jueves, 26 de noviembre de 2009

¿CÓMO ES POSIBLE?

El parto fue muy bien y tuve siete preciosos cachorros. Hasta ahora he estado muy atareada y me he pasado los días limpiando. Ahora, que ya tengo un poco más de tiempo libre, aprovecho para ir leyendo y ordenando los papeles que Llum nos dejó. Hemos encontrado un montón de mensajes y escritos, algunos sin acabar.
El texto que sigue a continuación me ha conmovido profundamente. Veo crecer a mis siete bebés y me preocupa su futuro. Vosotros, personas que deseáis adquirir un cachorro, leed y... reflexionad sobre vuestra voluntad real de adquirir un collie. Vais a adquirir un compromiso para más de 10 años. ¡Pensad en ello muy seriamente!

Cuando yo era un cachorro te divertía con mis cabriolas y te hacía reír. Tú me llamabas “mi niño” y, a pesar de varias zapatillas rotas y algunos otros destrozos, llegué a ser tu mejor amigo.

Cada vez que hacía una travesura, agitabas tu dedo hacia mí y me decías "¿Cómo puedes tú...?", pero enseguida nos divertíamos juntos. Mi educación se prolongó un poco más de lo previsto, porque tú siempre estabas ocupado, pero juntos lo conseguimos. Recuerdo aquellas noches en las que husmeaba en la cama y escuchaba tus confidencias y sueños secretos y entonces creía que la vida no podría ser más perfecta. Dábamos largos paseos y carreras en el parque, viajes en coche con paradas para tomar un helado (yo solamente comía el cucurucho porque “el helado es malo para los perros”, como tú decías), y yo hacía largas siestas al sol esperando tu regreso a casa.

Progresivamente empezaste a pasar más tiempo en el trabajo y te concentraste en tu carrera y durante un tiempo empezaste a buscar una compañera humana. Yo te esperé pacientemente, te consolé tras cada desengaño amoroso. Jamás te reproché tus malas decisiones y te recibía con alegría en tus tristes regresos al hogar. Luego, por fin, te enamoraste.

Ella, ahora tu mujer, no es una “persona-perro”, pero yo la acogí en nuestra casa, intenté mostrarle afecto y la obedecía. Yo estaba feliz porque tú eras feliz.

Pronto los bebés humanos llegaron y yo compartí vuestra excitación. Estaba fascinado con su color rosáceo, su olor, y yo quería acariciarlos también. Pero vosotros teníais miedo de que pudiera lastimarlos y tenía que pasar la mayor parte de mi tiempo encerrado en otra habitación o fuera, en la caseta. ¡Oh, cómo quería yo amarlos, pero me convertí en un “prisionero del amor”!

Cuando los niños crecieron, yo fui su mejor amigo. Se agarraron y estiraron mi melena, se montaron a caballo, me pusieron los dedos en los ojos, azotaron mis orejas y me dieron besos en la nariz. Me gustaba todo de ellos, sobre todo sus caricias, porque las vuestras eran ahora muy poco frecuentes. Y yo los habría defendido con mi vida si hubiera sido necesario. Iba a sus camas y escuchaba sus preocupaciones y secretos y juntos esperábamos el ruido de tu coche en la calle.

Hubo un tiempo, cuando la gente te preguntaba si tenías un perro y te pedían una foto mía, tú tenías una en la cartera para enseñarla y les contabas historias de mí. Estos últimos años, respondías tan solo un “sí” y cambiabas de tema. He pasado del estatus de “tu perro” a solamente “un perro”. Y os enojáis con cualquier gasto para mí.

Ahora tenéis una nueva oportunidad para vuestra carrera profesional en otra ciudad y os vais a vivir a un piso que no admiten animales de compañía. Has hecho una buena elección para tu “familia”, pero hubo un tiempo en que yo era tu única familia.

Estaba excitado por el paseo en coche (“como en los viejos tiempos”, me dije), hasta que llegamos a un refugio para animales. Oía a los perros, el miedo, la desesperación. Rellenaste los papeles y dijiste: “espero que encontréis una buena casa para él”. Ellas han movido los hombros y te han lanzado una mirada triste. Conocen la realidad y saben de la dificultad que tienen para colocar un perro de mi edad, incluso “con papeles”.

Tuviste que forzar los dedos de tus hijos para separarlos de mi cuello, mientras uno de ellos gritaba “¡No, papá! ¡Por favor, no les dejes coger a mi collie!”. Algunas lecciones habrías de aprender tú de tu hijo en ese momento, como la amistad y la lealtad, como el amor y la responsabilidad, como el respeto para toda la vida...

Me hiciste una caricia de adiós en la cabeza, evitaste mis ojos y rehusaste quedarte con mi collar. Después de vuestra partida, las dos gentiles señoras comentaron que tú ya sabías todo esto desde hacía varios meses y no habías hecho nada para encontrarme otra familia. Se miraron y dijeron:

“¿CÓMO ES POSIBLE?”

