Ya hace una semana que ha cambiado la temperatura. La ola de frío siberiano nos ha dejado. Es una lástima porque me gusta el frío. Los collies nos adaptamos muy bien al frío. Podemos caminar y correr por la nieve o el hielo durante mucho tiempo, como nos muestra Ness a continuación. Es la excursión que hicieron la semana pasada Ness y Nina, una ruta por cascadas heladas.
NINA y NESS, en busca del hielo |
Está amaneciendo y es cuando mejor duermo. Se ha abierto la puerta de casa y oigo que me dicen:
- "Prepara’t, Ness, que avui ens acompanyes a la recerca de cascades glaçades. Tú i la Nina".
¿A buscar cascadas heladas? ¿Hoy de excursión? Yo diría que es lunes y nunca salimos los lunes. Bueno, voy a estirar las patas y a hacer mis necesidades. No tengo opción. De nada me sirve ser “alpha”.
El coche se pone en marcha. El termómetro marca -7º. En la radio están diciendo que a partir de mañana suben notablemente las temperaturas. Ahora entiendo por qué vamos hoy de excursión en busca del hielo. Mañana empezará a deshacerse. De todas maneras esta excursión es muy bonita en cualquier época del año. Yo la hice en verano con Perla y nos divertimos mucho con las cascadas y sus pozas de aguas transparentes.
Para realizar esta excursión, debemos situarnos en Ripoll (Girona) y llegar hasta Campdevànol por la N-152. A la entrada del pueblo girar a la izquierda con dirección a Gombrén por la GI-401. A unos 2 km ., a la izquierda, hay un camping y el área de recreo de “La font de la Querol”, donde hay que dejar el coche. En este punto iniciamos la excursión a pie por un ancho camino que sigue entre el río Merdàs y el camping. Al cabo de 10 minutos llegamos a una bifurcación y seguimos hacia la izquierda por una pista asfaltada. Atravesamos el Merdàs por un vado y seguimos por fuerte subida hacia el Valle d'Estiula, atravesado por el río Estiula, más conocido como Torrent de la Cabana. A la derecha, por encima de la pista, vemos la única masía habitada del valle. Es Cal Paraire, donde hacen quesos y yogures artesanales. A la izquierda podemos ver el cubierto donde guardan las ovejas. Un poco más adelante, a la izquierda, sale una pista de tierra con la indicación “La Mosquera”. Bajamos por ella y, en pocos minutos, la pista nos lleva a la orilla del torrente. No hay que atravesarlo. Dejamos la pista y tomamos un sendero a la derecha con señales de pintura amarilla que hay que seguir. Este sendero transcurre siempre paralelo al torrente, un poco elevado, hasta que nos invita a cruzar al otro lado del torrente. Después de una corta subida llegamos a un pequeño llano donde encontramos el sendero local con marcas blancas y verdes, que seguiremos hasta el Gorg del Colomer. Total: 4.775 m ., en 1 hora y 45 minutos. Altura: 895 m . Temperatura: -9º
De repente aparece ante nuestros ojos el imponente Gorg d'en Colomer, totalmente helado. El sol se abre paso entre los árboles y el silencio es total en este sólido templo de la naturaleza.
En verano el ruido del agua te acompaña durante toda la ruta. El lugar es espectacular, pero diferente, como muestra esta foto retrospectiva.
Me acerco hasta la cascada principal, convertida en una columna de hielo. Me sorprende la fortaleza del hielo. La columna está hueca por dentro y se oye caer el agua precipitándose hasta el fondo de la poza.
Hoy es un gran día para Nina y para mí. El hielo representa la magia del invierno en su naturaleza más pura y extrema. Encuentro que el olor del hielo es especial para un collie. Y su tacto resulta salvaje a veces, áspero otras, pero nunca demasiado gélido.
Hay que deshacer el camino para visitar las otras cascadas. Hemos empezado por la más alejada, sin detenernos en las anteriores, para evitar coincidir con otras personas. Desde que enseñaron fotos por la TV, hay muchas visitas.
Nina no cesa de investigar y le cuesta dejar este lugar.
- "Ness, Ness, he visto un pingüino".
- "No, Nina, aquí no hay pingüinos. Debe ser un mirlo. ¡Nos vamos, ya!"
Después de unos 10 minutos de suave descenso, Nina se aparta del camino hasta una gran roca soleada. Yo la sigo y nos encontramos con el Gorg Petit Colomer. “Por aquí no podemos bajar” –le digo a Nina. “Hay que retroceder y seguir el camino marcado”.
Llegamos a la poza, más soleada que la anterior, con una parte de la superficie ya deshelada. “No, Ness, aquí és perillós” –me advierten, reteniéndome. Y seguimos hacia la siguiente cascada.
Llegamos al Gorg de la Bauma. Este lugar llama la atención porque el agua ha ido erosionando y puliendo la roca y ha formado una verdadera gruta o cueva (“bauma”), donde se han formado relieves en forma de estalactitas y se ha establecido una vegetación propia de climas húmedos, con musgos y pequeños helechos.
Desde su interior, la vista es fantástica. El magnetismo que emana de estas columnas de hielo es impresionante.
Es mediodía y aquí el deshielo es notable. Las estalactitas de hielo van goteando y algunas se desprenden peligrosamente. La superficie lisa y transparente se esta convirtiendo en agua y nos ofrece bellos reflejos.
No. No estamos mirando los peces. Aprovechamos el progresivo deshielo para beber agua. Un excursionista se preocupa por nuestros pies desnudos y habla con nuestra familia sobre si tenemos o no frío.
En pocos minutos llegamos al Gorg de la Tosca, una pared lisa, totalmente helada, como la poza, porqué aquí no toca el sol.
Viendo las patas, ahora mojadas, de Nina, pienso en el gentil excursionista de hace un rato. ¿Frío en los pies? No señor, no tenemos frío en los pies. Unos veterinarios japoneses han descubierto (según “Veterinary Dermatology”) que nuestras almohadillas tienen una estructura capaz de conservar el calor. Disponemos de miles de pequeñas venas organizadas alrededor de las arterias, que irrigan la superficie de la almohadilla formando triadas vena-arteria-vena y plexos venosos. Estas triadas forman un “intercambiador de calor” a contracorriente. Cuando exponemos nuestras almohadillas a temperaturas frías, el intercambiador de calor sirve para prevenir la pérdida de temperatura mediante recirculación del calor de vuelta al cuerpo. Además, cambian el flujo sanguíneo, llevando sangre a la superficie de la piel y los plexos venosos retienen sangre caliente en la superficie simultáneamente. De esta forma las almohadillas pueden mantener la temperatura apropiada en ambientes muy fríos.
Es nuestra última cascada. “Nina nos vamos, que ya es tarde”.
Nos queda aún un buen trecho hasta el coche. Nos alejamos del Torrent d’Estiula o de la Cabana con la satisfacción de haber vivido una jornada inolvidable, una aventura de ensueño, relajante. El valle d’Estiula es muy variado, con bosques de ribera, pinedas de pino rojo y robles que ocupan la mayor parte del valle. También hay zonas abiertas, formadas por prados y matorrales, aprovechados como terrenos de pastoreo para el ganado. Pero, por encima de todo, este valle tiene un río caprichoso, natural, salvaje, mágico…que este invierno siberiano se ha convertido en un blanco santuario de hielo. Gracias, Madre Naturaleza.
(Todas las fotografías son propiedad de nuestra familia humana. La autora es Rosa Moret. Si las utilizas, debes citar su procedencia. Gracias)