Ha
pasado ya la noche de San Juan, la noche más corta del año, y ha vuelto la
tranquilidad a la manada. San Juan es una de las festividades más celebradas por
la mayoría de hombres y mujeres que viven la cultura catalana. Es “la nit del
foc”, la noche del fuego, pero, desgraciadamente, se está convirtiendo también en
una fiesta muy temida por todos los perros (y propietarios).
El
23 de junio es el día en que los pueblos han celebrado siempre el solsticio de
verano, que es el momento del año en que el Sol está en su punto más alto, y, por
tanto el momento del año en el que el Sol ha calentado más tiempo la Tierra. Si
la luz y la energía del Sol dan vida, es en esta noche cuando toda la Tierra se
presenta con su máximo esplendor y con todas sus virtudes…
Agua,
tierra, viento, fuego… Seres fantásticos, demonios, brujas, “dones d’aigua”…
Guirnaldas trenzadas, saltos de hogueras, bendiciones, ritos, símbolos,
tradiciones… “La flama del Canigó”… Aquí y en muchas partes del mundo. Pero
¿qué significado tienen los petardos y cohetes? ¿Por qué tantos petardos y
cohetes indiscriminadamente? ¿No se han convertido en demasiado vulgares y
previsibles todas las verbenas de esta noche mágica?
¿Algún
humano nos puede explicar a todos los perros “maltratados por el ruido” porqué,
en una sola noche, se han consumido en Catalunya 20 toneladas de pólvora? “Una noche tranquila” -anunciaron ayer los
medios. Aunque 255 personas hayan recibido asistencia médica, 15 con quemaduras
graves, 74 han sufrido amputaciones y 42 con lesiones oculares… Y, para mayor
tristeza, la mayoría han sido niños. Me pregunto si los humanos están bien de
la cabeza…
Por
desgracia, la irresponsabilidad de algunas personas, nos afecta muy mucho a los
collies, que tenemos una sensibilidad auditiva muy superior a los humanos y por
lo tanto los petardos y cohetes nos afectan en mayor grado. Nos crean
confusión, desorden, agitación, pérdida de armonía y equilibrio. Aumentan nuestras
pulsaciones, se modifica el ritmo respiratorio, se produce tensión muscular y
presión arterial, perdemos agudeza de visión…
Yo
pasé la noche aislada con mis 6 hijos, escuchando música de Eyna para
relajarme. Los cachorros apenas tienen un mes y no se enteraron de nada. Su
oído aún no está suficientemente desarrollado. El resto de la manada tenían la
opción de entrar en casa y así lo hicieron la mayoría, menos las tres más
jóvenes, Swan, Lassie y Ara, que se quedaron fuera a jugar sin importarles los
petardos. Cap, el más viejo, tampoco se movió de su lugar habitual porque su
oído está ya muy gastado para oír lo que no quiere oír.
“Por San Juan, es la fecha del año en
que se pierden más perros, que huyen presos de pánico –me explicaba Cristina. Algunas de estas huidas las provocan los graciosos de turno que lanzan petardos en los
jardines o en las puertas donde hay perros. Desgraciadamente tenemos imbéciles
por todas partes”.
Ha
pasado San Juan, pero habrá otras fiestas en las se utilizará también
pirotecnia y volverá el mismo problema: el miedo de la mayoría de los perros a
los petardos. Es una gran cantidad de estímulos sonoros y luminosos a los que
no todos los perros están acostumbrados. Para poder ayudarnos, los humanos nos habéis
de comprender, ya que el simple desconocimiento de lo que nos pasa y una mala
intervención, nos puede generar más efectos contraproducentes.
“Reñir a vuestro collie porque tiene
miedo –continúa Cristina, es absurdo y cruel. No está haciendo nada
malo, no lo hace a propósito: tiene miedo. Y cuando uno tiene miedo, no
controla lo que hace, solo sufre. Tampoco es una buena opción aplicar una
terapia de shock. Es decir, no penséis
que para eliminar ese miedo sea bueno llevar al collie al medio de los petardos
para ver si así se le pasa. Será peor y será él quien entre en un estado de shock”.
Los
estruendos que se lanzan durante las fiestas, se repiten todos los años y en
todos los países. Sin duda, es la cultura del ruido que predomina en la mayoría
de la gente. Si se dice que el silencio da salud, el ruido descontrolado
produce stress, afecta los nervios y produce sensación de malestar. ¿Qué humano
puede pensar constructivamente en medio de ese caos? Qué pocas personas saben
disfrutar de ese don universal que es el silencio. Los humanos vivís en medio
del estruendo. Construís el entorno ruidoso porque teméis enfrentaros al
silencio que os obliga a encontraros con vosotros mismos, a ir a vuestro
interior. Como dijo Soren Kiergaard, “Solo
una persona que sabe permanecer esencialmente en silencio, sabe hablar y actuar
esencialmente. El silencio es la esencia de la vida interior”.
En
medio de esta cultura del ruido en que vivís las personas, los collies os
podemos ofrecer momentos de silencio, un encuentro nuevo con lo más hondo de la
vida que os posibilite también un encuentro profundo con los demás. Las
personas, cada vez más, necesitáis espacios de silencio, lugares donde se pueda
percibir la sabiduría del recogimiento, la armonía de lo esencial, la quietud
del espíritu, el ritmo sosegado, la vida en profundidad. Ahí nos tendréis siempre, porque los collies somos de vida interior.