Los lobos usan su aullido para comunicarse, para llamarse, para señalar su territorio, para atraer a las hembras, para ahuyentar machos, para tranquilizar a sus crías… Pero su aullido también es música. Por eso nos ofrecen sus conciertos nocturnos rompiendo la noche, llenos de sentimiento, entre pausas y sostenidos, individuales o a coro, repletos de vida…
Los collies también aullamos. Ladramos más y aullamos menos que los lobos, pero también montamos nuestros conciertos nocturnos a base de aullidos, sobre todo en épocas de celo. Así está ocurriendo desde hace unos diez días en casa, con Amy y yo en pleno celo. En un extremo de la finca está mi padre Cap, en el otro, Ness. Y en el centro, Amy y yo, totalmente aisladas porque en esta ocasión nos toca abstinencia.
Aullar no es una de nuestras mejores habilidades, pero estas noches de luna nueva nos invitan a cambiar la rutina diaria. No me atrevo a precisar si nuestros aullidos son una señal puramente sexual o, más bien, un deseo de estar juntos, una actitud de rebeldía por un aislamiento impuesto, por nuestra libertad recortada…
El concierto siempre lo empiezan ellos, los machos, con aullidos largos y desgarrantes, que nos suplican: "Reúnete conmigo"…
Nuestra respuesta es un aullido prolongado y sonoro: "Estoy aquí. Yo no puedo ir. Ven tú conmigo”... De vez en cuando añadimos un aullido entrecortado: “Me siento sola”…
No hay tristeza en estos aullidos. Los vamos repitiendo y combinando. A veces, en la lejanía, se unen los aullidos de otros perros. Es un concierto nocturno que resuena por todo el valle. No tenemos público, no hay aplausos, no molestamos. En torno a nosotros solo se ven las sombras que la noche desparrama por el bosque. Aullamos por placer, aullamos por necesidad, porque aullar nos descarga las tensiones, nos relaja.
¿Por qué no probáis de aullar los humanos?
Además de una terapia, aullar tiene algo de ritual, de regreso a vuestros orígenes salvajes, de comunión con el medio... Aullad y vuestras tensiones, vuestras inseguridades, vuestros miedos… desaparecerán.
Haced una prueba, pegad un aullido muy fuerte y veréis como os sentís mejor… Aunque vuestros vecinos piensen otra cosa.
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