"Todo y todos estamos hechos de una misma sustancia
viva,
la esencia de la vida, el origen de todo lo que es.
Es una inteligencia suprema que rige las órbitas de los
astros,
los ciclos del sol y de la luna, día y noche,
el transcurrir de las estaciones.
Una fuerza creadora que gesta y sostiene
el milagro de cada nueva vida,
que hace florecer la naturaleza
y latir nuestro corazón"
(Yllara Bettina Müsch)
Ésta es AMBAR, la última en incorporarse a
nuestra manada. Ha sido un regalo del destino. Dice que tiene 40 millones de
años y que vivía en el norte de Europa, en una región que ahora está cubierta
por el Mar Báltico. Millones de años atrás, por efecto de los huracanes, las
grandes tormentas o algún cataclismo, las coníferas se rompieron, y
la resina fluyó por el tronco en inmensas bolas que finalmente se
separaron y cayeron en grandes cantidades. Cuando alcanzaron el suelo del
bosque, la resina se oxidó y más tarde, cuando la región se inundó y la resina
se lavó de nuevo con agua, se volvió dura y consistente. Luego se fosilizó. Y
en una de esas bolas quedó atrapada la pequeña AMBAR. Nunca había estado con
personas, porque en aquella época la especie humana aún no existía.
Posteriormente, como resultado de los movimientos
de los glaciares y la formación de ríos y mares, esa resina fosilizada se
esparció por toda Europa. Los primeros humanos que la descubrieron la llamaron “piedra del sol” u “oro nórdico”. Hoy en día, se conoce con el nombre de “ámbar”. Aunque se le llame piedra, en
realidad tiene origen orgánico. El “ámbar”
es conocido y usado por el hombre desde tiempos prehistóricos. Es la
piedra preciosa más antigua conocida y ocupa un lugar muy especial entre las
otras gemas preciosas y semipreciosas. Por lo general es de color
miel-dorado. Cada pieza de “ámbar” es
única y nunca se han encontrado dos piedras de “ámbar” completamente idénticas.
Durante siglos, la gente ha creído que el “ámbar” posee poderes mágicos y
sobrenaturales. Esta gema inusual ha inspirado a magos, médicos, científicos y
artistas. En la antigua medicina oriental se creía que el vapor de “ámbar” fortalece el espíritu y da
coraje.
Hoy, los científicos valoran especialmente
las piezas de “ámbar” que contienen
dentro la evidencia única, conservada para siempre, de la flora y fauna de hace
millones de años en el norte de Europa. Son diferentes insectos y otros
organismos que han sido capturados en la resina. Se calcula que una de cada mil
piezas de “ámbar” tiene incrustaciones
de insectos, plantas o semillas... y de un collie, como ha descubierto
recientemente una niña de Sevilla.
Alejandra, 9 años, al salir del colegio, fue
a ayudar a su madre a abrir los paquetes que le habían llegado con su último
pedido. Ella, la madre, tiene una exclusiva tienda de minerales y piedras
preciosas: Fluorita, cuarzo, astrofilita,
cornalina, calcopirita, moscovita, ágata, amatista, calcita, labradorita,
turquesa, malaquita, lapislázuli, etc. Aunque lo cierto es que la niña se
prestó a ayudar a su madre esa tarde, porque en ese pedido habían de llegar
unas piezas de “olivina”, la piedra
favorita de Alejandra, junto con otras adquisiciones, algunas de las cuales de
mucho valor, como las de “ámbar” del
Mar Báltico.
Mientras su madre atendía al teléfono,
Alejandra empezó a sacar de la caja los paquetes individuales, cuidadosamente
envueltos. Cogió el primero, y con la delicadeza que siempre le inculca su
madre, abrió el papel burbuja acolchado que protege y aísla frente a posibles
roturas. Era una gran pieza de “ámbar”,
que, al mirarla, dejó sin respiración a Alejandra. Se puso a llorar y con voz
temblorosa, gritó: “Mamá, mamá, mira”
Su madre colgó el teléfono y se acercó. Nunca había visto una pieza de “ámbar” tan bella como la que le
entregaba Alejandra. Le dio la vuelta y se quedó estupefacta. Allí había
incrustados unos ojitos almendrados que miraban con dulzura. “Mamá, nos mira como los nuestros. Es un collie y parece estar vivo. ¿Cómo podemos sacarlo de
la piedra?” Su madre estaba en éxtasis y no le respondió.
