La maternidad es uno de los fenómenos más fascinantes
de la naturaleza. Mi segundo embarazo ya llega a su fin y esta vez no lo he pasado tan agobiada como en el primero. He
estado más relajada y ahora estoy muy ilusionada. Sé que mi estado de ánimo
influye en los cachorros que he estado gestando. Está demostrado que una madre
sometida a estrés, puede tener un parto difícil y parir cachorros más
nerviosos. Por eso mi familia humana me facilita las cosas y me trasladaron,
hace ya quince días, a la zona de cría, un lugar tranquilo, sin ruidos, alejado
de las algarabías de la manada. Aquí tengo un ambiente más favorable y dispongo
de un lugar resguardado y con espacio suficiente para parir.
Además, me han dejado el ordenador portátil para
escribir este post, porque escribir me relaja. Y estaba pensando que al ritmo
que va la humanidad, pronto se verá nacer a los niños con un teléfono en las
manos. Aunque eso ya lo han superado las nuevas generaciones de collies, porque
ayer recibí un mensaje (“whatsapp”, creo
que le llaman los humanos), de uno de mis cachorros que van a nacer. Me decía:
Faltan unas pocas horas hasta que
nazcamos, pero, para que estés tranquila, queremos decirte que por aquí dentro
todo va bien.
Aquí en tu barriga, en general, se vive
muy bien. Por suerte no vemos ni oímos las tonterías del mundo exterior. Vivimos
flotando en el líquido amniótico donde no tenemos que preocuparnos por comer,
ni por respirar, ni por nada en especial. Al principio nos asustaban tus
galopadas, pero últimamente te has tranquilizado y nos gusta cuando caminas y
te mueves con suavidad porque así nos meces, nos acunas…
Somos unos cuantos y grandotes. No
tenemos mucho espacio, pero no nos molesta en absoluto porque estamos en
posición fetal, es decir, con las patas flexionadas, que es como más cómodos
estamos.
Dentro de nada tu útero se pondrá en
marcha contrayéndose de manera rítmica para ir acompañándonos a todos, uno tras
otro, poco a poco, al exterior.
Ya tenemos ganas de salir para
conocerte, pero antes nos hemos de poner de acuerdo para hacer una fila bien
hecha y poder salir ordenadamente. Todos a la vez no cabemos.
Una vez fuera vas a tener trabajo, pero
tú ya tienes experiencia y puedes con todo. Por nuestra parte, mientras tú nos
vas lamiendo, prometemos esperar pacientemente hasta la salida del último.
Luego empezaremos a querer chupar algo y activaremos nuestro tacto y nuestro
olfato. Empezaremos a reptar y a desplazarnos, buscando alguna de tus mamas. Tú
estate quieta, por favor, y facilítanos estos primeros pasos tan importantes
para nuestra existencia. Al ponernos en contacto contigo, tu cuerpo sabrá que
estamos ahí y empezará a segregar oxitocina en gran cantidad para contraer tu
útero y hacer emanar de tus mamas las primeras gotas de calostro. (¡Qué sabia
es la naturaleza!) Entonces todos mamaremos y lo haremos bien, porque el
calostro será vital en esos primeros momentos.
Todos deseamos estar contigo, porque
imaginamos que tú también quieres que salgamos de una vez. Tenemos muchas ganas
de quererte y muchas ganas de sentirnos queridos. Y tenemos mucha curiosidad
por conocer a los “humanos”…
Los
humanos… ¿Podré complacer a todas las familias que esperan un cachorro? Puedo
adivinar los cachorros que llevo, pero desconozco su sexo y el color de su pelo.
Las collies somos inteligentes por naturaleza, pero aún no sabemos cómo
seleccionar el sexo de una camada. Ojala la repartición de sexos sea la
adecuada.
El
parto será inminente. Mis sentidos acumulan nuevas sensaciones, cada vez con
mayor intensidad.
He perdido el apetito y hace horas que
no como nada. En estos momentos estoy incómoda, me tumbo, me incorporo, me
siento... cambio constantemente de postura. No puedo evitar rascar
frecuentemente el suelo o la pared. Tengo pérdidas y me lamo la vulva. Estoy jadeando
cada vez con más insistencia. Salgo fuera con deseos de orinar o defecar, pero
no. La presión de los cachorros me confunde y vuelvo a entrar.
En
una mesa observo un montón de toallas limpias, unas tijeras sin punta bañadas
en alcohol, un frasco de mercromina, una caja de guantes de latex desechables…
Mi familia humana está preparada. Me tranquilizan, me hablan suavemente dándome
ánimos y me acarician… Me ponen el termómetro. Mi temperatura corporal ha
descendido un grado.
“Prou d’ordinador, NINA. Estàs a 37
graus” –me dicen
Ya
está. Se acabó la espera. Nuevas vidas se están abriendo camino... En menos de
24 horas estarán aquí. Todo irá bien. Tengo buenas vibraciones.