lunes, 30 de diciembre de 2013

CAMPANADAS DE MEDIANOCHE


El año 2013 se nos va. Los humanos que conozco dicen que no ha sido un buen año. Dicen que el paro sigue siendo un azote para la sociedad y que han continuado los recortes en todo lo recortable: salud, educación, ciencia, dependencia y pensiones.

No son buenos tiempos para casi nadie, pero es muy triste para un collie, que sentimos una gran debilidad por los niños, escuchar que son muchos los que lo están pasando mal. Vivo en un país del primer mundo, donde millones de niños pasan hambre y frío, y eso, señores que mandan aquí, allí, bajo cualquier sigla y en cualquier Comunidad Autónoma, es una ignominia que no debería dejarles dormir por las noches.



Pero a pesar de tanta corrupción e ineptitud de los que gobiernan este país, yo no quiero escribir un post para la desesperanza. Mi mundo, pequeño pero mío, es hoy más rico que hace un año, gracias al corazón de quienes tanto pusieron a cambio de nada.

Continúan cerca de mí los que siempre están, collies y humanos. Y se han añadido entrañables personas nuevas que me reconcilian con este mundo humano tan difícil de entender.

Porque el mundo de los humanos es injusto muchas veces, demasiadas. Pero aún así, las collies soñadoras sólo sabemos soñar y creer que la utopía es posible, aún en la mayor de las desesperanzas. Porque sin sueños la vida no tiene ningún sentido. Por ello, para el 2014, voy a hacer caso a mi abuela Jolie: Sueña lo que tú quieras soñar. Ve a donde tú quieras ir. Sé lo que tú quieras ser. Porque sólo tienes una vida y una oportunidad, para hacer todas las cosas que quieres hacer”.
 
El campanario de la iglesia del pueblo. Estas son las campanas que darán la bienvenida al 2014

Este año, para las campanadas de medianoche, abandonaré mi habitual lugar bajo el abeto y me tumbaré en medio del prado, mirando al cielo. No tomaré las doce uvas, yo contaré estrellas. Sé que habrán fuegos artificiales, pero no me impedirán seguir contando. El firmamento es muy grande y se ve desde todas partes. A través del brillo de las estrellas os envío a todos mis mejores deseos y las vibraciones más positivas para el 2014. Que seamos capaces de encontrar el camino y que no nos falte valor, corazón e inteligencia. Y cuando las campanas dejen de sonar en el campanario del pueblo, yo seguiré contando estrellas hasta el amanecer para coincidir con los collies y personas del otro lado del océano, con horario diferente. A esa hora, a algunas estrellas ya les habré puesto nombre. Buscad las que cumplan mejor vuestras expectativas: “Ilusión”, “Amor”, “Trabajo”, “Salud”, “Energía”, “Paz”, “Tolerancia”, “Alegría”, “Romanticismo”, “Libertad”, “Sueños”, “Proyectos”, “Esperanzas”, “Miradas”, “Besos”, “Sonrisas”, “Momentos”…

Por mucho que lo he intentado, mis patas no pueden sujetar la copa para brindar, pero la vida de un collie es un amor muy grande y os puedo estrechar a todos en un abrazo y desearos un Gran Año 2014




viernes, 13 de diciembre de 2013

NAVIDAD: “NO COMPRES ESE PERRO”

 


NO COMPRES ESE PERRO


No seas imbécil. Ni desaprensivo. No hagas posible que dentro de unos meses algunos te mentemos a la madre al cruzarnos con el resultado de tu indiferencia y tu estupidez. Piénsalo mucho antes de dar el paso irreversible; de complicarte una vida que luego pretenderás solucionar por el camino más fácil. Aún puedes evitarlo. Impedir que te despreciemos, e incluso despreciarte a ti mismo cuando te mires en el espejo. Ya sé, de todas formas, que el autodesprecio es relativo. Tarde o temprano, hasta con las mayores atrocidades en la mochila, siempre nos las apañamos para ingeniar coartadas, justificaciones. Conozco a pocos que, hagan lo que hagan -desde faenas elementales hasta cargarse al prójimo-, no acaben durmiendo a pierna suelta tras unos pocos ejercicios de terapia personal. Aun así, permite que te lo explique antes de que ocurra, primero, y después se te olvide. Resumiendo: intenta no convertirte, innecesariamente, en un hijo de la gran puta.

