miércoles, 30 de septiembre de 2015

TOROS, ¿CULTURA O TORTURA?

“Ni como naturalista ni como biólogo puedo ser partidario de las corridas de toros. Es asombroso que exista un público que disfrute y sienta placer viendo como un hombre mata a un animal en la plaza de toros. La mal llamada fiesta nacional es la máxima exaltación de la agresividad humana”
(Félix Rodriguez de la Fuente)

Aún estoy indignada por el vil asesinato de “Rompesuelas”, el Toro de la Vega, en Tordesillas, a manos de una marabunta de cobardes. Me duele en el alma que España sea uno de los países donde, en pleno siglo XXI, el maltrato a los toros sea el “aliciente” de un gran número de fiestas populares (corridas, encierros, correbous...etc.). Es una “tradición” cuya continuidad no se justifica en una sociedad civilizada.


En una de mis excursiones anuales por la zona del Delta del Ebro y los Puertos, me encontré con un toro soberbio, diferente a los que encuentro en mis excusiones al Pirineo. Nos miramos fijamente y movimos nuestras colas. Mirada profunda, limpia, sincera. De agresividad, nada.

“Yo soy un toro indultado –me dijo. Tuve suerte y me perdonaron la vida. No es habitual que un Juez de Plaza otorgue el indulto a un toro. Pensó que yo era un toro bravo, bello y de buenas formas, noble al embestir, elegante en movimientos, resistente y fuerte. Dijo que merecía vivir para tener descendencia que herede esas características. Puede que yo sea un toro bello, noble, elegante, resistente y fuerte, pero lo que no soy es “bravo”. Por mucho que lo intentaron. Antes de salir a la plaza, me maltrataron para despertar una agresividad que no poseo. Me golpearon con sacos de arena, me clavaron dolorosas puyas en los músculos del cuello para que no pudiera girar la cabeza y embistiera siempre de frente, me limaron los cuernos, me pusieron un líquido irritante en los ojos... Y luego, ya en el ruedo, un hombre con un caballo me clavó y retorció una lanza en los músculos de la espalda y del cuello para asegurar la máxima pérdida de sangre… Aguanté todo lo que pude y al final, me indultaron. Y aquí estoy, viviendo feliz. Ahora soy un simple herbívoro pacífico pastando y rumiando en paz”.

Tengo un amigo en Perú que siempre me está increpando por las corridas de toros. Hace un tiempo me escribía: “No entiendo, realmente no entiendo como alguien puede pensar que las corridas de toros es un arte. No es arte, esto es maltrato, sufrimiento, nada bueno. Es todo malo, tanto para el toro, animal indefenso debo decir, como para las personas que lo ven y lo apoyan, personas con malos sentimientos que disfrutan de ver sufrir, agonizar y morir a pobres animales, que están indefensos…”

Yo, una simple collie, no tengo la solución. A mí también me cuesta entender cómo hombres, mujeres y niños, pueden ir a presenciar algo tan lúgubre como ver perecer un animal tan fríamente. Es la cultura del sadismo, el arte de la muerte y el dolor.
 
