miércoles, 20 de julio de 2011

PELEAS ENTRE HEMBRAS

Hace unos días presencié una pelea entre Kimba y Perla, las hembras más jóvenes de casa, y recordé una pelea con Edra, en nuestros días pre-menstruales, cuando yo era joven.

Kimba y Perla conviven sin problemas. Es más, son muy amigas. Y todos sus conflictos los resuelven por la ley de la jerarquía. Kimba es la mayor y Perla lo acepta con sumisión, no hay enfrentamiento.

¿Qué pasó, pues, ese día?  ¿Por qué se pelearon?

Porque las dos entraban en celo simultáneamente (un hecho habitual cuando conviven varias hembras juntas) y la presencia cercana de Ness, el macho, las alteró e iniciaron una lucha por quedarse con él.


Mi familia humana quiso intervenir y parar la pelea, pero fue en vano. Estaban ya muy excitadas y decidieron dejarlas solas y que se las apañen entre ellas. Cuando terminaron había mucha sangre (la sangre no llegó al río). Por suerte, como la naturaleza es sabia, solo fue eso: sangre y unos cortes pequeños. Ellas no querían hacerse daño, querían al macho.

Para los humanos, la señal de que estamos en celo es cuando veis que sangramos por la vulva, pero, en realidad, nuestro celo empieza unos días antes de que veáis las primeras gotas de sangre. Tenedlo muy presente para  que “entendáis” nuestro cambio brusco de carácter… y para impedir enfrentamientos, ya que las peleas entre hembras son las más peligrosas y lo más importante ante la posibilidad de conflicto es intentar evitarlo.

El cambio de carácter no nos gusta, pero es una realidad. A veces más notable, a veces menos. Nos volvemos irascibles, hipersensibles, ansiosas, fastidiosas... Es una cuestión hormonal que nosotras no podemos controlar.


 Y lo que más lamento es que varias hembras en celo podemos alterar la paz de la manada en minutos y pelearnos por cualquier tontería: la comida, un palo, una caricia…

Mi sorpresa ha sido enterarme que a las hembras humanas, a veces, les sucede algo parecido: cambios de ánimo y oscilaciones de carácter. Vaya rollo. ¿Y esto cada mes?

De todas formas, ahora que ya soy una collie madura, pienso que no solo es la menstruación. Determinadas estaciones del año suelen a menudo alterar mi conducta. La primavera ("la primavera la sangre altera") y el otoño con su caída de hojas, son las épocas en las que también me siento alterada. También puede alterarme la proximidad de una tormenta o el viento.

Muchas veces yo misma me doy cuenta que estoy a la que salto sin necesidad de que me contraríen. Y si tuviera que dar una explicación a ese sentimiento, no sería capaz de expresarlo ya que no hay estímulo que lo desencadene, simplemente siento ganas de morder a alguien…



Las mujeres lo tenéis mejor. Sois humanas, racionales. Normalmente vuestra riqueza interior, la buena armonía con una misma, equilibra bastante esos habituales desórdenes. Vosotras  podéis controlarlos en aquellas ocasiones que podrían tener un gran efecto nocivo para vuestra vida. Vosotras podéis  sentaros a solas con vosotras mismas y podéis preguntaros por el grado de satisfacción que os proporciona la vida que habéis elegido.

Las collies, no. Nos toca lo que nos toca. Y nos conformamos. Y aunque nos peleemos entre nosotras, l@s human@s sois nuestra razón de ser, porque  sólo tenemos una vida para vivir y queremos compartirla con vosotr@s.


 

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