martes, 30 de julio de 2013

TACTO, EL GRAN OLVIDADO DE NUESTROS SENTIDOS

Para los humanos, de los cinco sentidos, el tacto es el segundo en importancia tras la vista. La comunicación a través del sentido del tacto es una parte muy importante para su crecimiento emocional. Y, aunque no todas las personas lo utilizan por igual, tocar y ser tocados es una necesidad.

Para los collies, en cambio, el sentido del tacto no es tan importante y ocupa el penúltimo lugar. Apenas lo utilizamos para jugar con nuestr@s dueñ@s y recibir sus caricias. Con una notable excepción: es el primer sentido que utilizamos cuando nacemos, ya que el oído y la vista no los activamos hasta pasados 11 días.


Mi madre ya me lo había explicado y ahora lo estoy experimentando con mis bebés. El tacto es el primero de los sentidos que entra en actividad tan pronto nace el cachorro, y del que éste se vale para detectar la proximidad de la madre y localizar las tetas. En nuestra raza, la mayor sensibilidad táctil en estos primeros momentos se encuentra en la fina piel de la nariz del cachorrito y de su lengua. Se trata de una sensibilidad de orden térmico o de reacción a la temperatura. Mis cachorros, acercando su nariz a mis mamas, perciben la temperatura de éstas, y mediante el tacto localizan el pezón al que de inmediato se prenden. Ahora, que ya tienen 16 días, observo con satisfacción cómo se “pelean” por tomar una buena posición. Me encanta ver con qué entusiasmo chupan y cómo rodean el pezón con su lengua, de esa manera tan característica. Ello es debido a que, a través de la lengua, perciben la temperatura de la leche, la misma que la temperatura fisiológica corporal.

Esta observación tiene una importancia vital cuando por la circunstancia que sea, se hace necesario que un humano críe al cachorro con biberón, ya que si la leche que le da no guarda la temperatura adecuada, el cachorro desechará toda oferta que le haga. La sensibilidad de la lengua del cachorro es tan acentuada, que bastará la pequeña diferencia de tres o cuatro grados en la temperatura para que se produzca un rechace. La temperatura que debe tener y mantener el biberón ha de estar entre 37º y 38º. En cuanto esta temperatura desciende, el cachorro rechaza la tetina, lo que puede ser erróneamente interpretado como que el cachorro ya no tiene más ganas de leche.

Hoy, aunque mis hijos ya han abierto los ojos y empiezan a escuchar los primeros sonidos, siguen utilizando el sentido del tacto (junto con el olfato), para saber  dónde estoy situada. Y cuando sienten un roce en su cuerpo (tacto corporal) saben si han sido tocados por alguien de nuestra familia humana, por mí o bien por sus hermanos de camada. Se buscan, se amontonan, se lamen… Ellos saben que cualquier roce es positivo para la estabilidad de su futura vida de adulto. Si a uno de estos cachorros se le impidiera todo contacto, su cerebro se vería privado del estímulo que necesita para crecer y funcionar. El tacto a esta edad es muy importante para que más adelante los cachorros desarrollen un sistema emocional equilibrado y puedan integrarse y convivir plácidamente con la familia humana y su entorno.

 
A medida que el cachorro va creciendo, el uso del tacto lo irá aplicando a nuevas necesidades. Sus almohadillas plantares llegarán incluso a captar las sensaciones del suelo que pisa, llegando con el tiempo a ser capaz de percibir las vibraciones de éste hasta tal extremo, que si a un cachorro de tres meses le taponáramos los oídos de forma que no pudiera captar ningún sonido, recogería a través de su tacto con las almohadillas de sus patas las vibraciones de los pasos de su dueñ@ y se percataría de su presencia o aproximación sin necesidad del auxilio auditivo ni del visual.

La sensibilidad táctil está repartida por todo el cuerpo a través de la piel y del pelaje. Tenemos unos bigotes, es decir, pelos sensibles más gruesos alrededor de los ojos, del hocico y por debajo de la mandíbula que nos permiten captar la velocidad y dirección del aire. Pero conforme se van perfeccionando nuestras facultades olfativas, auditivas y visuales, el sentido del tacto va perdiendo importancia. Con el paso del tiempo nuestras almohadillas se endurecen y pierden sensibilidad. Los receptores infrarrojos de nuestra trufa, capaces de captar cambios de temperatura, también van perdiendo potencial, en beneficio del olfato.

Nuestra parte más sensible del tacto, en nuestra edad adulta, se encuentra a lo largo de la columna vertebral, del cuello a la cola. Por ello, nos gusta rodar por la hierba y que los humanos nos acaricien, puesto que esto nos produce un efecto calmante, relajante y antiestrés.
 

 

viernes, 19 de julio de 2013

ENVEJECER CON DIGNIDAD


"Los que en realidad aman la vida son aquellos que están envejeciendo"
(Sófocles)

 
He sido madre de 8 preciosos bebés. Todo ha ido perfecto, mejor de lo que me imaginaba. Creía que estaría mucho tiempo sin poder escribir en el Blog, pero los cachorros se portan tan bien que aquí estoy de nuevo.

Hace ya un mes que vivo separada del resto de la manada, en la zona de cría. Por suerte no estoy sola, porque tengo muy cerca a Cap y Enate, los “carrozas” de la manada, con los que estoy charlando mucho, sobretodo escuchando, y aprendiendo. Conviviendo con ellos me he dado cuenta que los collies nos hacemos mayores, como los humanos, y también envejecemos y vamos sufriendo los achaques propios de la edad. Eso está ocurriendo en nuestra manada, donde ya son varias (Weiss, Venus, Jolie…) las que poco a poco van sumergiéndose en esa etapa senil donde cambian sus actitudes y sus costumbres. Van perdiendo agilidad, vista, oído… Y no es que se encuentren mal o que estén sufriendo, no, es simplemente el deterioro natural de cualquier ser vivo.

