Cuando
este Blog lo escribía Kit, yo siempre estaba a su lado para aprender, porque me
despertaba mucha curiosidad todo este mundo virtual de conexiones y mensajes…
La separación de mi hermano Ghost cuando se fue al Perú, me dejó un gran vacío
que solucioné, en parte, con la tecnología de los humanos. Aprendí a chatear y
así nos mantenemos en contacto. Y lo mismo hago ahora con algunos de mis hijos,
que me mantienen informada de sus aventuras y desventuras, de sus travesuras,
de sus progresos…
Estos
últimos días, uno de los temas del chat con mis hijos es…los dientes.
“Tengo dolor de boca –me decía hace unos días mi hijo tricolor-. Mis dientes se caen sin razón alguna y son sustituidos por otros. Un molesto
misterio…”
No
es ningún misterio. Kross acaba de cumplir 4 meses y está cambiando su
dentadura “de leche” ahora, entre los tres y los seis meses de edad.
De
adultos, nuestra fórmula dentaria está compuesta por 42 piezas. En la mandíbula
superior tenemos seis incisivos, dos caninos, ocho premolares y cuatro molares,
dispuestos de forma simétrica a derecha e izquierda. Y en la mandíbula inferior
tenemos seis incisivos, dos caninos, ocho premolares y seis molares (dos más
que en la superior).
“Cuando mi familia humana no está en
casa, - es otro de mis hijos quien
me contó esta historia-, las horas que
estoy solo parecen años. Aunque siempre me dejan en la terraza con toda clase de
juguetes para entretenerme, ayer, mi mamá humana salió precipitadamente. “Voy un momento al super, vuelvo enseguida” – me dijo. Pero se encontró con su amiga
Maruja y tardó más de tres horas en volver.
Y yo sin saber qué hacer, mirando los
juguetes tras la puerta cerrada de la terraza. Hasta que delante de mí apareció
aquel bastón alargado, compacto y sugerente (que luego me enteré que los
humanos llaman “pata” y a la estructura a la que pertenece, “mesa”). Allí
estaba yo, con todo el aburrimiento del mundo, con un incómodo dolor de boca y
con una sugerente pata de mesa delante de mi nariz.
Le di unas oliditas, pasé mi lengua y
le clavé los dientes… Era de madera, no como la de la terraza que era de
hierro. Fue un placer para mis piezas dentales. Como ella estaba de cháchara y
tardaba en venir, me tumbé cómodamente, incliné mi cabeza y me dispuse a disfrutar
de ese gran descubrimiento: una pata de mesa de madera.
Cachorro de 3 meses y medio. Cambio de los incisivos. |
Sumido estaba en tan placentera y
reconfortante actividad cuando entró mi humana cargada con las bolsas de
interesantes olores. Me dirigí a ella moviendo la cola en señal de alegría. La
soledad había terminado. Ella dejó las bolsas y se dedicó a acariciarme y a
emitir esas palabras que tanto placer me producen.
Tras un rato de intercambio afectivo,
me fui hacia el comedor. Ella me siguió hasta donde estaba la mesa y… “¡Nooooooooooooo!”. Vaya grito. Me quedé paralizado. Se acercó como una fiera hacia la
pata. Yo pensé que a lo mejor también le gustaba a ella esa estructura de
madera para desahogar alguno de sus problemas. Pero no. Comenzó a increparme y
a chillarme y, lo peor: me agarró con fuerza y estampó mi cara contra la pata
de la mesa.
Yo no entendía nada. ¿Qué quería
decirme? Me estaba agobiando muchísimo y se me escapó todo el pis que llevaba
acumulado tras varias horas…”
Todos
los cachorros cometen errores, pero los humanos también. Y en esta historia, la
mamá humana se equivocó. Si alguien de la familia humana encuentra que su
collie ha hecho un destrozo en su ausencia, no hay que regañarlo, ni gritarlo,
pues esto sólo lo pondrá nervioso y no sabrá la razón del problema ni por qué
se le riñe.
Un
cachorro de collie es inagotable y agotador. Cuando no duerme, su estado de
ánimo puede oscilar de las más absolutas tranquilidad y pasividad a una
frenética actividad que ponga a prueba la estabilidad física y mental de la
familia humana.
Siempre
hay que ser paciente con un cachorro, pero en la época del cambio de dentadura,
mucho más. Que un cachorro a esta edad deje su recuerdo en cojines, zapatos,
muebles, plantas, etc. es debido al proceso natural de la dentición. Los
dientes llamados "de leche", son sustituidos por los dientes de
adulto, y el mordisquear sirve para mitigar las molestias y ayudar a que el nuevo
diente traspase la encía.
Son
los humanos quienes deben tomar medidas para evitar las tentaciones de su
collie, no dejando a su alcance exquisitos bocados para sus dientes. Y teniendo
siempre en cuenta que un cachorro de collie puede ser muy astuto para alcanzar
las cosas que le interesan.
Además
de dejar fuera de su alcance lo que no debe tocar, es necesario darle
satisfacción a sus dientes, pues los cachorros tienen que aliviar el dolor de
sus encías, por lo tanto es necesario proporcionarle juguetes especiales para
morder, así no tendrá que utilizar sus dientes sobre objetos prohibidos.
El
cambio de dentadura es un proceso natural. Mordisquear en este período tan
importante en la vida de un cachorro no es signo de destrucción o rebeldía. Hay
que comprender el proceso de dentición y orientar esa necesidad del cachorro de
morder, hacia juguetes de material apropiado. Sin olvidar que el cachorro que
recibe una adecuada atención, que hace suficiente ejercicio, juega y se cansa,
siente menos ganas de mordisquear.