lunes, 28 de enero de 2013

ACARICIAR: CUÁNDO, QUIÉN, CÓMO, DÓNDE


“Medita al atardecer,

mirando las estrellas

y acariciando a tu perro,

es un remedio infalible”

(Ralph Waldo Emerson)

 
Cómo me gusta el mar en invierno. Es un placer correr libre, a mis anchas, por esos senderos estrechos, la última franja entre la tierra y el mar. Definitivamente los caminos de ronda de la Costa Brava son una maravilla… a pesar de los humanos.

El otro día, en el camino de ronda de Platja d’Aro a Sant Feliu de Guixols, en un descanso en la zona de S’Agaró, se acercó una señora con un perro de raza pequeña. “A Milú le encanta que lo acaricien, ¿no es cierto Milú?”  - nos dijo, dándole unas palmaditas en la cabeza, con Milú más pendiente de Haila y de mí que otra cosa. Seguramente que aquella señora quería mucho a Milú. Sólo había un problema, mientras que ella estaba exultante de amor, Milú no parecía tan contento. La verdad es que parecía directamente desgraciado. Seguía girando la cabeza para alejarla de su mano, intentando evitar el contacto, sin ningún interés por su cariño en esos momentos, porque lo que deseaba era simplemente que le dejara en el suelo para jugar con nosotras.

No es la primera vez que observo a una persona acariciar alegremente a su perro, mientras éste no quiere y lucha para escaparse. Pero es que esta señora, además, le hacía la peor de las “caricias”: darle golpes en la cabeza.


 
Que nadie me interprete mal, no digo que a los perros no nos gusten las caricias. A los collies nos encantan las caricias. Pero también pueden no gustarnos. Comprender esto puede marcar la diferencia en lo feliz que una persona puede hacer a su perro. Si te pones en el pellejo de tu collie durante un minuto lo entenderás todo. Como a la mayoría de los humanos, seguramente que a ti te gusta un buen masaje en la espalda. Sólo pensarlo puede hacer que te sientas mejor. Pero no quieres un masaje cada minuto. ¿Qué pasa si estás en una reunión importante?, ¿qué pasa si estás viendo la final de la Champions donde tu equipo favorito está a punto de marcar?, ¿qué pasa si te has retrasado y estás preparando la cena para tus niños muertos de sueño?... ¿Querrás que venga tu amad@ y te dé un masaje en ese preciso momento? No lo creo. Los perros somos como las personas, nuestro gusto por las caricias depende de CUÁNDO, QUIÉN, CÓMO y DÓNDE.

¿CUÁNDO?

¿Quieres un masaje ahora mismo? No, supongo que no. Estás leyendo este post y has de sacar a pasear a tu collie. Pero seguro que te encantaría uno más tarde, cuando hayas apagado el ordenador, acabado con las tareas y te relajes por la noche.

Como a las personas, a los collies nos encantan las caricias en los momentos de relax, cuando nos hemos cansado de jugar, cuando nos ponemos cómodos y olvidamos el mundo exterior un rato. Nos encantan las caricias, pero no cuando estamos excitados en pleno juego, cuando estamos comiendo, o cuando estamos ocupados en general con cualquier cosa que requiera concentración.

Cuando un collie está corriendo y saltando, es mejor ignorarlo. El mejor momento para acariciarlo es cuando esté cansado, después de jugar o de un paseo largo.

¿QUIÉN?

Igual que las personas, los collies variamos mucho en cuanto a QUIÉN queremos que nos toque. En general, somos desconfiados por naturaleza y solo nuestra familia humana más cercana puede tocarnos a su antojo. Para  personas ajenas, somos selectivos y aplicamos nuestras preferencias particulares. Algunos collies son unos viciosos de verdad, les encanta acurrucarse con cualquier cosa que tenga manos, mientras que otros se sienten incómodos si los tocan personas desconocidas. Y aunque la mayoría de los collies podemos llegar a tolerar que cualquier persona nos toque, eso no quiere decir que nos guste.


 
¿CÓMO?

No como la señora de Milú, y otras muchas personas, que dan palmadas a los perros en la parte de arriba de la cabeza o abrazan al perro por el pecho, estrujándolo hasta que se le empiezan a salir los ojos. Pues, no. No es manera y no nos gusta. Nos gusta que nos toquen y acaricien con suavidad.

CÓMO acaricias a tu collie, puede parecer trivial y sin embargo es un tema importante. Las caricias, el tacto, son de vital importancia para la salud física y psicológica de los animales sociales como los humanos y los perros. Es cierto que las caricias son muy buenas y relajantes para los collies, pero también es un hecho biológico demostrado que acariciar a un perro puede bajar la tensión arterial  y reducir el estrés de la persona.

¿DÓNDE?

¿DÓNDE nos gusta que nos acaricien?

Si a los humanos no os gusta que os toquen en cualquier parte del cuerpo, a los collies tampoco. En general, a los collies nos gusta que nos acaricien en el lateral de la cabeza, debajo de las orejas y la barbilla, en el pecho y la barriga y en la base de la cola. Aunque algunos se vuelven locos por cualquier caricia, a la mayoría no nos gusta que nos toquen las patas ni nos gustan las palmaditas en la cabeza.


 
Yo no soy un ejemplo a seguir porque soy muy rara. Soy extremadamente cariñosa, pero anárquica. Soy muy buena con la gente, pero siempre voy “a mi bola”. Mi abuela Jolie me dice: “Tú ya no cambiarás. Eres un espíritu libre e inquieto al que nada ni nadie puede poner límites”

Pero la mayoría de los collies suelen ser muy tolerantes y normalmente no protestan ante una caricia mal dada, a menos que sea muy repetitiva. Cuando un collie se muestra reticente o echándose hacia atrás cuando alguien lo acaricia, es porque no le gusta. O no es el momento (CUÁNDO), o desconfía de esa persona (QUIÉN), o no le gustan las maneras (CÓMO), o no es el lugar de su cuerpo adecuado (DÓNDE).