Sé que tus niños quieren un perro. Que les hace una ilusión enorme y te dan la matraca desde hace mucho. Que tu hija, por ejemplo, te hace babear cuando te abraza y pide una mascota. O que te acabas de separar de tu legítima, y crees que regalándole al crío un animal, y paseando con él los fines de semana, podrás recuperar el terreno perdido, o no perderlo en el futuro. Hay mil razones, supongo. Un montón de circunstancias por las que has pensado comprar un perro estos días, para tus hijos. O para tu mujer. Tal vez para ti mismo. Un perro en casa, por Navidad.

Déjame contarte, porque de eso sé algo. He tenido cinco perros, así que calcula. Y no hay nada en el mundo como ellos. No hay compañía más silenciosa y grata. No hay lealtad tan conmovedora como la de sus ojos atentos, sus lengüetazos y su trufa próxima y húmeda. Nada tan asombroso como la extrema perspicacia de un perro inteligente. No existe mejor alivio para la melancolía y la soledad que su compañía fiel, la seguridad de que moriría por ti, sacrificándose por una caricia o una palabra. He dicho muchas veces que ningún ser humano vale lo que un buen perro. Cuando uno de nosotros muere, no se pierde gran cosa. La vida me dio esa certeza. Pero cuando desaparece un perro noble y valiente, el mundo se torna más oscuro. Más triste y más sucio.

Es muy posible, naturalmente, que aciertes. Que, tras pensarlo bien, tomes la decisión y asumas las consecuencias con feliz resultado. Que comprar un perro para tus hijos, para tu mujer o para ti sea un acierto. Que su compañía cambie vuestra vida para bien. Que os haga más conscientes de ciertas cosas. A menudo, un perro acaba haciéndote mejor persona. Te hace sentir cosas que antes no sentías. Sin embargo, no siempre es así. Un perro en el lugar inadecuado puede volverse un drama. Una incomodidad para ti y los tuyos. Y una tragedia para él.

 
Permíteme imaginar lo que podría ocurrir. Que vayas a la tienda, elijas a un perrito delicioso, y eso te valga gritos de alegría y besos familiares. No hay nada tan simpático como un cachorrillo. Al principio todo serán incidentes graciosos y situaciones tiernas. Luego, si vives en piso pequeño o lugar inadecuado, las cosas pueden ser diferentes. Un perro exige cuidados, gastos, paseos, limpieza, comida. No aparece y desaparece cuando conviene. Es un miembro de la familia con derechos y necesidades, que exige pensar en él cuando se planean vacaciones, e incluso una simple salida al cine o a un restaurante. A eso añádele la educación. Un perro mal educado puede convertirse en una pesadilla familiar y social. Además, cada uno, como las personas, tiene su carácter. Punto de vista y maneras. Eso exige un respeto que no todos los humanos somos capaces de comprender.

A estas alturas, sabes dónde voy a parar. Si eres de esa materia miserable de la que estamos hechos buena parte de los seres humanos, acabarás abandonándolo. Un viaje en coche a un campo lejano, una gasolinera, una cuneta. Abrir la puerta para que baje y seguir tu camino, acelerando sin atender los ladridos del chucho que correrá tras el automóvil hasta quedar exhausto, desorientado, incapaz de comprender que su mundo acaba de romperse para siempre. El resto no hace falta que lo detalle, pues lo sabes de sobra: él nunca lo haría, y todo eso. Los niños preguntando dónde está el perrito, papi, y tú oyendo aún esos ladridos que dejabas atrás. Avergonzado de ti mismo, o tal vez no. Ya dije antes que un rasgo del perfecto hijo de puta es arreglárselas para que sus actos acaben por no avergonzarlo en absoluto. Así que voy a pedirte un favor. Por ti, por mí, por tus hijos. Antes de ir a la tienda de mascotas esta Navidad, mírate al espejo. Y si no te convence lo que ves, mejor les compras un peluche.

