lunes, 18 de noviembre de 2013

CAMBIO DE DENTADURA


Cuando este Blog lo escribía Kit, yo siempre estaba a su lado para aprender, porque me despertaba mucha curiosidad todo este mundo virtual de conexiones y mensajes… La separación de mi hermano Ghost cuando se fue al Perú, me dejó un gran vacío que solucioné, en parte, con la tecnología de los humanos. Aprendí a chatear y así nos mantenemos en contacto. Y lo mismo hago ahora con algunos de mis hijos, que me mantienen informada de sus aventuras y desventuras, de sus travesuras, de sus progresos…

Estos últimos días, uno de los temas del chat con mis hijos es…los dientes.

 
“Tengo dolor de boca –me decía hace unos días mi hijo tricolor-. Mis dientes se caen sin razón alguna  y son sustituidos por otros. Un molesto misterio…”

No es ningún misterio. Kross acaba de cumplir 4 meses y está cambiando su dentadura “de leche” ahora, entre los tres y los seis meses de edad.

De adultos, nuestra fórmula dentaria está compuesta por 42 piezas. En la mandíbula superior tenemos seis incisivos, dos caninos, ocho premolares y cuatro molares, dispuestos de forma simétrica a derecha e izquierda. Y en la mandíbula inferior tenemos seis incisivos, dos caninos, ocho premolares y seis molares (dos más que en la superior).

“Cuando mi familia humana no está en casa, - es otro de mis hijos quien me contó esta historia-, las horas que estoy solo parecen años. Aunque siempre me dejan en la terraza con toda clase de juguetes para entretenerme, ayer, mi mamá humana salió precipitadamente.  “Voy un momento al super, vuelvo enseguida” – me dijo. Pero se encontró con su amiga Maruja y tardó más de tres horas en volver.

Y yo sin saber qué hacer, mirando los juguetes tras la puerta cerrada de la terraza. Hasta que delante de mí apareció aquel bastón alargado, compacto y sugerente (que luego me enteré que los humanos llaman “pata” y a la estructura a la que pertenece, “mesa”). Allí estaba yo, con todo el aburrimiento del mundo, con un incómodo dolor de boca y con una sugerente pata de mesa delante de mi nariz.

Le di unas oliditas, pasé mi lengua y le clavé los dientes… Era de madera, no como la de la terraza que era de hierro. Fue un placer para mis piezas dentales. Como ella estaba de cháchara y tardaba en venir, me tumbé cómodamente, incliné mi cabeza y me dispuse a disfrutar de ese gran descubrimiento: una pata de mesa de madera.

Cachorro de 3 meses y medio. Cambio de los incisivos. 
 
Sumido estaba en tan placentera y reconfortante actividad cuando entró mi humana cargada con las bolsas de interesantes olores. Me dirigí a ella moviendo la cola en señal de alegría. La soledad había terminado. Ella dejó las bolsas y se dedicó a acariciarme y a emitir esas palabras que tanto placer me producen.

Tras un rato de intercambio afectivo, me fui hacia el comedor. Ella me siguió hasta donde estaba la mesa y… “¡Nooooooooooooo!”. Vaya grito. Me quedé paralizado. Se acercó como una fiera hacia la pata. Yo pensé que a lo mejor también le gustaba a ella esa estructura de madera para desahogar alguno de sus problemas. Pero no. Comenzó a increparme y a chillarme y, lo peor: me agarró con fuerza y estampó mi cara contra la pata de la mesa.

Yo no entendía nada. ¿Qué quería decirme? Me estaba agobiando muchísimo y se me escapó todo el pis que llevaba acumulado tras varias horas…”

Todos los cachorros cometen errores, pero los humanos también. Y en esta historia, la mamá humana se equivocó. Si alguien de la familia humana encuentra que su collie ha hecho un destrozo en su ausencia, no hay que regañarlo, ni gritarlo, pues esto sólo lo pondrá nervioso y no sabrá la razón del problema ni por qué se le riñe.

Cachorro de 5 meses. En el círculo 1 ya se ha caído el canino de leche desplazado por el canino definitivo. En el círculo 2 todavía conviven el canino de leche (el más largo) y el definitivo que ya aparece.
 
Un cachorro de collie es inagotable y agotador. Cuando no duerme, su estado de ánimo puede oscilar de las más absolutas tranquilidad y pasividad a una frenética actividad que ponga a prueba la estabilidad física y mental de la familia humana.

Siempre hay que ser paciente con un cachorro, pero en la época del cambio de dentadura, mucho más. Que un cachorro a esta edad deje su recuerdo en cojines, zapatos, muebles, plantas, etc. es debido al proceso natural de la dentición. Los dientes llamados "de leche", son sustituidos por los dientes de adulto, y el mordisquear sirve para mitigar las molestias y ayudar a que el nuevo diente traspase la encía.

Son los humanos quienes deben tomar medidas para evitar las tentaciones de su collie, no dejando a su alcance exquisitos bocados para sus dientes. Y teniendo siempre en cuenta que un cachorro de collie puede ser muy astuto para alcanzar las cosas que le interesan.

Además de dejar fuera de su alcance lo que no debe tocar, es necesario darle satisfacción a sus dientes, pues los cachorros tienen que aliviar el dolor de sus encías, por lo tanto es necesario proporcionarle juguetes especiales para morder, así no tendrá que utilizar sus dientes sobre objetos prohibidos.

 
El cambio de dentadura es un proceso natural. Mordisquear en este período tan importante en la vida de un cachorro no es signo de destrucción o rebeldía. Hay que comprender el proceso de dentición y orientar esa necesidad del cachorro de morder, hacia juguetes de material apropiado. Sin olvidar que el cachorro que recibe una adecuada atención, que hace suficiente ejercicio, juega y se cansa, siente menos ganas de mordisquear.