jueves, 17 de enero de 2013

LA LEJÍA NUESTRA DE CADA DÍA


Hace un tiempo, una criadora de collies escribió en su muro de Facebook: Creo que algún día deberíamos hacer un homenaje a la lejía...” Pues aquí está.

Lo que actualmente llamamos LEJÍA es una disolución en agua de hipoclorito de sodio. La LEJÍA también es conocida popularmente (según países o zonas) como agua lavandina, agua de Giweissi, cloro, agua de Javel, agua Jane, clarasol o blanqueador.



La historia de la lejía tiene más de dos siglos. En 1785 Claude Louis Berthollet obtuvo lejía basada en hipoclorito de potasio y posteriormente Charles Tennant (1799) obtuvo hipoclorito de calcio en polvo.

Desde finales del siglo XVIII, se fueron encontrando usos al hipoclorito como desinfectante. Los pioneros fueron el médico francés Pierre-François Percy y el farmacéutico Antoine Germain Labarraque (1825), a quien se le atribuye la sustitución del potasio por sodio. Más tarde se utilizó como desinfectante de instrumental quirúrgico de campaña una vez se introdujo el concepto de asepsia y la idea de que las infecciones estaban causadas por microorganismos.

En 1897, la lejía se utilizó por primera vez para desinfectar el agua que se bebía y combatir una epidemia de tifus en el Reino Unido. Además su uso se amplía al campo terapéutico en 1900, cuando Henry Drysdale Dakin desarrolló la llamada “Solución de Dakin” un antiséptico que se utilizó masivamente en la primera guerra mundial para limpiar las heridas, que no era más que hipoclorito de sodio diluido.

Pero pese a toda esta larga historia, nadie hasta el momento se había molestado en investigar cómo funciona la lejía como antiséptico, cómo mata a los microorganismos. Ahora unos investigadores de la University of Michigan liderados por Ursula Jakob han desvelado los detalles del proceso mediante el cual la lejía realiza este truco. La esencia del proceso parece residir en cómo el hipoclorito ataca ciertas proteínas bacterianas.

A veces debemos mucho a las cosas más simples. Los humanos, en su lucha contra los microorganismos patógenos, han encontrado muchas armas y aliados, pero pocos tan simples como la LEJÍA. Gracias a este producto se puede desinfectar las superficies de la cocina, los trapos, esponjas y desagües y se puede evitar la transmisión de bacterias como la salmonela. Además, su uso en la limpieza de conductos de aire puede ayudar a evitar la propagación de la legionela. La LEJÍA ayuda a eliminar los restos de suciedad, malos olores y manchas de moho que suelen aparecer en estas zonas húmedas. Esto ayuda también a la prevención de alergias, puesto que las esporas desprendidas por el moho pueden exacerbar brotes de asma y otras enfermedades respiratorias, especialmente en niños.

Por su bajo coste y efectividad, la LEJÍA es el método más económico para controlar estas infecciones. Se trata, sin duda, del desinfectante más eficaz y asequible que actúa sobre todo tipo de gérmenes, bacterias, virus u hongos.

Y todo lo dicho es válido también para los collies, para la limpieza de nuestras bebedoras y la desinfección de nuestras instalaciones habituales, aunque puede suponer también un peligro por su fuerte olor o si la bebemos accidentalmente.
 
Pero hay algo más, que nos puede afectar directamente a los collies. Existe un virus muy resistente, amenazante, y que puede atacar (con mayor frecuencia a los cachorros), produciendo una grave enfermedad: la Parvovirosis.

“Se siguen vendiendo cachorros enfermos, -comentaba un conocido veterinario-, sin ningún control sanitario. La mayor parte de los que llegan a nuestro Hospital están infectados de parvovirus y más del 50% fallecen a los pocos días. También puede afectar a perros adultos porque, a causa de la crisis, hay personas que no vacunan a sus mascotas, con el peligro que esto implica para todos”

Mi sorpresa fue saber que el mayor antídoto contra el parvovirus es… la LEJÍA. Forma parte de la mezcla con suero, glucosa, vitaminas, etc. que inyectan vía intravenosa a los cachorros afectados. Y es vital también para evitar la propagación e infección de otros perros.

“El parvovirus –continuaba el veterinario- es sumamente resistente. Puede permanecer activo en suelos contaminados por material fecal infectado, hasta más de un año. No puede ser eliminado por los desinfectantes y detergentes que se consiguen en el mercado. Solo la LEJÍA se ha mostrado eficaz”

La vida moderna actual, apresurada, inestable, con crisis políticas y económicas, con crisis de valores... todo conduce a un mundo sin certezas. Pero la lejía sigue ahí para decir la verdad en los momentos más delicados de tu existir, cuando necesitas no tener dudas ante cualquier eventualidad y por encima de cualquier contingencia. La lejía te trae la buena nueva de la limpieza sin mácula y, sobre todo, sin bacterias. Es entonces cuando encontrarás la verdad. La verdad sin trampa ni cartón: sólo tú, tus circunstancias y ese inconfundible olor a lejía.

 

(Fuente: NeoFronteras y Wikipedia)

 

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