“Ni como naturalista ni
como biólogo puedo ser partidario de las corridas de toros. Es asombroso que
exista un público que disfrute y sienta placer viendo como un hombre mata a un
animal en la plaza de toros. La mal llamada fiesta nacional es la máxima
exaltación de la agresividad humana”
(Félix Rodriguez de la Fuente)
Aún
estoy indignada por el vil asesinato de “Rompesuelas”, el Toro de la Vega,
en Tordesillas, a manos de una marabunta de cobardes. Me duele
en el alma que España sea uno de los países donde, en pleno siglo
XXI, el maltrato a los toros sea el “aliciente” de un gran número de
fiestas populares (corridas, encierros, correbous...etc.). Es una “tradición”
cuya continuidad no se justifica en una sociedad civilizada.
“Yo soy un toro
indultado –me dijo. Tuve suerte y me perdonaron la vida. No es
habitual que un Juez de Plaza otorgue el indulto a un toro. Pensó que yo era un
toro bravo, bello y de buenas formas, noble al embestir, elegante en
movimientos, resistente y fuerte. Dijo que merecía vivir para tener
descendencia que herede esas características. Puede que yo sea un toro bello,
noble, elegante, resistente y fuerte, pero lo que no soy es “bravo”. Por mucho que
lo intentaron. Antes de salir a la plaza, me maltrataron para despertar una
agresividad que no poseo. Me golpearon con sacos de arena, me clavaron
dolorosas puyas en los músculos del cuello para que no pudiera girar la cabeza
y embistiera siempre de frente, me limaron los cuernos, me pusieron un líquido
irritante en los ojos... Y luego, ya en el ruedo, un hombre con un caballo me
clavó y retorció una lanza en los músculos de la espalda y del cuello para
asegurar la máxima pérdida de sangre… Aguanté todo lo que pude y al final, me
indultaron. Y aquí estoy, viviendo feliz. Ahora soy un simple herbívoro
pacífico pastando y rumiando en paz”.
Tengo
un amigo en Perú que siempre me está increpando por las corridas de toros. Hace
un tiempo me escribía: “No entiendo,
realmente no entiendo como alguien puede pensar que las corridas de toros es un
arte. No es arte, esto es maltrato, sufrimiento, nada bueno. Es todo malo,
tanto para el toro, animal indefenso debo decir, como para las personas que lo
ven y lo apoyan, personas con malos sentimientos que disfrutan de ver sufrir,
agonizar y morir a pobres animales, que están indefensos…”
Yo,
una simple collie, no tengo la solución. A mí también me cuesta entender cómo
hombres, mujeres y niños, pueden ir a presenciar algo tan lúgubre como ver
perecer un animal tan fríamente. Es la cultura del sadismo, el arte de la
muerte y el dolor.
“Lo
compré en la ganadería Domecq y estaba destinado a ser toreado en Barcelona.
Cuando les pregunté si era difícil educar a un toro me contestaron: ‘si lo
cuidas bien, verás que es incluso más fiel que un perro’. Esto demuestra que
ellos saben bien el tipo de animal que tienen y que mandan a las corridas”. (Christophe
Thomas)
“Explican los amantes de
esta fiesta que los toros es parte de la cultura española y eliminarla sería
desdeñar nuestra tradición, nuestra idiosincrasia de país. Ninguna tradición
justifica el maltrato animal para el deleite de unos pocos. Era tradición
antiguamente quemar a personas por no ser de una religión concreta. Muchas
cosas horribles eran tradiciones que fueron desapareciendo con el paso del
tiempo. También es tradición en la actualidad la ablación femenina en países
orientales y no por ello debemos mostrarnos impávidos. Es estúpido identificar
a un país únicamente por una sola tradición. Y más estúpido es si hablamos de
un país como España, uno de los países más ricos en cuanto a cultura y
tradición.
Muchos taurinos se
jactan de que mejor que ellos nadie trata a este animal. Que nadie como
ellos respetan y admiran su existencia. Y me resulta esto tremendamente
contradictorio, pues si respetas y aprecias algo o a alguien, no lo demuestras
precisamente por medio de la tortura. Es por eso que las personas que disfrutan
de este tipo de eventos las considero de un perfil muy bajo en cuanto a nivel
intelectual y emocional. Carentes de empatía, delicadeza y ternura. No son mis
ganas de pretender ofender, simplemente, no puedo pensar otra cosa. ¿Quién
disfruta torturando a un animal? ¿Qué tipo de personas es? ¿Y qué tipo de
personas van a verlo por entretenimiento?
Comentan los taurinos que
las corridas de toros son una muestra de arte, de baile y un ejemplo de
virilidad y valentía por parte del diestro. No veo la valentía si no te
enfrentas al animal en igualdad de condiciones. Este tipo de argumento además
sólo denota arrogancia, un tufo de petulancia y altanería. Además, a los toros
se les recorta la encornadura y son drogados. Así no veo yo tanta valentía.
Que el toro no sufre,
dicen. La sola imagen del animal sangrando, jadeando, es muestra suficiente. No
se puede negar lo evidente. Los neurólogos no sólo saben que el toro es capaz
de sufrir sino que, además, lo usan como modelo en estudios sobre el dolor.
No puede haber arte en
el derramamiento de sangre, no puede haber nada bello en celebrar la muerte de
un ser vivo por simple placer. Es inhumano”.
(Alvaro
Rojas, “Anhelarium.com”)
“En España, las leyes de
protección animal de todas las Comunidades Autónomas y la del Estado prohíben y
penalizan el maltrato animal. Los festejos taurinos son la excepción,
permitiendo que un rumiante, que sólo se defiende cuando es maltratado, sea
torturado hasta la muerte. La tradición y la mal entendida cultura, que no es
cultura sino tortura, permiten este tipo de actividad, que quieren hacer Bien
de Interés Cultural, lo que les hará llegar aún más dinero público, más de
nuestro dinero, y que puede facilitar que nuestros hijos aprendan en los
colegios e institutos cómo se hace sufrir a estos animales por diversión. La
Asociación de Veterinarios Abolicionistas de la Tauromaquia (AVAT) exige que no
sea así y que el maltrato animal legalizado, del que la tauromaquia es el
máximo exponente, sea abolido”.
(José Enrique Zaldívar Laguía, veterinario, presidente de la Asociación de
Veterinarios Abolicionistas de la Tauromaquia y del Maltrato Animal y vicepresidente
de la Plataforma LTNC “La Tortura No es Cultura”)
Cada
año, miles de toros son brutalmente asesinados en plazas de varios países del
mundo. ¿Cultura o tortura? Defendida como una tradición cultural, este
pasatiempo mortal no tiene lugar en una sociedad civilizada.
El
periodista y escritor Francisco González Ledesma, escribía hace unos días en El
País: “Gente docta me dice: te equivocas.
Esto es una tradición. Cierto. Pero gente docta me recuerda: teníamos la
tradición de quemar vivos a los herejes en la plaza pública, la de ejecutar a
garrote ante toda una ciudad, la de la esclavitud, la de la educación a palos.
Todas esas tradiciones las hemos ido eliminando a base de leyes, cultura y
valores humanos. ¿No habrá una ley para prohibir esa última tortura, por la
cual además pagamos?”
A
tod@s mis amig@s, a cualquier persona que pueda viajar a México, América del
Sur, Portugal, España o Francia, no os veáis tentados a ver de qué tratan las
corridas de toros. No colaboréis con vuestro dinero a perpetuar estos espectáculos
mortales. No son cultura, son tortura.