Era un día frío. Fui a visitar a Xaloc en su casa de
Calonge. Estaban reunidos toda la familia y los nietos disfrutaban jugando con
Xaloc.
Al caer la tarde, todos los niños fueron a la biblioteca. Era
la hora en que sus padres les dejaban usar la tablet. Xaloc me contó que aquí
los niños tienen un límite de 2 horas al día para usar el ordenador, los
videojuegos, la tablet… y aparatos que requieren ver una pantalla. Su abuelo,
médico jubilado, sostiene que “No sólo el
exceso de uso puede cansar la vista, sino que se ha demostrado que disminuyen
los niveles de actividad física. Y eso es muy negativo porque hay mucha obesidad
infantil, y hay que recordar que los niños necesitan jugar no sólo con su mente
sino también con sus cuerpos”. De activar el cuerpo de estos niños ya se
había cuidado Xaloc durante todo el día…
Cuando se hizo el silencio, Xaloc me dijo: “sígueme”.
Pasamos discretamente por el salón, dónde estaban los padres de los niños, unos
charlando y alguno leyendo un libro de esos modernos, sin hojas, que creo que
llaman “e-book”. Xaloc me hizo subir por una escalera de piedra, a la parte
alta de la biblioteca, donde están los libros antiguos. Los niños quedaron en
la misma biblioteca, un piso más abajo, en la parte más moderna e iluminada.
El libro se lee fenomenal porque está lleno de información
muy variada y unas ilustraciones detalladas, como haría un buen ilustrador
naturalista. El problema para un collie es que no podemos pasar las hojas con
los dedos y lo hemos de hacer con la lengua.
Se trata de un libro sobre la teoría de la evolución del
científico y naturalista Charles Darwin. En este libro, Darwin aplica
la teoría de la evolución de la selección natural a
la evolución humana y aborda muchos otros aspectos sobre psicología
evolutiva, ética evolutiva, etc. Pero lo que más me sorprendió son sus
opiniones sobre el perro:
“La mayor parte de las
emociones más complejas son comunes en nosotros y en los animales superiores.
No hay quien haya dejado de apreciar los celos del perro cuando su amo pone
afecto en cualquiera otra criatura. He observado en los monos la misma particularidad.
Esto demuestra que los animales no solamente aman: desean ser amados. Los
animales sienten manifiestamente la emulación: les gusta la aprobación y la
alabanza, en tal forma que el perro que lleva en la boca el cesto o la bandeja
de su amo muestra en alto grado el orgullo y la propia satisfacción. No puede
dudarse que el perro siente vergüenza, bien distinta del temor, aunque muy
parecida a la timidez, cuando tiene que mendigar repetidamente su alimento.”
“Es muy notable el
hecho de que el perro, desde que se ha domesticado, ha aprendido a ladrar en
cuatro o cinco diferentes tonos, si no más”.
“El afecto de un
hombre por su perro es distinto de la simpatía, como lo es también el afecto
del perro por su amo”.
¡Qué gran observador este Darwin! Pero no pudimos seguir
investigando por más tiempo. Mi familia me llamaba para regresar a nuestra casa.
Es una lástima porque me gusta ese ligero tufillo rancio de los libros viejos. El
olor a libro viejo resulta atractivo porque me recuerda al aroma de la
vainilla. Me pregunto a qué olerá un “e-book”.
Al pasar por el salón son ya varias las personas que están
leyendo y yo no huelo nada, ni a libro nuevo ni a libro viejo. Todo ese
componente físico que he experimentado en la biblioteca ha desaparecido con el “e-book”,
el libro electrónico, que están leyendo los padres de los niños. Es un rectángulo
de plástico negro y cristal, insulso y sin ningún atractivo. ¿Tan difícil es fabricar
un “e-book” que desprenda ese olor a vainilla para contentar a los románticos?
¿O hacer el cristal rugoso para “sentir” pasar las hojas?
Creo que un “e-book” no tiene cabida en esta biblioteca,
junto a tantos libros antiguos. Hoy he descubierto a Charles Darwin (¿estarán
digitalizados los libros de Darwin para “e-book”?) y he podido constatar que
una biblioteca es un espacio mágico,
lleno de historia y saber. Leer un libro es un viaje, una aventura, sumergirse
en otros mundos, espiar otras historias, salir de lo cotidiano…
Ya de regreso a casa, estirada en el maletero del coche, pensando en el libro antiguo y en el “e-book”, me doy cuenta que todo está en constante cambio, incluidos algunos humanos que no son conscientes de ello, hasta que el cambio es tan evidente que ya no tienen más remedio que hacerle frente. He ido recordando a personas que se dedican a renegar del cambio, que protestan y rabian porque las cosas han dejado de ser como son. Y he recordado también a otras personas, por el contrario, que actúan como si nada hubiera cambiado, ajenas a todo cuanto ocurre a su alrededor. Cualquiera de estas dos actitudes es contraproducente, porque impiden la mejor actitud: adaptarse al cambio. Y no lo digo yo, una pobre collie, sino el personaje que hoy he descubierto en un libro antiguo, polvoriento y con olor a vainilla, Charles Darwin: “Las especies que sobreviven no son las más fuertes, ni las más rápidas, ni las más inteligentes; sino aquellas que se adaptan mejor al cambio”.