miércoles, 22 de octubre de 2014

EXCÁLIBUR, MÁS QUE UN PERRO


-          ¿Cómo está Excálibur? –preguntaba Teresa desde su habitación aislada.
-          Está bien – le mentía su marido por teléfono.

Ahora Teresa ha vencido al virus del Ébola y se recuperará. Excálibur era su perro del alma al que “alguien” mandó matar. Ella aún no lo sabe. Su marido y miles de ciudadanos se opusieron, pero imperó la “sin razón”. Sin saber ni siquiera si Excálibur se había contagiado.

Teresa se ofreció voluntariamente para cuidar un enfermo terminal de ébola. Se contagió y estuvo aislada, a punto de morir. Mientras, “alguien” pretendió culparla por estar en ese estado y encima sacrifican a su perro Excálibur. “Sólo es un perro”, comentó un funcionario, desconcertado por la incapacidad de sus superiores.

Todo está ocurriendo en un país en el que un día sus gobernantes decidieron hacer un alarde de poderío y mostrar al mundo “qué buenos somos”. “Tengo una ocurrencia”, anunció el Presidente en el Consejo de Ministros un viernes: “Montamos un gran dispositivo, vamos a África y repatriamos algún enfermo de Ébola. Con cámaras de TV incluidas para mostrarlo al mundo”. “Eso costará mucho dinero”, le dijo el ministro de economía. “Da igual. Hacemos más recortes en sanidad”. Dicho y hecho. Como el primer repatriado se murió enseguida, fueron a por otro, que también murió… y contagió el temible virus a Teresa.

La gestión de “la crisis del Ébola” por parte del Gobierno de ese país fue un auténtico desastre. Se cometieron un sinfín de errores desde el momento en que se repatriaron a España los dos infectados por el virus. No se prepararon las instalaciones de forma adecuada. No se tuvo en cuenta en ningún momento la opinión de los expertos sanitarios que aseguraban que el hospital donde los ingresaron no tenía el nivel de seguridad suficiente para tratar a enfermos infectados con el virus. No se dotó a los profesionales con el material de protección del nivel adecuado para minimizar su riesgo de contagio ni se les instruyó correctamente. No se estableció el protocolo necesario para aislar a la primera infectada en España por el virus, Teresa, desde el primer momento en que presentó síntomas, aún sabiendo que era una de las personas que había estado tratando a los enfermos fallecidos, y que no aislarla podía suponer un peligro para el resto de la población en contacto con ella.

Y luego, la decisión de matar a Escálibur ha sido una chapuza más del Gobierno de ese país. Su incapacidad de gestión había sido ya portada de los periódicos y conocida “por tierra, mar y aire” (Metro de Valencia, Prestige, Yak-42…). Y nadie dimite. Su estado natural es la impunidad.

Teresa ha salvado su vida, a pesar del Gobierno. Y, ¡qué mezquindad!, ese mismo Gobierno pronto sacará pecho y utilizará la salvación de la vida de Teresa como ejemplo de las cosas bien hechas… Yo solo soy una pobre collie y tal vez tenga una visión distorsionada de las cosas. Si alguna de ellas coincide con la realidad, es pura coincidencia.



¿Por qué mataron a Excálibur? ¿Porque “sólo es un perro”? Para Teresa y su familia, Excálibur era más que un perro. Y Teresa aún cuenta con él para que le ayude en su recuperación. ¿Cómo reaccionará cuando sepa que Excálibur está injustamente muerto? Debía ser su apoyo, su consuelo, su mejor terapia. Para las personas que amáis la vida –y Teresa ahora la ama más que nunca-, un perro es parte de la familia, de vuestra existencia, de vuestra alegría. Un perro es la compañía en los momentos difíciles, es quien os puede ayudar a sentiros útiles, necesarios y confortados cuando el mundo se os viene encima. Excálibur era más que un perro y no merecía ser sacrificado.

La total recuperación de Teresa será larga. A partir de hoy todos los perros vamos a ser Excálibur y le transmitiremos las mejores vibraciones. El Gobierno no lo entenderá. No puede entenderlo porque viven en otra onda, lejos del pueblo. Seguramente no tienen un perro que les espere en casa. No merecen tenerlo.