 

miércoles, 4 de diciembre de 2013

HUMANIZAR AL COLLIE


Mi hermano Ghost tiene muchas amigas y amigos humanos. Una de estas personas es María José, de quien siempre me cuenta maravillas. La conoció en Perú, aunque ahora ella se ha trasladado a vivir a Chile con JP, Ama y su collie Cocó.  Un día Ghost me dijo que leyera un comentario de María José en su Facebook:

“Veo en Cocó un amor que desborda por cada poro. Cuando me mira nos entendemos, es dulce, suave, calmada, sabia.
Cocó y yo nos fusionamos, ella es un miembro más de mi familia. No la veo como “hija”, ni “hermana de mi hija”, ella es un perro. Pero nuestras mascotas son parte de nuestra familia, otra especie, pero parte de ella y tan importantes como cualquier otro miembro. Pienso que al verla como hija, le haría mas daño que bien. Nosotros debemos entender que los collies tienen necesidades distintas a las nuestras, como salir a caminar sin importar el tamaño de nuestra casa, esto por un asunto de que ellos viven en manadas y toda manada necesita un líder. Esto a la larga les ayuda a sentir que estamos acá para cuidarlos y protegerlos. Su psicología es distinta a la nuestra, no saco nada con decirle amablemente “mi amorcito linda preciosa, no vuelva a hacer pis ahí”. Eso es humanizarla, cuando es primordial recordar que primero son perro, luego collie y después “Cocó”. Sus madres no hacen eso cuando ellos se portan mal. Pero también, al ser miembro de esta familia, le doy el mismo interés a su salud, alimentación, educación y felicidad que le dedico a cualquier otro miembro. Me doy cuenta cuando no se siente bien y vivo su malestar junto con ella, igualmente cuando ella está feliz, me hace inmensamente feliz a mi también…”



Hay personas que tienen tendencia a atribuir actitudes humanas a algunos animales. Los perros somos de los animales a quien más se nos ha humanizado y no somos seres humanos. El ver y tratar a un collie como un ser humano es uno de los errores más frecuentes que cometen las personas al relacionarse con nosotros.
Es una equivocación tratarnos como si fuéramos personas y ello podría derivar en problemas de convivencia. En muchos aspectos, tenemos necesidades distintas a las humanas. Aunque también es cierto, que en otras facetas, nos parecemos más a las personas de lo que creéis. La actitud correcta que debéis tomar los humanos es ser conscientes de las diferencias y semejanzas, para poder tolerar, respetar y disfrutar de la convivencia con nosotros.

¿Cómo podéis tratarnos como parte de vuestra familia sin humanizarnos? Pues bien, no es tan complicado. Para nosotros, los humanos no sois más que perros muy feos que camináis a dos patas todo el tiempo. Así que está en vuestras manos comprender el comportamiento canino para mantener una mejor relación con nosotros.

El hombre suele tener un ligero o gran complejo de rey de la naturaleza. Todo debe ser a su conveniencia, todo debe adaptarse a sus necesidades y todo tiene explicación, siempre desde su punto de vista. En relación al collie, suele pretender convertirnos en un ser a su imagen y semejanza humana, pero sin sus defectos y con todas las virtudes. Nos exige la perfección, que no tengamos el más mínimo fallo y que no causemos el menor conflicto.

Aunque consiguiéramos ser un “perro perfecto”, nunca seremos “humanos”. Los collies necesitamos que las personas comprendáis que somos perros y que no nacemos leyendo vuestra mente o entendiendo lo que queréis. Nuestros procesos de pensamiento son diferentes a los humanos. Y, a diferencia de vosotros, siempre vivimos en el presente, por lo cual no podéis esperar que pensemos en otros momentos. Carecemos de moral, no entendemos de maldad o bondad. Tampoco podemos desplazarnos mentalmente atrás en el tiempo ni pensar en abstracto.

 
Somos “animales sociales” como los humanos, pero los perros necesitamos una buena educación desde cachorros. Es muy importante y, para lograrlo, hay que tener en cuenta que no pensamos como vosotros, y no somos un niño. Uno más en la familia. Sí somos uno más, pero diferentes, con sus ventajas y sus inconvenientes. Con el tiempo y mucha paciencia, podéis llegar a conocer cómo sentimos y actuamos, y lograr una buena comunicación y entendimiento.

Son muchas las personas que aman a los perros, que nos consideran como amigos y familia, que quieren saber lo que nos pasa por la cabeza, igual que en las relaciones que mantienen con otras personas. Pero no necesitáis pensar en nosotros como “personitas peludas” para querer entender en qué medida nuestra vida emocional se parece a la vuestra. Debéis olvidar la idea de que vivís con humanos peludos, que no sabemos hablar y que andamos a cuatro patas. Hay que encontrar el equilibrio. Si asumís y respetáis que los collies somos perros, las diferencias existentes enriquecerán nuestra relación y la convivencia será satisfactoria y sin problemas.