Nunca había visto una pieza de “ámbar” tan bella. Allí había incrustados unos ojitos almendrados que miraban con dulzura |
Desenvolvieron todas las piezas y encontraron
normal el resto del pedido, incluidas las otras piedras de “ámbar. Las piezas de “olivina”,
tan esperadas por Alejandra, eran muy bonitas, pero ya no le interesaron ante
el descubrimiento del “ámbar” con
ojitos de collie.
Alejandra le pidió a su madre que no guardara
esa pieza en la tienda y se la llevaron a casa. Al llegar, hizo partícipe del
descubrimiento a su hermano pequeño, y éste demostró tanto interés en aquella
piedra, que dejó de jugar con sus espadas y pistolas, para convertirse en su primer
aliado. Cuando llegó su padre, Alejandra le dijo: “Esta piedra no se puede vender. Hay que devolverle la vida a ese
collie. Has de convencer a mamá”. “Ya sabes, hija, -le respondió su padre, que no me entrometo en los negocios de tu
madre, pero la conozco y seguro que ya está buscando alguna solución”
Efectivamente, buscó la agenda de contactos y,
en pocos minutos, ya estaba llamando a la única persona que no la tomaría por
loca y la podría orientar. “Existe una
bruja que te puede ayudar –le dijo desde el otro lado del teléfono. Es conocida como La Gran Diosa, dadora de
vida y de muerte. Ni su físico, ni su personalidad coinciden con el arquetipo
de bruja. No come niños, no viaja en escobas, no suelta carcajadas histéricas,
no tiene tratos con el diablo y, por no tener, ni siquiera tiene una verruga en
el mentón. Es una bruja moderna, joven y guapa. Y, como tantas mujeres de hoy
en día, prefieren fingir que no existen. Aunque haberlas, haylas. «Haz lo que
quieras, mientras no perjudiques a nadie» y «todo lo que hagas, bueno
o malo, vuelve a ti multiplicado por tres» son sus normas éticas. La Gran Diosa
puede ayudarte porque es el principio cósmico femenino del que todo nace y al
que todo regresa, incesantemente. Para hablar con ella, deberás viajar hasta la
poza de Malatosca, donde tiene su santuario, una gruta escondida tras la
cascada”.
“Yo no
puedo acompañarte” –le
dijo su marido. “Dile a tu amiga Ana que
te acompañe”. “No, iré sola” –le respondió.
Esa misma noche, por internet, compró un
billete de avión Sevilla-Barcelona y alquiló un coche. Para encontrar a La Gran
Diosa, debía estar allí al día siguiente, 11 de abril, noche de luna llena. Y
encontrar el agujero que da acceso a la gruta. “Lo verás junto a la cascada. Es muy estrecho. Habrás de grimpar unos
dos metros y seguramente te mojarás”. La poza de Malatosca guarda una
leyenda sobre comadronas y brujas. Dice la voz popular que en las noches de
luna llena todas las brujas de la comarca se reunían en la poza de Malatosca
para hacer sus aquelarres. Está situada en una hondonada sombría y misteriosa. El
salto de agua, por acción erosiva, ha recubierto las paredes con una capa de
roca porosa. Su situación y la presencia de agua abundante de la riera, ha
creado un ambiente húmedo que ha favorecido el crecimiento de una vegetación de
ribera abundante, de musgos y pequeños helechos que se arraigan en las paredes
del salto.
Cuando llegó a la poza de Malatosca, apenas había
luz del día y esperó a que anocheciera por completo. Estaba sola. Se sentó en
el suelo y se apoyó en un árbol, escuchando el agua de la cascada, dejando volar la imaginación bajo la luna. En
ningún momento se desprendió de la pequeña mochila donde llevaba el misterioso
tesoro, aquella piedra de “ámbar” con
los ojitos de un collie fosilizado.
En la poza de Malatosca, apenas había luz del día. Se sentó en el suelo y se apoyó en un árbol, escuchando el agua de la cascada, dejando volar la imaginación bajo la luna |
A medianoche, bajo la clara luz de la luna, trepó
por la pared mojada, salpicada por la cascada, hasta el estrecho agujero de entrada
a la cueva. Sintió el frío y la humedad adherirse como una segunda piel a su
cuerpo y un estremecimiento la recorrió cuando con su cabeza golpeó una “esquella”,
pequeña campana que llevan los bueyes de la zona, puesta allí para avisar a la
Gran Diosa.
