domingo, 30 de noviembre de 2014

ALMOHADILLAS, NUESTRO ÚNICO CALZADO

Mi prima ARA ha cumplido ya 10 meses y la otra semana la acompañé a realizar uno de sus muchos deseos: ver el mar. “Mis hermanas MIA y NALA se lo pasan muy bien junto al mar” –me dijo un día. “Sí, ya lo sé, pero una en Asturias y la otra en Mallorca, lo tienen muy cerca” –le contesté.

Fuimos a una de mis zonas preferidas, al Parc Natural del Cap de Creus, esta vez a Cala Jòncols, Cala Pelosa y Cala Montjoi. ARA se lo pasó muy bien, pero acabó muy cansada.

Ya en el coche, en el viaje de vuelta, me dijo: “Me duelen las almohadillas. En la arena he galopado muy a gusto, pero caminar por la roca erosionada por el viento de la tramontana, no me ha ido tan bien”. Nos detuvimos en un semáforo. Estábamos en Roses. ARA se quedó pensativa mirando con curiosidad una gran tienda de calzados, a su izquierda. Me preguntó: “¿Cuántos pares de calzados gasta una persona a lo largo de su vida?”

ARA junto al Mediterráneo, en la arena y caminando por la roca erosionada

Me di cuenta por dónde iba. ARA había asociado sus doloridas almohadillas con la gran variedad de calzados que pueden elegir los humanos. Nos quedaba una hora y media de viaje e intenté explicárselo.

El calzado, para los humanos, ha trascendido su función original de cubrir los pies para convertirse en un objeto de deseo y atracción. Dicen que los españoles compran, a pesar de la crisis, de cuatro a cinco pares de zapatos al año, según datos del sector. Sin tener en cuenta el calzado que más ha evolucionado, que es, sin duda, el calzado deportivo. Todas las disciplinas deportivas tienen un calzado específico, con diseños especiales en función de los diferentes movimientos que requiere cada deporte para facilitar la práctica del mismo y prevenir posibles lesiones. Teniendo también en cuenta el terreno sobre el que se realizará el deporte. No es lo mismo correr sobre tierra, asfalto, suelos sintéticos, etc.

Los humanos pueden elegir el calzado que quieran. Para los collies, en cambio, las almohadillas son nuestro único calzado, por lo que esas “suelas” deben estar en las mejores condiciones para todo tipo de terreno, para cualquier época del año y para toda la vida.
 
A TUC, de cachorro, le gustaba el calzado humano.
La naturaleza, siempre tan savia, ha dotado a nuestras almohadillas de una constitución anatómica propia de un “calzado-todo-terreno”. Lo primero que se ve es una gruesa lámina de queratina, que hace que tengan una consistencia adecuada a su función. Justo por debajo, las almohadillas poseen una mezcla de tejido elástico y grasa, lo que le permite que los impactos propios de la locomoción se vean amortiguados y protejan unas estructuras vitales como son los dedos y las uñas. Esa elasticidad le permite adaptarse a cualquier necesidad y cambio de la dureza del terreno. Esa grasa también actúa como aislante de las temperaturas, tanto del calor como del frío.

Asimismo, las almohadillas poseen un entramado de fibras nerviosas y de conductos vasculares. Por ello un corte provoca sangrado y dolor que deben ser atendidos a la mayor brevedad posible.

Finalmente, existen diversas glándulas (sudoríparas, sebáceas…) que facilitan el mantenimiento de la almohadilla, proporcionan información a otros animales (marcaje) y mejoran el agarre de la lámina de queratina durante la locomoción.

El estado de nuestras almohadillas es muy importante para conseguir realizar con éxito cualquier actividad al aire libre. Por ello debemos fortalecerlas progresivamente, teniendo siempre muy presente la sincronización de estos dos factores: tiempo y superficie. La duración del ejercicio puede ser mayor o menor en función de la superficie que pisemos (hierba, arena, asfalto…) Teniendo también muy presentes la temperatura, la lluvia, la nieve, etc.