CAP, pelo rojizo, cara canosa, ajeno a los juegos de sus nietas

Hace un tiempo, mi abuela Jolie me comentaba: “Para las personas nacidas en España durante este año, la esperanza media de vida es de 82 años. Superior a la de sus padres y aún más superior a la de sus abuelos. Para un collie, en cambio, siempre es la misma. La esperanza de vida del collie apenas varía con el paso de las generaciones. Esos bebés que esperas, vivirán los mismos años que vivieron mis antepasados...”

Hoy, mirando a mis cachorros durmiendo felizmente, me pregunto: ¿Son conscientes todos los humanos que envejecemos antes que ellos y que necesitaremos cuidados especiales y un ritmo de vida diferente?. Las personas que comparten sus penas y alegrías con un collie, casi nunca se plantean una cuestión inevitable, real y desagradable, pero que debe ser asumida en toda su crudeza: no vivimos tanto como los humanos. Por regla general, lógica, la persona que va a adquirir uno de mis cachorros debe pensar que, transcurridos 8, 9 o 10 años, si no ha muerto antes por un accidente o enfermedad, comenzará una segura e imparable época de disminución progresiva de sus facultades físicas, y también un cambio de carácter.

Una amiga humana escribía sobre su collie de 10 años: “Cuando me mira me transmite tanto que no puedo eludir esa mirada y esos suaves cabezazos que te da para que le prestes atención, asomando la cabeza por debajo de tu axila. Sus sentimientos, sus actos de dulzura y su fiel comportamiento han marcado nuestra vida en común. Ha sido una inmejorable compañera que me ha dado todo por nada, ahora me toca a mi devolvérselo cuidándola con mas mimo si cabe y permitiéndole esas actitudes seniles que no puede evitar. Yo nunca podré entender a esas personas que se deshacen de sus mascotas cuando envejecen”.

Abuelita ENATE con Venus, una de sus 71 nietos conocidos
 
Cap me contó una anécdota que vivió hace unos años:

“Un día vino un representante de piensos a hacer sus ofertas. Nuestra familia lo recibió fuera, en el porche, y yo, tumbado bajo la mesa, pude seguir todas las negociaciones, mientras tomaban café con hielo. Antes de marchar, el visitante preguntó: “¿Cómo es que tenéis collies viejos y no los dais en adopción?” Un escalofrío recorrió mi cuerpo, ¿lo decía por mí?. Enseguida me tranquilicé cuando oí: “De casa solo salen collies jóvenes, para ir a buenas familias. Los viejos se quedan con nosotros hasta el fin de sus días”

Fue entonces cuando en casa rehabilitaron una zona para los collies mayores de la manada. Un espacio tranquilo, alejado de los visitantes. Es el “Bosc de la Tercera Edat”, donde no tenemos acceso los collies jóvenes ni los cachorros, que pueden provocar a los mayores con sus juegos bruscos. Aquí los mayores disponen de suficiente espacio para caminar y correr a su ritmo, disminuyendo la intensidad y duración, pero aumentando la frecuencia.

Los collies, sea cual sea nuestra edad, vivimos cada momento con intensidad y también podemos seguir disfrutando de la vida cuando seamos mayores. Un collie mayor puede tener problemas de huesos o articulaciones, incontinencia, pérdida de vista u oído, problemas en la dentadura y en la piel, deterioros en los órganos, desajustes hormonales, etc. También se pueden apreciar otras alteraciones como trastornos del sueño, desorientación, o reacciones diferentes a las que tenía cuando era joven. Todos estos cambios pueden ocasionar modificaciones de su conducta que hay que tener muy presente. En algunos casos el collie mayor puede parecer más apacible y sereno, mientras que en otros puede sentirse más irritable e inseguro, cuando antes no lo era. Por tanto en esta nueva etapa, la vejez, las personas responsables deben ayudarnos a que nuestra calidad de vida sea lo mejor posible.

WEIS, con problemas de huesos, pero feliz en su vejez
 
Weiss, que en octubre cumplirá 10 años, me confesaba hace un tiempo: “Mis caderas me traen muchos problemas. Una vez que me incorporo y echo a andar, una vez que mis coyunturas y ligamentos entran en calor, me siento bien y me muevo sin inconvenientes. Pero cuando duermo y me quedo tumbada en un mismo lugar durante algún tiempo, se me agarrotan las articulaciones de las patas traseras y me cuesta volver a moverme, incluso incorporarme.”

“Envejecer es patético. Está lleno de limitaciones y reducciones. Creo que estoy desarrollando una incontinencia urinaria. Son apenas unas gotas, pero me incomodan” – me comentaba ayer Enate, a punto de cumplir 11 años. Ella, que ha llevado una vida superactiva, es a quien más le cuesta aceptar la realidad de la vejez.

Venus, 8 años y medio, me transmitía este mensaje para las personas que comparten la vida con un collie: “Ya lo hemos hecho todo en la vida. Hemos respondido con creces a las expectativas de nuestra familia humana. Ahora necesitamos su paciencia, cuidados y comprensión, para ayudarnos a seguir disfrutando de la vida en esta etapa final de una forma lo más agradable posible”.

Cuidar de los collies mayores, acompañarlos, vivirlos hasta su final, creo que más que un deber, es una necesidad inmediata. Queremos ENVEJECER CON DIGNIDAD. Lo que menos se merece un collie mayor es la soledad, la ausencia de la familia humana con la que convivió y por la que lo dio todo.