Aquí en el refugio todos son muy atentos, mientras sus cargados horarios se lo permiten. Nos alimentan, pero perdí el apetito hace varios días. Al principio, cada vez que alguien pasaba cerca de mi jaula, me hacía ilusiones pensando que eras tú, que habías cambiado de idea, que se trataba de un mal sueño. O, al menos, esperaba que fuera alguien que se encaprichara de mí y pudiera salvarme. Cuando me di cuenta que yo no podría rivalizar con otros cachorros que jugueteaban para llamar la atención, me retiré a un rincón de mi jaula y a esperar.

Oí sus pasos cuando ella se acercaba a mí al final del día y pataleé a lo largo del pasillo hasta una habitación separada. Una habitación felizmente tranquila. Me puso encima de la mesa, me acarició las orejas y me dijo que no me preocupara. Mi corazón palpitaba con anticipación a lo que iba a venir, pero tenía también un sentimiento de alivio. El “prisionero del amor” había sobrevivido a través de los días. Como es en mi natural, me inquieté por ella. Su trabajo es una carga que pesa mucho sobre ella y yo lo sé, de la misma manera que sabía de vuestro humor de cada día.

Puso una venda elástica alrededor de mi pata delantera y una lágrima corrió por su mejilla. Le lamí su mano de la misma manera que yo te consolaba hace tantos años. Clavó la aguja hábilmente en mi vena.

Cuando noté la aguja y los líquidos extenderse por mi cuerpo, me calmé, la miré con mis dulces ojos y murmuré “¿Cómo has podido?”

La veterinaria tal vez me comprendió, pues dijo “estoy muy triste”. Me abrazó y me explicó precipitadamente que era su trabajo facilitar el paso a otro lugar mejor dónde nunca más seré ignorado, explotado o abandonado, donde podré yo mismo satisfacer mis necesidades, un lugar lleno de amor y de luz... Y con mis últimas energías, he intentado comunicarme con ella y explicarle con un golpe seco de mi cola que mi “¿Cómo has podido?” no estaba dirigido a ella.

Era en ti, mi dueño querido y bien amado, en quien estaba pensando. Pensaré en ti y te esperaré siempre. Nadie en toda tu vida continuará mostrándote tanta lealtad.

jueves, 5 de noviembre de 2009

A MI MADRE EMBARAZADA

Con el paso del tiempo, las heridas que nos dejó la marcha de LLUM van cicatrizando poco a poco. Ella está ahora feliz en su Estrella, rodeada por un montón de collies “sin edad”, “sin historia”, “sin orígenes”... Ella nos ve y nos manda sus mensajes. Quiere que sigamos con este Blog y así lo haremos. De momento me toca a mí, su madre, continuarlo. Más adelante ya veremos. Pero el nombre no cambiará y siempre será el Blog de “Llum, vivencias de una collie”...
Ahora pasará un tiempo para que Jolie y Cap puedan perseguirme

Yo ahora estoy embarazada.
Hace ya más de 50 días que mi cuerpo abraza y arropa un maravilloso secreto... Ese secreto que, dulcemente, va invadiendo poco a poco mis entrañas. Mis sentidos acumulan nuevas sensaciones, sensaciones extrañas que, cada vez, me visitan con mayor intensidad. Y son precisamente ellas las que me indican y recuerdan, día tras día, que vale la pena vivir. Nuevas vidas se están abriendo camino... Y lo están haciendo a través de mí. Soy muy feliz.

Una de las ilusiones que Llum no pudo realizar es la de ser madre. Yo estoy nuevamente embarazada de Nut, el padre de Llum.
Cada embarazo, es cierto, se vive de manera diferente. Esta vez no me he agobiado y he visto crecer lentamente mi abdomen. Estoy más cariñosa que nunca con mi familia y me gusta que me hagan caricias en la panza. Y, aunque algunos dicen que en el segundo embarazo el útero está más dilatado, mi madre Enate me dice que eso no es así.

¿Se repetirá está imagen?

Llum, sorprendente como siempre, me ha escrito estas palabras:

Mamá KIT,
con tu vientre abultado.
Ahí llevas sueños,
ahí llevas fantasías,
ahí llevas muchas ilusiones
y quizás unas cuantas lágrimas,
para las buenas gentes
que están esperando.
A través de tus ojos,
como luces en la penumbra,
oigo sus latidos,
se mueven ya,
buscan la luz,
la libertad.
Te veo hermosa
con los cachorros en tu vientre.
Ahí llevas una poesía eterna,
ahí llevas el origen de la vida,
y aunque la noche sea fría,
tú generas un calor agradable
como una canción suave,
suave como la luna
que ilumina los embarazos
de un millón de collies bellas como tú.
Y les escribirás poemas
y les leerás cuentos
y les hablarás de amor.
Pronto nacerán, mamá,
tú llorarás de alegría
y yo secaré tus lágrimas.
Y cuando sientas la tibieza
de sus cuerpecitos en tus mamas,
el milagro de la vida habrá concluido
para dar comienzo al
milagro de ser MADRE.