Una pequeña escalinata, devorada por la
humedad y la erosión del tiempo, bajaba hasta el interior. El fuego de unas
velas aromatizantes era lo único que daba luz a la estancia. Y el único sonido
provenía del chisporroteo de unas hierbas de romero quemándose en un rincón.
Sentada en una roca, rígida entre las velas y cubierta de la cabeza a los pies
por un velo negro, la figura de La Gran Diosa era majestuosa, imponente.
-
“Bienvenida, diosa
hermana”
–la saludó. “¿Cuál es el motivo de tu
visita?”
Ella no sabía qué decir, ni qué responder. La
belleza de aquella bruja, esa mirada que la penetraba hasta lo más íntimo, el
lugar cargado de magia y fuerza… Todo hacía que las palabras no llegaran a su
boca y sólo pudo hacer un amago de sonrisa, mientras de la mochila sacaba la
piedra de “ámbar” con unos ojitos
incrustados. Se acercó, le entregó la pieza de “ámbar” y le contó la historia desde el principio.
-
“Aquí hay vida” –le dijo,
devolviéndole el “ámbar”. “Yo te voy a
explicar qué debes hacer para desfosilizar esta piedra. Me gusta que la
sensibilidad y la inquietud de tu hija Alejandra, te hayan empujado para ir
más allá de los límites establecidos y me hayas visitado. Te voy a
ayudar porque tú eres una mujer que sientes la Presencia de la Diosa y oyes el
eco de la Magia. La Diosa y la Bruja que vive en ti, reclaman Su Poder y podrás
hacer realidad tus sueños más profundos, deseos y anhelos. Interactuando con
Ella en tu día a día, nada de lo que desees escapará de tus manos. Porque ser
Bruja es hacer que el mundo cambie”.
La
madre de Alejandra pronto se sintió cómoda y relajada. La Gran Diosa tenía un
magnetismo especial. Estuvieron hablando muchas horas. Ambas tenían una gran
capacidad para empatizar, captar y proteger las emociones ajenas. La Gran Diosa
le explicó detalladamente el proceso a seguir. “No olvides ningún detalle y, sobre todo, piensa que, para que sea un
éxito, el rito final lo ha de efectuar un ser inocente y puro como tu hija
Alejandra y su hermano”.
Ya
amanecía cuando salió de la cueva. El coche estaba cerca y allí tenía ropa
limpia para cambiarse. Miró el reloj y se dijo: “Con un poco de suerte aún podré coger el vuelo de Vueling de las 10:05
a Sevilla”. En el navegador puso: Aeropuerto del Prat. Y arrancó el coche.
Sevilla,
12 de abril. Después de una reconfortante siesta, le explicó todo a su marido y
le dijo que habrían de viajar hasta el Pirineo aragonés con la piedra de “ámbar”, para cumplir con todo el ritual
que le ha propuesto La Gran Diosa. “Muy
bien” –asintió él, “dentro de tres
semanas es la Feria de Abril y los niños y yo tenemos fiesta. Alquilaremos una caravana
y nos iremos al Pirineo”
En la Antigüedad hubo un consenso claro
en señalar agua, tierra, fuego y aire como la base del universo.
Los cuatro elementos que se hallan en el origen de todo, según La Gran
Diosa, serán los protagonistas de este ritual para devolver a la vida a un
collie. Agua, tierra, fuego y aire han sido recurrentes para
muchas culturas a lo largo de la Historia como modos para purificarse
y renacer. En la actualidad se han renovado las formas y se ha
diluido el trasfondo religioso, pero el simbolismo de antaño se conserva
más o menos intacto.
La Gran Diosa, para cumplir con el elemento “tierra”, le pidió barro, vino y
romero. Una olla de barro de Triana, vino tinto de la variedad Merlot de la
Serranía de Ronda y manojos de romero para quemar.
Hace más de 3000 años, en Triana,
aprovechando la arcilla del río Guadalquivir,
los Tartessos comenzaron con el oficio de alfarero. Hoy en día se ha
perdido mucho esta tradición, y para conseguir la olla de barro, tuvieron que
contactar con el último alfarero de Triana, uno de los pocos que quedan en
Sevilla que ejercitan su oficio a la antigua usanza, o sea, usando el torno
como compañero básico e imprescindible del trabajo del barro.
