Una pareja joven vino a vernos en moto. A los collies no nos gusta el ruido de las motos y los ladridos fueron generales cuando la moto se detuvo delante del portal de casa. Cuando apagaron el motor, se acabaron los ladridos. Tocaron el timbre y nuestra familia abrió la puerta. Una chica joven, de baja estatura, avanzó hacia los primeros collies del grupo, evidentemente las más jóvenes, Nina, Perla y Kimba, que la recibieron con gran alegría, para satisfacción de la joven, cuya ilusión desde niña era tener uno...
Minutos más tarde, su acompañante, un hombre con gafas de sol, se acercó y entonces Ness estalló en ladridos agudos, con los ojos redondos, las pupilas dilatadas y los morritos ofensivos… Amy hizo lo mismo, y Kimba, y Weiss, y Venus, y yo misma… hasta la pequeña Nina, con apenas 6 meses, dejó de jugar con la chica y se puso a ladrar.
Nuestra familia reaccionó rápido y le dijeron al chico, que se había quedado quieto como una estatua:
- ¿Puedes quitarte las gafas de sol, por favor?
Se quitó las gafas y todos nos fuimos calmando poco a poco.
En general, los collies somos desconfiados por naturaleza con las personas desconocidas, y solemos ser más desconfiados con los hombres que con las mujeres. Según las circunstancias, algunos collies podemos reaccionar relajados cuando se nos aproxima una persona y con unos ladridos nerviosos, incluso agresivos, cuando se nos acerca otra.
En este caso, la chica era bastante más baja que el chico y caminó hacia nosotros con las manos pegadas al cuerpo y con una cara que irradiaba alegría. Muy bien. Él, en cambio, apareció gesticulando con las manos, caminando torpemente y… con gafas de sol. Además no le gustan las mascotas. Mal para ir al encuentro de unos perros que no te conocen. Las gafas de sol nos parecen enormes ojos oscuros con pupilas totalmente dilatadas, que nos dan un miedo especial. Cuando se sacó las gafas nos dejamos acariciar, aunque él no nos hizo ni caso.
Ness y Kimba, en guardia, en la playa nudista del Borró |
Entonces recordé un caso similar que me comentó Kimba. Fue este invierno en una excursión junto a Ness por un camino de ronda del Norte de la Costa Brava, cerca de Llançà. Ness y Kimba seguían el camino que une las diferentes calas del Borró, un área nudista. Evidentemente en invierno las playas están vacías, pero ese día de finales de enero hacía un buen sol y de repente apareció de frente un hombre totalmente desnudo con una gorra en la cabeza y… gafas de sol. Ness se detuvo, levantó los labios, enseñó los dientes y empezó a gruñir. Kimba, en un principio, pensó que a Ness no le gustaba “aquello” que colgaba, hasta que se dio cuenta que no había para tanto. Kimba también se puso en guardia al observar que el “extranjero” llevaba puestas… gafas de sol.
Las gafas de sol hacen imposible leer la expresión de los ojos de una persona. Así como nuestros ojos son un excelente centro emisor de información y de sensaciones, sobre todo para nuestr@s dueñ@s, también los ojos y la cara de los humanos nos transmiten a nosotros muchísima información.
Las personas que han tenido o tienen un collie saben muy bien la cantidad de información que somos capaces de conseguir de su cara. Los collies podemos conseguir mucha información mirando a la cara de un individuo. Lo que vemos en ella puede que no siempre sea un reflejo exacto de lo que se le pasa por la cabeza y es posible que sólo nos dé parte de la totalidad, pero el estudio de las caras de las personas es una de las mejores maneras que tenemos para recoger información sobre el mundo que nos rodea. Por eso nos molestan tanto las gafas de sol.
Una de las razones por las que algunas personas dicen mantener unas relaciones alucinantes con su collie, es por nuestra confianza compartida en las expresiones faciales durante las interacciones sociales. Estas expresiones son ventanas a nuestras emociones más básicas. Como decía el Sr. Darwin hace mucho tiempo: “las emociones básicas de miedo, ira, alegría y rechazo son iguales en las caras de los perros como en las de los humanos”
No hay secretos para nosotros. La expresión de la cara es muy difícil que nos engañe. Porque los músculos de la cara son difíciles de controlar de manera consciente: las cejas pueden cambiar un poquito cuando las personas sienten preocupación, enfado o miedo, pero no se pueden realizar grandes movimientos de forma consciente como, por ejemplo, mover un brazo. Y todas esas expresiones o movimientos de la cara, no podemos interpretarlos adecuadamente en una persona desconocida, si lleva puestas… gafas de sol.
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