente somos menos perros. Mi amiga Dakota, una golden muy bonita, hace tiempo que no la veo. A Dyk, el pastor alemán de César, tampoco. Ni al divertido mestizo Tom, ni a la bella husky Blanca...

De regreso a casa con Yolanda, nos encontramos con Paco.
- Paco, cuanto tiempo sin verte.
- Hola Yolanda. Las cosas no nos van bien. Hemos tenido que cerrar la Inmobiliaria. ¿Cómo está Carlos?
- Muy preocupado. La empresa no funciona y van a hacer reducción de personal. Y a mí me despidieron de la tienda.
- ¡Jo!, lo siento mucho.
- No te vemos por el parque, ¿le ha pasado algo a Dakota?
- Nos hemos tenido que deshacer de ella...
- “¿Qué?" -he gritado, "¿deshacer?...” -me he contenido para no clavarle mis colmillos en la pierna. Sí, LLUM, ya sé que los collies nos hemos de comportar...
- Pero ¿cómo habéis podido?
- Una chica del pueblo de mi mujer se la quedó. Al menos la podremos ver de vez en cuando.
- Yo no podría hacer eso con Sam.
- “Gracias Yolanda, te quiero”.
- Peor es abandonarlo o dejarlo en una protectora, como hizo César con Dyk.

Bimba y Pau

A la semana siguiente echaron a Carlos de la empresa, después de 26 años trabajando con ellos. Le pagaron una buena indemnización, pero insuficiente para pagar la hipoteca de la casa.

Después de mucho tiempo dándole vueltas al asunto, Carlos vendió nuestra casa. Los números no cuadraban. Nos íbamos a quedar sin dinero. A Carlos no le quedó otro remedio. La remodelada casa, la casa de su vida, estaba muy céntrica y pudo venderla bien.

Contrató un camión de mudanzas y llamó a sus amigos. Y un fin de semana trasladamos todas nuestras pertenencias de nuestra casa del centro de la ciudad a un pequeño apartamento de un dormitorio en el Cinturón.

Yo amaba nuestra vieja casa. Sé que no era muy grande y el patio era un poco pequeño como para correr. Y a veces, el ruido de los coches en la calle era muy intenso. Pero yo le había tomado cariño a mi lugar en el suelo de madera de la sala de estar, que era muy agradable en invierno, cuando el sol entraba por la ventana. Cuando Carlos y Yolanda estaban en el trabajo, yo solía salir al porche trasero. Cuando se trataba de un día frío y húmedo, me quedaba allí, oliendo la lluvia y mirando el movimiento de las ramas de los árboles.

Pero eso se terminó. Se fue. Hace unos dos meses que paso mis días en un diminuto apartamento de alquiler. Y yo que creía que nuestra casa era pequeña...

Así y todo, trato de encontrarle el lado bueno. Me meto en el espacio que queda entre el brazo del sofá y la puerta de vidrio corrediza que da al balcón, tan pequeño que casi no es digno de ese nombre. Y si me encajo de la manera adecuada, puedo ver más allá del edificio que tenemos enfrente y contemplar la Torre del reloj, viendo pasar las horas.

He hecho otros amigos en la nueva zona donde me sacan a pasear. Pero no puedo dejar de pensar en Dakota, Dyk, Tom, Blanca... ¿qué habrá sido de ellos? ¿De qué manera se habrán “deshecho” de ellos sus familias?...

Mi familia están muy tristes y desanimados. Están buscando trabajo por todas partes. Ayer por la noche, cuando Yolanda ya se había ido a la cama, Carlos, tomándose la cabeza con las manos, se quedó sentado en la oscuridad del comedor, apenas alumbrado por las farolas de la calle.

- No puedo –dijo. No puedo más.

Alcé la vista. Me hablaba a mí. Me miraba.

- Tal vez no pueda ni hacerme cargo de ti, Sam.

¡Dios, cuánto deseé poder hablar! Y tener pulgares. Lo habría agarrado del cuello de la camisa. Lo hubiese acercado a mí, tanto como para que sintiera mi aliento en su piel, y le habría dicho: “Sólo es una crisis. Algo pasajero. Tú eres el que me enseñó que nunca hay que darse por vencido. Tú me enseñaste que surgen nuevas oportunidades para los que están preparados, los que están listos. ¡Debes conservar la fe!”
Pero no podía decírselo. Sólo podía mirarlo. Él no había oído ni una sola de mis palabras. Porque soy un perro. Así que volvió a cubrirse la cara con las manos y se quedó allí sentado.

Tú ya sabes, LLUM, que una de las virtudes de los collies es nuestra capacidad de adaptación a cualquier situación y lugar. Ahora estamos en crisis y ya me he reciclado. Procuro molestar lo mínimo porque el apartamento es muy pequeño. También como menos para no gastar. No creo que se “deshagan” de mi. Nos amamos demasiado. Y tengo fe. Soy positivo y ya vendrán tiempos mejores.

Muchos achuchones para ti y tu manada,

SAM


Estoy segura que la crisis pasará pronto y todo mejorará. Pero no puedo dejar de pensar en las palabras que oyó Sam:

- Nos hemos tenido que deshacer de ella..

Me entristece mucho pensar en todos los perros que han podido ser abandonados por culpa de la crisis...

Ánimo para Carlos y para todas las personas que pasáis por una situación similar. L@s collies somos fuertes y aguantamos lo que nos echen. Sabed que, más que los bienes materiales que tenéis o no tenéis, más que el confort que nos aseguráis o no nos podéis ofrecer, lo que más apreciamos de vosotros es la caricia amistosa de vuestra mano, vuestra mirada confiada o vuestra simple compañía. Y esto no cuesta dinero.