Iniciaron el largo viaje pasando por la
Serranía de Ronda donde consiguieron dos litros de vino Merlot, una de las
partes fundamentales del ritual. Este vino se caracteriza por su finura y
suavidad, sin dejar de ser aromático y carnoso. Es de color rubí muy intenso y,
según los persas, curaba el alma de los desdichados.
El Merlot desempeñará un papel mediador con
lo imaginario y el deseo
|
Alrededor del vino emergen emociones y
pasiones. El vino simboliza alegría y vida. En la evolución del vino a
través de la historia, es difícil discernir la leyenda y la realidad, ya que
ambas se confunden y se mezclan en la boca de poetas, trovadores y brujas. El
simbolismo del vino nos remite a la inmortalidad, la sangre, la vida y el
sacrificio. El Merlot desempeñará, de manera especial, un papel mediador con lo
imaginario y el deseo. Desde siempre, el vino Merlot convive con el misterio,
el mito y la realidad. Son innumerables las leyendas que dicen que el Merlot te
pone en contacto con la espiritualidad y la trascendencia.
El otro fruto de la “tierra”, el romero, lo
fueron recogiendo por diferentes lugares durante el viaje. La Gran Diosa le
dijo que debían hacer el fuego con romero. Al quemarse, emite unas poderosas
vibraciones limpiadoras y purificadoras, y ahuyenta las fuerzas negativas. El
romero se utiliza en hechizos para limpieza de malas energías,
protección, poderes mentales, depresión, etc.
Y el romero nos conduce al elemento “fuego”. El fuego participa en casi
todas las pociones y brebajes de las brujas. Cuando la familia de Alejandra lleguen
al destino, el fuego de romero servirá para calentar los dos litros de Merlot
en la olla de barro de Triana.
El tercer elemento, el “aire”, es muy sutil y las brujas lo utilizan como vehículo. Es un
elemento invisible que la Gran Diosa usa para que contenga determinada energía.
El aire, el viento, lo que se lleva y se trae, está presente en rituales muy
complejos y potentes. Dentro de los cuatro elementos, es el más difícil de
manejar. Aquí servirá para avivar el fuego de romero.
Y llegamos al cuarto elemento, el “agua”, fundamental para el desarrollo
de la vida. Es un elemento muy común en brujería porque el agua está
relacionada con las emociones.
“Habréis
de ir a la cuenca alta del río Ara” -le dijo la Gran Diosa. “El Ara es el gran señor del Pirineo. Es el último río virgen, el
único recorrido salvaje. Sus aguas son las lágrimas de la diosa Pirene”.
Dicen que la bella Pirene consiguió escapar
del acoso de Hércules, huyendo más allá del jardín de las Hespérides y se refugió,
acogida por los pastores, en estas hermosas montañas que recibieron su
nombre. Hércules, desorientado, empezó a recorrer el universo en busca
suya. Jamás renunciaría al amor de Pirene. Al llegar la noticia a los
oídos de la diosa, temerosa, al mismo tiempo que llena de despecho, encendió
los montes, prefiriendo ver todo arrasado y aceptando su propia muerte antes que
caer en los brazos del poderoso y caprichoso dios. Hércules, de lejos, vio la
terrible humareda del Pirineo que se elevaba hasta lo alto del cielo.
Imaginando la tragedia, a grandes zancadas se dirigió a estas montañas. Llegó
al atardecer, cuando ya todo era una inmensa ascua: los bosques ennegrecidos y
sus árboles retorcidos, convertidos en carbón. Empezó a rebuscar por todos los
recónditos parajes, valles, grutas y colinas, orientándose por lo único que no
ardía: las lágrimas de Pirene que salpicaban la montaña y se quedaban
cristalizadas en los inmensos ibones de azul intenso que todavía podemos hoy
contemplar. Sólo al llegar la madrugada pudo encontrar a la diosa de sus
amores. Quiso rescatarla del incendio, pero ya era tarde. Estaba agonizando y, entre los estertores de la muerte, se la veía sonreír con gesto de triunfo por
haber podido burlar al hijo de Zeus. Jamás, ni ella ni su monte, se someterían a
nada ni a nadie. Uno de esos ibones de lágrimas es el Ibón Alto de Batanes, de
donde parte el agua del Ara, milagro de la vida para AMBAR.
