domingo, 14 de febrero de 2016

ENTRE “E-BOOKS” Y LIBROS VIEJOS: DESCUBRIENDO A DARWIN

Era un día frío. Fui a visitar a Xaloc en su casa de Calonge. Estaban reunidos toda la familia y los nietos disfrutaban jugando con Xaloc.

Al caer la tarde, todos los niños fueron a la biblioteca. Era la hora en que sus padres les dejaban usar la tablet. Xaloc me contó que aquí los niños tienen un límite de 2 horas al día para usar el ordenador, los videojuegos, la tablet… y aparatos que requieren ver una pantalla. Su abuelo, médico jubilado, sostiene que “No sólo el exceso de uso puede cansar la vista, sino que se ha demostrado que disminuyen los niveles de actividad física. Y eso es muy negativo porque hay mucha obesidad infantil, y hay que recordar que los niños necesitan jugar no sólo con su mente sino también con sus cuerpos”. De activar el cuerpo de estos niños ya se había cuidado Xaloc durante todo el día…

Cuando se hizo el silencio, Xaloc me dijo: “sígueme”. Pasamos discretamente por el salón, dónde estaban los padres de los niños, unos charlando y alguno leyendo un libro de esos modernos, sin hojas, que creo que llaman “e-book”. Xaloc me hizo subir por una escalera de piedra, a la parte alta de la biblioteca, donde están los libros antiguos. Los niños quedaron en la misma biblioteca, un piso más abajo, en la parte más moderna e iluminada.


Mientras contemplaba los libros viejos y sucios de las grandes estanterías, Xaloc se subió al sillón. No era la primera vez que lo hacía. Entonces, con su pata, hizo caer encima de la mesa un libro que parecía tener muchos años de antigüedad. Me acerqué y empecé a leer el título. Se titulaba: “DARWIN, EL ORIGEN DEL HOMBRE Y LA SELECCION EN RELACION AL SEXO” (Tomo Primero).

El libro se lee fenomenal porque está lleno de información muy variada y unas ilustraciones detalladas, como haría un buen ilustrador naturalista. El problema para un collie es que no podemos pasar las hojas con los dedos y lo hemos de hacer con la lengua.

Se trata de un libro sobre la teoría de la evolución del científico y naturalista Charles Darwin. En este libro, Darwin aplica la teoría de la evolución de la selección natural a la evolución humana y aborda muchos otros aspectos sobre psicología evolutiva, ética evolutiva, etc. Pero lo que más me sorprendió son sus opiniones sobre el perro:


“Bien patente es el amor que siente el perro por su dueño. Como dice un antiguo escritor, el perro es el único ser viviente del mundo que aprecia al hombre más de lo que se aprecia a sí mismo. Aún estando en la agonía de la muerte se ha visto tener a los perros una caricia para sus amos; y bien conocido es el caso del perro sometido a vivisección que entre los dolores que padecía lamía la mano del operador...” 

“La mayor parte de las emociones más complejas son comunes en nosotros y en los animales superiores. No hay quien haya dejado de apreciar los celos del perro cuando su amo pone afecto en cualquiera otra criatura. He observado en los monos la misma particularidad. Esto demuestra que los animales no solamente aman: desean ser amados. Los animales sienten manifiestamente la emulación: les gusta la aprobación y la alabanza, en tal forma que el perro que lleva en la boca el cesto o la bandeja de su amo muestra en alto grado el orgullo y la propia satisfacción. No puede dudarse que el perro siente vergüenza, bien distinta del temor, aunque muy parecida a la timidez, cuando tiene que mendigar repetidamente su alimento.” 

“Es muy notable el hecho de que el perro, desde que se ha domesticado, ha aprendido a ladrar en cuatro o cinco diferentes tonos, si no más”. 

“El afecto de un hombre por su perro es distinto de la simpatía, como lo es también el afecto del perro por su amo”. 

¡Qué gran observador este Darwin! Pero no pudimos seguir investigando por más tiempo. Mi familia me llamaba para regresar a nuestra casa. Es una lástima porque me gusta ese ligero tufillo rancio de los libros viejos. El olor a libro viejo resulta atractivo porque me recuerda al aroma de la vainilla. Me pregunto a qué olerá un “e-book”.

Al pasar por el salón son ya varias las personas que están leyendo y yo no huelo nada, ni a libro nuevo ni a libro viejo. Todo ese componente físico que he experimentado en la biblioteca ha desaparecido con el “e-book”, el libro electrónico, que están leyendo los padres de los niños. Es un rectángulo de plástico negro y cristal, insulso y sin ningún atractivo. ¿Tan difícil es fabricar un “e-book” que desprenda ese olor a vainilla para contentar a los románticos? ¿O hacer el cristal rugoso para “sentir” pasar las hojas?

Creo que un “e-book” no tiene cabida en esta biblioteca, junto a tantos libros antiguos. Hoy he descubierto a Charles Darwin (¿estarán digitalizados los libros de Darwin para “e-book”?) y he podido constatar que una biblioteca es  un espacio mágico, lleno de historia y saber. Leer un libro es un viaje, una aventura, sumergirse en otros mundos, espiar otras historias, salir de lo cotidiano…



Ya de regreso a casa, estirada en el maletero del coche, pensando en el libro antiguo y en el “e-book”, me doy cuenta que todo está en constante cambio, incluidos algunos humanos que no son conscientes de ello, hasta que el cambio es tan evidente que ya no tienen más remedio que hacerle frente. He ido recordando a personas que se dedican a renegar del cambio, que protestan y rabian porque las cosas han dejado de ser como son. Y he recordado también a otras personas, por el contrario, que actúan como si nada hubiera cambiado, ajenas a todo cuanto ocurre a su alrededor. Cualquiera de estas dos actitudes es contraproducente, porque impiden la mejor actitud: adaptarse al cambio. Y no lo digo yo, una pobre collie, sino el personaje que hoy he descubierto en un libro antiguo, polvoriento y con olor a vainilla, Charles Darwin: “Las especies que sobreviven no son las más fuertes, ni las más rápidas, ni las más inteligentes; sino aquellas que se adaptan mejor al cambio”.