Acariciar a tu collie es una manera de demostrarle que estás feliz a su lado. Lo puedes acariciar para premiarlo, calmarlo o hasta para sentirte bien tú. Pero hay maneras adecuadas y otras no tan adecuadas para acariciar. Aplícalas correctamente y tenlas presentes, sobre todo, cuando acaricies a perros que no son de tu familia.



 

 

jueves, 17 de enero de 2013

LA LEJÍA NUESTRA DE CADA DÍA


Hace un tiempo, una criadora de collies escribió en su muro de Facebook: Creo que algún día deberíamos hacer un homenaje a la lejía...” Pues aquí está.

Lo que actualmente llamamos LEJÍA es una disolución en agua de hipoclorito de sodio. La LEJÍA también es conocida popularmente (según países o zonas) como agua lavandina, agua de Giweissi, cloro, agua de Javel, agua Jane, clarasol o blanqueador.



La historia de la lejía tiene más de dos siglos. En 1785 Claude Louis Berthollet obtuvo lejía basada en hipoclorito de potasio y posteriormente Charles Tennant (1799) obtuvo hipoclorito de calcio en polvo.

Desde finales del siglo XVIII, se fueron encontrando usos al hipoclorito como desinfectante. Los pioneros fueron el médico francés Pierre-François Percy y el farmacéutico Antoine Germain Labarraque (1825), a quien se le atribuye la sustitución del potasio por sodio. Más tarde se utilizó como desinfectante de instrumental quirúrgico de campaña una vez se introdujo el concepto de asepsia y la idea de que las infecciones estaban causadas por microorganismos.

En 1897, la lejía se utilizó por primera vez para desinfectar el agua que se bebía y combatir una epidemia de tifus en el Reino Unido. Además su uso se amplía al campo terapéutico en 1900, cuando Henry Drysdale Dakin desarrolló la llamada “Solución de Dakin” un antiséptico que se utilizó masivamente en la primera guerra mundial para limpiar las heridas, que no era más que hipoclorito de sodio diluido.

Pero pese a toda esta larga historia, nadie hasta el momento se había molestado en investigar cómo funciona la lejía como antiséptico, cómo mata a los microorganismos. Ahora unos investigadores de la University of Michigan liderados por Ursula Jakob han desvelado los detalles del proceso mediante el cual la lejía realiza este truco. La esencia del proceso parece residir en cómo el hipoclorito ataca ciertas proteínas bacterianas.

A veces debemos mucho a las cosas más simples. Los humanos, en su lucha contra los microorganismos patógenos, han encontrado muchas armas y aliados, pero pocos tan simples como la LEJÍA. Gracias a este producto se puede desinfectar las superficies de la cocina, los trapos, esponjas y desagües y se puede evitar la transmisión de bacterias como la salmonela. Además, su uso en la limpieza de conductos de aire puede ayudar a evitar la propagación de la legionela. La LEJÍA ayuda a eliminar los restos de suciedad, malos olores y manchas de moho que suelen aparecer en estas zonas húmedas. Esto ayuda también a la prevención de alergias, puesto que las esporas desprendidas por el moho pueden exacerbar brotes de asma y otras enfermedades respiratorias, especialmente en niños.

Por su bajo coste y efectividad, la LEJÍA es el método más económico para controlar estas infecciones. Se trata, sin duda, del desinfectante más eficaz y asequible que actúa sobre todo tipo de gérmenes, bacterias, virus u hongos.

Y todo lo dicho es válido también para los collies, para la limpieza de nuestras bebedoras y la desinfección de nuestras instalaciones habituales, aunque puede suponer también un peligro por su fuerte olor o si la bebemos accidentalmente.
 
Pero hay algo más, que nos puede afectar directamente a los collies. Existe un virus muy resistente, amenazante, y que puede atacar (con mayor frecuencia a los cachorros), produciendo una grave enfermedad: la Parvovirosis.

“Se siguen vendiendo cachorros enfermos, -comentaba un conocido veterinario-, sin ningún control sanitario. La mayor parte de los que llegan a nuestro Hospital están infectados de parvovirus y más del 50% fallecen a los pocos días. También puede afectar a perros adultos porque, a causa de la crisis, hay personas que no vacunan a sus mascotas, con el peligro que esto implica para todos”

Mi sorpresa fue saber que el mayor antídoto contra el parvovirus es… la LEJÍA. Forma parte de la mezcla con suero, glucosa, vitaminas, etc. que inyectan vía intravenosa a los cachorros afectados. Y es vital también para evitar la propagación e infección de otros perros.

“El parvovirus –continuaba el veterinario- es sumamente resistente. Puede permanecer activo en suelos contaminados por material fecal infectado, hasta más de un año. No puede ser eliminado por los desinfectantes y detergentes que se consiguen en el mercado. Solo la LEJÍA se ha mostrado eficaz”

La vida moderna actual, apresurada, inestable, con crisis políticas y económicas, con crisis de valores... todo conduce a un mundo sin certezas. Pero la lejía sigue ahí para decir la verdad en los momentos más delicados de tu existir, cuando necesitas no tener dudas ante cualquier eventualidad y por encima de cualquier contingencia. La lejía te trae la buena nueva de la limpieza sin mácula y, sobre todo, sin bacterias. Es entonces cuando encontrarás la verdad. La verdad sin trampa ni cartón: sólo tú, tus circunstancias y ese inconfundible olor a lejía.

 

(Fuente: NeoFronteras y Wikipedia)