Llegan al punto culminante: El puente de Bujaruelo, puente románico del siglo XIII, sobre el río Ara |
Siguiendo las instrucciones de la Gran Diosa,
Alejandra y sus padres llegan al punto culminante: El puente de Bujaruelo,
un puente románico del siglo XIII sobre el río
Ara. El día alarga, la temperatura sube y las nieves van desapareciendo de las
cimas del Vignemale, del Cilindro, del Taillón y el Monte Perdido. Los ibones
(lagos) de deshielan y el río Ara y los barrancos aumentan su caudal con una
agua blanca, estruendosa. A partir de ahora, y hasta final de junio, el Ara es
un imponente espectáculo desde su nacimiento en el macizo del Vignemale y en
todo su recorrido, de norte a sur, por Bujaruelo, la Garganta de los Navarros,
Torla, Broto, Sarvisé, Fiscal, Boltaña y su muerte en Aínsa,
donde regala sus aguas al río Cinca.
Por suerte, no hay nadie a esas horas en el
Puente de Bujaruelo. Junto a la misma pared del puente, Alejandra enciende el
romero entre tres piedras que sirven de soporte a la olla de barro con los dos
litros de Merlot en su interior. El aire sopla de repente y se aviva el fuego.
Cuando el vino ya está muy caliente, Alejandra introduce en la olla la pieza de
“ámbar”, cuidadosamente protegida
durante el viaje, para que se ablande y coja elasticidad. “8
minutos, no más” –le explicó la Gran Diosa. “El 8 es el numero de la evolución y las transformaciones, representa
el poder de la naturaleza de sanar y regenerarse”. Pasados los 8 minutos, con
la ayuda de su hermano, cogieron la olla y la lanzaron al río, desde lo alto
del puente. La olla se rompió y el Merlot con el “ámbar” se mezcló con el agua del Ara. “Habréis de esperar otros 8 minutos para que el ritual finalice y el
Ara os entregue con vida esos ojitos atrapados, por capricho de la naturaleza,
durante millones de años”
Alejandra bajó del puente, emocionada. Con la
mirada fija en aquellas aguas cristalinas, se fue acercando despacio hasta que,
sin saber el por qué, su boca se ensanchó en una sonrisa. Una felicidad
desconocida, sin causa ni motivo, la inundó y, como en un sueño, notó que aquel
ser crecía ante sus ojos, le iba viendo la cara, esa cara de felicidad, de
inocencia, de ausencia de toda malicia… ¿Cómo iba a reaccionar al ver un humano
por primera vez?... Alejandra, sin darse apenas cuenta, se había metido en el
agua y, de repente, se encontró unas patitas agarradas a su cuello, una lengua
que le lamía la cara, mientras emitía unos gemidos muy familiares. Salieron del
río y aquella bola de pelo se sacudía el agua, mientras iba saludando con
alegría al resto de la familia.
Mientras los niños jugaban y acariciaban
aquel regalo del Ara, Alejandra, siempre observadora, añadió un dato que nadie
se había cuestionado hasta el momento: “Es
una chica” –exclamó “y se llamará
AMBAR”
¿Y cómo llegó AMBAR a nuestra manada? La Gran
Diosa le había dicho a la madre de Alejandra que el ser que vuelve a la vida
después de estar atrapado en un fósil, ha de vivir siempre en libertad. Cuando,
en el viaje de regreso, se esforzaba para explicárselo a sus hijos, Alejandra miró
a AMBAR, que la tenía en sus brazos, y le dijo a su madre: “No te preocupes, mamá, ya sé dónde la dejaremos para que corra libre y
sea feliz”. Y su hermano pequeño asintió,
muy a su pesar.
Gran persona esta niña y mucha madurez para
su edad. Para estos niños, la vida se presenta como una aventura maravillosa. Su
mente sin fronteras y su viva imaginación les abren a un mundo ilimitado. Han
sido puestos en este mundo para luchar, aprender y sentirse dichosos. Seguro
que la vida tiene hermosas sorpresas para ellos. ¡Que las vivan!
En casa, damos la bienvenida a AMBAR, que ha
aceptado vivir y ser feliz en nuestra manada. Unigénita y única. Ella es la
libertad de espíritu, el ser libre e indómito, sin ataduras ni equipajes del
pasado. Es simple y natural. AMBAR es un ser de luz y está protegida por la
luz. La sabiduría cósmica se revela a través de ella. Como buen cachorro,
disfruta de la vida y sus regalos… ¡y es libre!