martes, 8 de septiembre de 2009

LA MEJOR OBRA DE DIOS


Al sexto día Dios creó al Perro.
Apenas fue creado, el Perro lamió la mano del Buen Dios. Y el Buen Dios le acarició la cabeza.

- ¿Qué quieres, Perro? –preguntó el Señor.


- Señor Buen Dios, quisiera alojarme en tu casa, en el cielo, frente a tu puerta.
- Yo no necesito perro, ya que todavía no he creado a los ladrones.

- ¿Cuándo los crearás, Señor?
- ¡Jamás!. Estoy cansado. Hace ya cinco días que trabajo, es hora de que descanse. Ya he creado mi mejor obra. Eres tú, Perro, mi mejor criatura, mi obra de arte. Es mejor pararme aquí. No está bien que un artista se esfuerce más allá de su inspiración. Si persistiese en crear, sería capaz de fracasar. ¡Vete, Perro! Vete enseguida a poblar la tierra. Vete y sé feliz.

El Perro dio un profundo suspiro:
- ¿Qué haré sobre la tierra, Señor?
- Mira, comerás, beberás, dormirás, crecerás y te multiplicarás.

El Perro suspiró más tristemente aún.
- ¿Qué más quieres? –dijo el Señor.

- A ti, Señor, mi Patrón. ¿No podrías establecerte también tú sobre la tierra?
-
No. Te aseguro que no puedo instalarme sobre la tierra para hacerte compañía. Otros asuntos me tienen ocupado: este cielo, estos ángeles, estas estrellas..., te aseguro que me dan mucho que hacer.

El Perro bajó la cabeza e hizo ademán para irse, pero después se volvió:
- Si solamente, Señor Buen Dios, hubiese allá abajo una especie de patrón de tu clase…
- No –dijo el Buen Dios-. No lo hay.

El Perro se hizo pequeño, pequeño, humilde, humilde, y suplicó todavía más de cerca:
- Si tú quieres, Señor Buen Dios… Podrías intentar, probar…
- Imposible –replicó el Buen Dios-.
He hecho lo que he hecho. Mi obra está cumplida. Jamás podré crear un ser mejor que tú. Si hoy crease otro, lo siento en mi mano derecha, me saldría mal…

- ¡Oh! Señor Buen Dios –suplicó el Perro-, no importa que salga mal, con tal de que yo pueda seguirlo donde quiera que vaya y echarme a sus pies cuando se pare.

Entonces el Buen Dios se maravilló por haber creado una criatura tan buena y la catalogó como COLLIE. Y Dios le dijo al Collie:
-
¡Vete! Y que se haga según tu deseo.

Entonces fue a su Laboratorio y Dios creó al hombre.

Pero el hombre no sabe esto.

Esta bonita historia me la ha contado Shara, a quien ahora os presento. Shara hace muy poco que forma parte de nuestra familia. Su llegada a casa fue una sorpresa para todos. Fue uno de los regalos que recibió Rosa el día 28. Rosa nos quiere mucho a todos los collies, pero no esconde su debilidad por los tricolores. Por eso su alegría fue inmensa cuando le entregaron a Shara.
Shara es una “lady” con sangre de la aristocracia inglesa colliliana. Dice que es “Lynmead”, “Amalie”, “Camanna”... Yo no entiendo mucho de familias y le digo que se olvide de su “sangre azul”, que aquí todos la tenemos roja.
A Shara le está costando adaptarse a nuestra vida campestre, pero entre mi primo Ness (que ya le tira los tejos) y yo, la estamos espabilando...

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