





Se trata de una relación muy importante para ambos. En primer lugar para el collie, en la edad de cachorro. Resulta vital que los cachorros tengan contacto con niños durante su etapa de socialización (a partir de las 7 semanas), que no teman a sus movimientos, gritos y “torturas”. Durante esta etapa, en la que se encuentran ahora mis hijos, es mayor su deseo de investigar, que sus miedos. Y las experiencias vividas ahora con niños quedarán marcadas para siempre en su memoria e irán formando su personalidad.

En segundo lugar, para el niño. Tener un collie puede ser muy beneficioso, es una excelente compañía, un amigo y generador de amigos (no hay duda que un perro motiva a otros a acercarse, conversar y conocerse), además permite que los padres le enseñen la responsabilidad y el significado de los cuidados para cuidar a otro ser vivo.
Los collies somos grandes amigos de los niños y solemos mantener con ellos una gran complicidad para jugar y hacer “travesuras”. Pero también, como buenos pastores que somos, los cuidamos, los vigilamos y los protegemos. También sabemos “escucharles” y les hacemos mucha compañía.
Está demostrado que los collies constituimos un gran complemento en el aprendizaje del niño. Además del cariño que nos tenemos mutuamente, permite a los niños adquirir una serie de responsabilidades y cuidados hacia nosotros. Sobre todo, cuando los niños ya tienen entre 7 y 10 años y pueden ser conscientes de sus responsabilidades. Por tanto, se comprometen a cuidarnos. Y así, ya desde muy pequeños, irán conociendo y desarrollando su aprendizaje para la vida, gracias a nosotros.
Un niño y un collie: una relación vital.

Emma con Max y Karuna
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