¿Habéis probado los humanos a tocar alguna vez el asfalto o el hormigón un día de calor? Estos materiales absorben especialmente el calor y en los días de verano, con una fuerte irradiación solar, el asfalto puede llegar a calentarse hasta los 70º. No hace falta que os explique cómo lo va a pasar vuestro collie si le hacéis caminar durante horas en contacto directo con estas temperaturas y lo que van a sufrir sus almohadillas por la abrasión.
 
Así le quedaron las almohadillas a SIRIUS, después de caminar más de 6 horas

La persona propietaria de un collie debe prever y prevenir los problemas de las almohadillas. Revisiones y cuidados habituales aseguran su bienestar. Las almohadillas son nuestro principal contacto con cualquiera que sea el terreno por el que transitemos. Por ello, los humanos debéis dedicarnos algo más que una mirada cuando aparece una cojera u otra dificultad locomotora. Puede que solo sea una espiga, una piedrecilla o incluso un chicle que se haya quedado pegado, pero también podría ser una almohadilla levantada o agrietada. Recuerda que los collies somos ancestralmente muy duros y sufridores, que podemos tener las uñas destrozadas o las almohadillas lastimadas y seguir corriendo sin dar muestras de dolor… hasta llegar a casa y observar los resultados.

A los collies nos crece mucho el pelo entre las almohadillas, incluso sobresale entre los dedos. Hay que recortar este pelo sobrante. Además de por razones estéticas, es importante controlar el crecimiento del pelo en esta zona para evitar problemas. Si crece demasiado es posible que se formen nudos y es más fácil que se enganchen espigas o simplemente barro que se acumula y se endurece entre los dedos, causándonos dolor e irritación. En verano conviene que las tengamos despejadas de pelo para liberar calor, ya que sudamos por las almohadillas.

Las almohadillas de un collie sano deben ser duras, ásperas y al mismo tiempo elásticas. No deberían estar resecas ni agrietadas. Las quemaduras y abrasiones en las almohadillas pueden ser extremadamente dolorosas, ya que los collies tenemos mucha sensibilidad en esta zona. En ocasiones, aunque nos veáis cojear o caminar de forma diferente, las quemaduras no son fácilmente visibles, pero sí podréis notar las almohadillas demasiado "lisas y suaves" y más sensibilidad de la normal al tacto. En este caso conviene hidratarlas y protegerlas con alguno de los buenos productos que existen en el mercado, que contengan vitamina A. El aloe vera es estupendo, mejor si es directamente de la hoja.

Para las personas que vivís en zonas con mosquitos flebótomos es importante y a tener muy en cuenta que unas uñas que crecen en exceso, almohadillas permanentemente levantadas y agrietadas sin razón aparente y que no mejoran a pesar de los cuidados, heridas en las almohadillas que no terminan de cicatrizar, deberían poneros en alerta y consultar a vuestro veterinario de confianza para realizar un análisis de leishmania a vuestro collie.
 
SHIRA, la hermana de PERLA, acostumbrada a usar botines en sus excursiones por Sierra Nevada.
Aunque sigo pensando que las almohadillas son nuestro único calzado y hay que cuidarlas porque son para toda la vida, el sector de la moda canina ha resuelto, a su manera, el peligro que en ocasiones supone transitar por algunas superficies: botines caninos. Hay modelos pensados para todos los terrenos, para caminar en nieve, para el asfalto o para la arena. Sin embargo, caminar con este tipo de calzado canino no siempre es sencillo. A mí no me gusta. Lo probé una vez y me sentí rara e insegura. Además, ahora estoy pensando que unas almohadillas tapadas no dejan huella. Y los collies estamos en este mundo para dejar huella. Como decía un humano sabio: “No somos lo que hacemos ni lo que pensamos. Tan sólo somos la huella que dejamos”