Acaba de ser publicado hoy
mismo en la prensa. La humana es la periodista y escritora Rosa Montero. Con su
permiso, copio literalmente su artículo.
TENGO
UN SUEÑO
Sueño
que un día no muy lejano, los humanos aceptemos la total continuidad orgánica
que nos une con el resto de los animales y seamos capaces de actuar en
consecuencia. Que respetemos sus derechos; que no los torturemos, esclavicemos
y maltratemos atrozmente con ciego desdén a su dolor. Que comprendamos de una
maldita vez que son seres sintientes y no objetos.
Dentro
de unas décadas, nuestros hijos mirarán hacia atrás y se horrorizarán al ver
cómo tratamos hoy a los animales, del mismo modo que hoy nos espantamos al
recordar los desmanes de la esclavitud y de la segregación racial. Por eso he
pedido prestadas las famosas palabras de Martin Luther King en aquella
multitudinaria marcha de 1963. Seguro que ya hay lectores torciendo el gesto
por mi osadía al unir la cuestión racial y el maltrato animal. Y sin embargo
son problemas muy parecidos. En ambos casos son pura barbarie, ignorancia y
rancios prejuicios. Los racistas que creen que un negro es inferior a ellos son
como los energúmenos que piensan que un animal es una cosa con la que se puede
cometer cualquier salvajada. O sea, seres profundamente incultos e incapaces de
empatía. Por cierto, se ha demostrado que los maltratadores de animales lo son
también de personas; según un importante estudio hecho en Escocia con
psiquiatras, médicos de familia, asistentes sociales y policías, en el 86% de
las mujeres maltratadas que tenían animales de compañía, la mascota también
había sufrido daños; y de un 30% a un 88% de los tipos condenados por
exhibicionismo, acoso, violación, abuso familiar y asesinato tenían
antecedentes de maltrato animal. Y estamos hablando de antecedentes policiales,
o sea, que debieron de ser especialmente brutales. A saber cuántos más quedaron
en el anonimato. Deberíamos castigar con mucha más contundencia el abuso animal
aunque sólo fuera para defendernos nosotros mismos de los violentos.
Pero
es que no se trata sólo de autodefensa; es sobre todo una cuestión de ética,
pura justicia elemental y desarrollo cívico. El progreso social pasó por la
Declaración de los Derechos del Hombre del siglo XVIII; después, por la
inclusión de la mujer en esos derechos; y ahora tendrá que pasar por el
reconocimiento de los derechos de los demás seres vivos. Sólo así podremos
crecer y progresar.
El
mundo se está moviendo en esa dirección, impulsado sobre todo por los avances
científicos, que echan por tierra nuestro etnocentrismo. En 2012, trece
eminentes neurocientíficos de las más importantes instituciones del mundo
firmaron en la Universidad de Cambridge, junto a Stephen Hawking, el llamado
Manifiesto de Cambridge, en el que declaran que las investigaciones demuestran
que los animales tienen conciencia. Y, hace un mes, una juez argentina ha
reconocido el estatuto de persona no humana a una orangutana. En
América hay varios procesos más parecidos en marcha, y también peticiones de habeas
corpus. En España, como somos especialmente bárbaros y unos analfabetos, nos
hemos puesto a hacer chistecitos con lo de persona no humana. Sin embargo,
no nos parece nada raro que una empresa sea persona jurídica. La decisión de la
juez argentina tan sólo indica que considera que la orangutana tiene derechos
(que es lo mismo que sucede con las empresas).
Los
otros animales poseen menos inteligencia que los humanos, obvio (del mismo modo
que una medusa no es igual que un perro), pero, en sus diversos grados, tienen
conciencia, sufren y son inteligentes, algunos inteligentísimos, como los
grandes simios, con quienes nos separa tan sólo un 1% del genoma. Somos tan
semejantes a los simios que incluso podemos intercambiar transfusiones con los
chimpancés y los bonobos. Y la gorila Koko, que aprendió el lenguaje de
signos y entiende y usa varios miles de palabras, puntúa entre 70 y 95 en
nuestros exámenes de inteligencia, lo que quiere decir que, si fuera una
persona, se la consideraría de aprendizaje lento, pero no retrasada. Pero no
nos limitemos a los primates; los elefantes tienen ritos de muerte, los cuervos
fabrican herramientas, una collie ha demostrado que los perros entienden mil
palabras… Y sin embargo, ¿qué estamos haciendo con todas esas criaturas tan
complejas con capacidad para amar y sentir y sufrir? Brutalidades.
Aun
así, las cosas están cambiando. Tengo un sueño, el sueño de la hermandad
animal. No viviré para verlo, pero sé que está cerca. Por lo pronto, incluso en
este bárbaro país nuestro, el PACMA, el partido animalista, ha sacado 220.000
votos al Congreso y más de un millón al Senado (500.000 de ellos únicos al
cabeza de lista). Es decir, ha sacado más votos que UPyD y Vox juntos. Nuestra
injustísima ley electoral les ha dejado sin escaño, pero ahí está la presencia
de su fuerza. Somos muchos quienes estamos soñando.
Fuente: Rosa Montero, El País Semanal 10/01/2016