“Lo compré en la ganadería Domecq y estaba destinado a ser toreado en Barcelona. Cuando les pregunté si era difícil educar a un toro me contestaron: ‘si lo cuidas bien, verás que es incluso más fiel que un perro’. Esto demuestra que ellos saben bien el tipo de animal que tienen y que mandan a las corridas”. (Christophe Thomas)
“Explican los amantes de esta fiesta que los toros es parte de la cultura española y eliminarla sería desdeñar nuestra tradición, nuestra idiosincrasia de país. Ninguna tradición justifica el maltrato animal para el deleite de unos pocos. Era tradición antiguamente quemar a personas por no ser de una religión concreta. Muchas cosas horribles eran tradiciones que fueron desapareciendo con el paso del tiempo. También es tradición en la actualidad la ablación femenina en países orientales y no por ello debemos mostrarnos impávidos. Es estúpido identificar a un país únicamente por una sola tradición. Y más estúpido es si hablamos de un país como España, uno de los países más ricos en cuanto a cultura y tradición.
Muchos taurinos se jactan de que mejor que ellos nadie trata a este animal. Que nadie como ellos respetan y admiran su existencia. Y me resulta esto tremendamente contradictorio, pues si respetas y aprecias algo o a alguien, no lo demuestras precisamente por medio de la tortura. Es por eso que las personas que disfrutan de este tipo de eventos las considero de un perfil muy bajo en cuanto a nivel intelectual y emocional. Carentes de empatía, delicadeza y ternura. No son mis ganas de pretender ofender, simplemente, no puedo pensar otra cosa. ¿Quién disfruta torturando a un animal? ¿Qué tipo de personas es? ¿Y qué tipo de personas van a verlo por entretenimiento?
Comentan los taurinos que las corridas de toros son una muestra de arte, de baile y un ejemplo de virilidad y valentía por parte del diestro. No veo la valentía si no te enfrentas al animal en igualdad de condiciones. Este tipo de argumento además sólo denota arrogancia, un tufo de petulancia y altanería. Además, a los toros se les recorta la encornadura y son drogados. Así no veo yo tanta valentía.
Que el toro no sufre, dicen. La sola imagen del animal sangrando, jadeando, es muestra suficiente. No se puede negar lo evidente. Los neurólogos no sólo saben que el toro es capaz de sufrir sino que, además, lo usan como modelo en estudios sobre el dolor.
No puede haber arte en el derramamiento de sangre, no puede haber nada bello en celebrar la muerte de un ser vivo por simple placer. Es inhumano”.
(Alvaro Rojas, “Anhelarium.com”)


“En España, las leyes de protección animal de todas las Comunidades Autónomas y la del Estado prohíben y penalizan el maltrato animal. Los festejos taurinos son la excepción, permitiendo que un rumiante, que sólo se defiende cuando es maltratado, sea torturado hasta la muerte. La tradición y la mal entendida cultura, que no es cultura sino tortura, permiten este tipo de actividad, que quieren hacer Bien de Interés Cultural, lo que les hará llegar aún más dinero público, más de nuestro dinero, y que puede facilitar que nuestros hijos aprendan en los colegios e institutos cómo se hace sufrir a estos animales por diversión. La Asociación de Veterinarios Abolicionistas de la Tauromaquia (AVAT) exige que no sea así y que el maltrato animal legalizado, del que la tauromaquia es el máximo exponente, sea abolido”. (José Enrique Zaldívar Laguía, veterinario, presidente de la Asociación de Veterinarios  Abolicionistas de la Tauromaquia y del Maltrato Animal y vicepresidente de la Plataforma LTNC “La Tortura No es Cultura”)

Cada año, miles de toros son brutalmente asesinados en plazas de varios países del mundo. ¿Cultura o tortura? Defendida como una tradición cultural, este pasatiempo mortal no tiene lugar en una sociedad civilizada.
El periodista y escritor Francisco González Ledesma, escribía hace unos días en El País: “Gente docta me dice: te equivocas. Esto es una tradición. Cierto. Pero gente docta me recuerda: teníamos la tradición de quemar vivos a los herejes en la plaza pública, la de ejecutar a garrote ante toda una ciudad, la de la esclavitud, la de la educación a palos. Todas esas tradiciones las hemos ido eliminando a base de leyes, cultura y valores humanos. ¿No habrá una ley para prohibir esa última tortura, por la cual además pagamos?”

A tod@s mis amig@s, a cualquier persona que pueda viajar a México, América del Sur, Portugal, España o Francia, no os veáis tentados a ver de qué tratan las corridas de toros. No colaboréis con vuestro dinero a perpetuar estos espectáculos mortales. No son cultura, son tortura.