martes, 17 de noviembre de 2015

HOJAS CAÍDAS

“Hojas del árbol caídas, juguetes de viento son,
las ilusiones perdidas, hojas son ¡ay! desprendidas del árbol del corazón”
(José de Espronceda)

Yo soy NINA y este es mi dominio: la Naturaleza

Hace días que llegó el otoño. Puede que algunos humanos no se hayan dado cuenta porque aún hay gente bañándose en la playa o tomando un helado en vez de castañas. Hay quien lo llama “veroño”, porque durante el día sigue haciendo calor y solo por la noche refresca un poco. Mi abuela Jolie está preocupada por el clima y no le gustan los humanos que van en contra de la madre Naturaleza, queriendo crear una nueva estación. “El  cambio climático y el calentamiento global es culpa de la especie humana” –me repite con frecuencia. “Y con estas perspectivas, los collies cada vez tendremos menos pelo”. Y acaba: “No olvides nunca esto, querida Nina: La Naturaleza no siempre es compasiva. Puede ser generosa, tierna y maternal como una madre, y también devastadora y sin piedad como un dios furioso”.


Seguidme. Aquí empieza la historia de las "Hojas Caídas"

Caminar en otoño por el bosque es tan sugerente como hacerlo durante el resto del año, si no fuera por los mensajes que la Naturaleza envía a los sentidos en esta estación. Pocas cosas hay que puedan superar la belleza y la magia de estos paseos, salpicados por los marrones, los naranjas y los rojizos de los paisajes llenos de hojas caídas y árboles que empiezan a desnudarse.

Bruixa se ha vuelto loca. Quiere convertirse en una hoja. Una hoja de cualquier árbol, una hoja caída, que se mueve a donde el viento sople, de esas que por momentos se detienen y luego vuelan para ocupar otros espacios no planificados. Le fascina pensar en la fuerza de la espontaneidad, de no planificar, de dejar que simplemente sea. Por eso Bruixa desea ser hoja caída, fluir con el viento, y acompasar los movimientos acompañada de otras hojas, que como ella, lo único que desean es ser livianas y no pensar, no sentir, solo volar y dejarse llevar.

Al detenernos en medio del bosque, totalmente quietas sobre las hojas secas, el silencio es total. La Bella Swan me dice con razón: “Los humanos viven tan deprisa que se olvidan de disfrutar de la vida, de sentirla, de olerla, de escucharla, de contemplarla, de degustarla. Se olvidan de vivir con magia. Las collies, no. Nosotras acariciamos la vida, sentimos su aroma, escuchamos su sinfonía, contemplamos su belleza y degustamos sus sabores. Nuestros sentidos están despiertos. Vivimos siempre con magia, hoy gracias a las hojas caídas”

Me gusta el otoño, cuando las hojas caen, cuando emprenden su vuelo indeciso entre los vientos, cuando se posan y piensan... ¿Qué piensan las hojas caídas? ¿Qué piensan, qué sienten cuando dejan de ser verdes y se vuelven ocres?...

Todos los collies deberían pisar alguna vez las hojas caídas, ese suave y a la vez duro “cras-cras” que hacen al contacto de nuestras patas. Escucharlas crujir nos hace pensar en un cuento de hadas, nos hace volver a ser cachorros y nos da energía para vivir a tope…, como muestran las siguientes fotos…

GORY, no te pierdas que entramos en el bosque

Hemos de ir hacia allá, donde están todos. 
Vamos, ya se acaba la subida
"Aquí hay algo" (Sí, encontró basura de los humanos)
MERLOT, buscando las hojas más grandes
"¿Y ahora qué? Allá hay más hojas caídas. ¿Por dónde pasamos?" -se pregunta BRUIXA
Aquí hay muchas hojas. Es magnífico para galopar.
Culos salpicados de hojas
Juegos y peleas: El placer de revolcarse por las hojas
Se acabó la aventura. Una última mirada al paraíso de las hojas caídas. El año que viene volveremos.


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