Quedé
estrujada, pero ya estoy casi recuperada. Ocho cachorros dan mucho trabajo y
cuidarlos me ha absorbido mucho tiempo, aunque ha sido un placer y estoy muy
orgullosa de todos ellos. La separación ha sido dura, pero me consuela saber
que todos están felices. Turró, Aston, Kibo, Zara, Cross, Lassie, Kheyra y
Horus ya están todos con sus nuevas familias y a partir de ahora son ellas,
personas responsables, quienes deberán seguir con la tarea de educar a estos
tiernos cachorritos.
Una
de estas familias quería llevarse a su cachorro con siete semanas. Mi familia
les dijo que no: “Nuestro compromiso es
no entregar ningún cachorro antes de las 8 semanas de vida. Es muy importante
para su salud y para su equilibrio emocional que conviva con su madre y con sus
hermanos una o dos semanas más…”
Yo socializo…
Desde
el nacimiento hasta la octava semana de vida, el cachorro aprende de su madre y
hermanos las reglas que marcarán su comportamiento adulto. Afecto,
territorialidad, dominio, son conceptos que el cachorro va grabando en su
cerebro a través de posturas, gestos y reprimendas de mí misma.
Es
cierto que la herencia genética es parte fundamental del desarrollo del
carácter del collie, pero esto no serviría de nada, si el cachorro no pasara,
junto a su madre y hermanos, por ciertas experiencias, que serán determinantes
en su comportamiento futuro. Una parte importante de la forma de ser del
cachorro es innata, pero el resto depende de las experiencias vividas y de los
aprendizajes realizados con su familia canina, conmigo y sus hermanos.
La
convivencia conmigo y el resto de la camada a esta edad, es la primera escuela
de su educación y es de suma importancia. Privar a un cachorro de este proceso
de socialización, puede suponer un collie inseguro que de adulto puede llegar a
ser problemático.
La
manipulación de los cachorros en este período es muy importante. A ello me ha
ayudado mi familia humana. Un cachorro tocado y convenientemente achuchado presenta
un desarrollo más rápido y será más receptivo ante estímulos nuevos.
Durante
este período el cachorro aprende a identificar a sus compañeros de
especie como individuos sociables y asimilará el comportamiento básico que
necesitará para relacionarse en un futuro con otros perros y con su nueva
familia humana. Y lo más importante, su identidad comenzará a desarrollarse.
Yo
he socializado. He acostumbrado a mis cachorros a relacionarse en un entorno
similar al que ya se habrán encontrado en su nuevo hogar, como por ejemplo
ruidos, motores, personas desconocidas, niños y otros perros. Estamos en la
etapa más importante y la que tendrá más consecuencias en un futuro sobre la
conducta del collie. En esta etapa, aún no está finalizada la madurez del
sistema nervioso central del cachorro, de modo que se puede influir sobre él.
Esta es la tarea de sus familias humanas.
Tú socializas…
Cuando
el cachorro, a los 2 meses, llegue a vuestro hogar, hay que proporcionarle
caricias, juegos y elogios, para sustituir, en cierta manera, la relación que tenía
con su madre y hermanos de camada. Así el cachorro se acostumbrará rápidamente
a la nueva situación de vida y aceptará de inmediato vuestra superioridad.
Un cachorro equilibrado, será un adulto obediente y
educado. Aunque todos mis cachorros tienen una base de socialización, ahora va
a depender de vosotros, de vuestra combinación de cariño y autoridad. Desde que
el cachorro llega a su nuevo hogar, debe comprender que no es él quien manda,
que ocupa un rango inferior dentro de ese grupo y que debe obedecer. Las
caricias, el contacto con otros perros y los ejercicios de sumisión, lo irán
poniendo poco a poco en su sitio y garantizarán su obediencia, equilibrio y
cariño. Desde el primer día debe saber el sitio que ocupa dentro de la
estructura familiar.
Es
necesario el contacto físico entre el cachorro y todos los componentes de la
familia con los que ha de convivir. No es sólo dar palmaditas en su espalda,
sino un contacto físico pleno. Rascarlo detrás de las orejas, morro, cuello,
deslizar las manos por su cuerpo recorriendo lomo, pecho, patas, hablarle
suavemente, repetir su nombre, tomar su cabeza entre las manos. Todos los
miembros de la familia deben hacerle estas caricias. Con esto se fomentan los
lazos afectivos entre familia y collie.
Todas
las situaciones cotidianas deben aprovecharse para reforzar vuestra autoridad.
Desde cachorro no hay que permitirle nada de lo que no os gustará que haga
cuando sea adulto. Y sobretodo que toda la familia cumpla las mismas normas.
Hay
que refrenar sus impulsos desde el primer día que llega a casa. El cachorro
será muy inquieto durante los primeros nueve o diez meses de vida, robará
zapatos, arrancará plantas, hará destrozos y querrá hacer lo que quiera. Hay
que tener mucha paciencia y no permitir estas travesuras.
Tú
socializas. La socialización es la clave para tener un collie bien adaptado,
calmado y feliz. Los collies somos curiosos por naturaleza. A tu cachorro le
encantarán las nuevas experiencias. Conocer nuevos lugares, personas,
animales... Dadle una atención individual diaria, acostumbrándolo a interacciones
humanas positivas.
El
cachorro absorbe como una esponja a esta edad, y no socializarlo correctamente
es permitirle que aprenda malos hábitos. Ahora es el mejor momento para
comenzar a enseñarle comportamientos adecuados. Es mucho más fácil instalar
comportamientos correctos que dejar que el cachorro crezca como un salvaje y
luego intentar “desentrenar” los malos comportamientos.
Vuestro
cachorro necesitará algo más que un paseo en el parque, o una vuelta a la
manzana. Necesita conocer nueva gente, paisajes, sonidos, aromas y ambientes. Cada
día, todos los días.
Ese
cachorro tan divertido que tenéis jugueteando a vuestros pies está deseando que
le pongáis límites, que le marquéis las reglas, que le enseñéis las normas de
convivencia. Sin gritos ni violencia. Una educación coherente y consecuente y
siempre en positivo. Una socialización basada en tiempo, paciencia y mucho
amor.