“Enhiesto surtidor de sombra y sueño
que acongojas el cielo con tu lanza.
Chorro que a las estrellas casi alcanza
devanado a sí mismo en loco empeño.
Flecha de fe, saeta de esperanza...
Cuando te vi, señero, dulce, firme,
qué ansiedades sentí de diluirme
y ascender como tú, vuelto en cristales…”
Cuando te vi, señero, dulce, firme,
qué ansiedades sentí de diluirme
y ascender como tú, vuelto en cristales…”
(Gerardo Diego)
En
casa hay árboles muy variados, pero desde que cortaron el viejo nogal (ver post)
ninguno de ellos ha conseguido ser punto de encuentro de toda la manada. Ni el
arce, ni el prunus, ni el olivo, ni el fresno, ni el laurel, ni el tilo… han
conseguido sustituir al viejo nogal. Aunque yo sí tengo “mi” árbol. Es un abeto
y me paso muchas horas bajo sus ramas. Lo escogí porque es el árbol más próximo
al viejo nogal. Cuando lo cortaron yo era muy pequeña, apenas tenía 5 meses.
Recuerdo la tristeza en los ojos de las más veteranas. Aquella noche, junto con
mi hermano Ghost, que aún estaba en casa, nos acercamos a Kit para que nos
contara cosas del viejo nogal. “Lo han
cortado, -nos dijo Kit, pero no le
han arrancado las raíces por si toma
nuevos bríos y decide volver con nosotros... Ojala en la primavera podamos ver
brotes tiernos en su tronco carcomido…” Con la esperanza de que se
cumplieran estas palabras, permanecí muchas horas bajo el abeto, mirando el
tronco del viejo nogal, pero ya han pasado dos primaveras y el nogal sigue
igual, sin vida. Otra de las razones por las que he escogido este abeto es por
su situación estratégica. Desde aquí controlo el camino de acceso a casa.
Huelo, oigo y veo a lo lejos y soy la primera en tomar decisiones en cada
situación.
Hace dos años, la tala del nogal ante el Masjoanis. Hoy, Nina y "su" abeto. |
Yo,
tan curiosa como soy, nunca me había interesado por la historia de “mi” abeto,
hasta que hace unos días, apareció un
“tesoro” enterrado en el pie del abeto. Sucedió que Venus (3 meses), en una de sus
múltiples travesuras, le dijo a Swan (4 meses) que la ayudara a encontrar un
“tesoro”. Se fueron a escarbar en el tronco de “mi” abeto. Yo estaba tumbada en
el porche porque hacía mucho calor y las veía esforzarse. La pequeña Venus,
todo músculo, era la que más interés ponía.
“La tierra está muy dura y pronto
se cansarán de jugar” –pensé. Me quedé dormida hasta que oí un grito desde
la casa: “què esteu fent!”. Venus huyó
como una bala y Swan, detrás. Miré el tronco del abeto y vi un montón de
tierra. Del agujero salía un cable negro blindado con un enchufe en la punta.
¿Qué significaba? ¿Cómo supo Venus que ese cable estaba allí? Viendo el “trabajo”
que habían hecho las peques, pensé: “Nunca
subestimes las capacidades de un cachorro y menos si son dos”
Nuestra
familia salió de la casa y se enojó mucho al ver el resultado de la travesura.
Llamaron a Venus y a Swan. Ésta, con la cola entre las patas, los miraba de
lejos y no quiso acercarse. Venus, en cambio, muy obediente para ser tan
cachorra, acudió enseguida a la llamada. Les saltó alegremente y les lamió la
cara. Muy lista la muñequita. Nuestra familia quedó desarmada ante tantas
muestras de cariño, como si no hubiera pasado nada. No hubo reprimenda.
“Terremoto” Venus partió de viaje al día siguiente y espero que allá en Perú,
junto a las hermosas playas de Trujillo, canalice tanta vitalidad y sea feliz.
Venus y Swan en busca del "tesoro" en el pie del abeto |
Estos
días he ido indagando y nadie de la manada sabía de la existencia de ese cable
eléctrico. Hasta que hoy he podido hablar con Cap, el que más tiempo lleva en
casa, y ha ido recordando poco a poco:
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Cuando yo era muy pequeño, apenas tenía tres meses,
ese abeto lo cargaron de bombillas de colores por Navidad y las enchufaron en
ese cable eléctrico que habéis descubierto. Me dijeron que era el último año que
lo iluminaban porque el abeto había crecido mucho y ya no alcanzaban a poner
tantas bombillas. Por eso, en enero del 2002 enterraron el cable…
-
Mi amiga China me contó un día que ese abeto tiene
mucho significado para nuestra familia humana. Lo plantaron el año 1991, un día
en el que celebraron algo muy especial…
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Ese abeto lo compraron muy pequeño y durante 10 años
lo adornaron y fue el árbol de Navidad. Pero no es un abeto cualquiera, es un
ABIES MASJOANIS, una especie de abeto descubierta hace apenas 60 años en una
zona próxima.
2001: fue su último año como árbol de Navidad |
-
Masjoan es una magnífica masía del siglo XII donde la
familia Masferrer reside desde 1710, cuando Isidre Masferrer Corts (1684-1763)
la compró a los entonces propietarios de apellido Masjoan, que decidieron
probar fortuna en América. Masjoan está situada cerca del pueblo de Espinelves (Barcelona)
en medio del Montseny-Guilleries. Esta masía destaca por su localización, ya
que está rodeada de abetos y otros tipos de coníferas (58 especies diferentes)
que se han preservado desde medianos del siglo XIX formando un importante
arboretum al lado de la casa.
-
La familia Masferrer había introducido en la zona de
Espinelves una gran variedad de árboles, entre ellos el “Abies Alba”,
abeto autóctono del Montseny y montañas del sur de Europa y el “Abies
Pinsapo”, abeto espontáneo de Andalucía. Entre
los años 1950-1960, Nicolau Masferrer Pladelasala (1888-1962) y su hijo Jesús
Masferrer Torrent (1918-2006) se dieron cuenta de que se había producido una
hibridación natural entre las piñas de Abies Pinsapo con polen de Abies Alba,
formando una nueva especie que heredaba las mejores cualidades de cada uno de
sus antecesores. Jesús Masferrer se hizo cargo del descubrimiento y después de
contactar con diferentes asociaciones científicas especializadas, se enviaron
500 ejemplares a Madrid para su certificación, donde se confirmó el
descubrimiento. Este híbrido fue bautizado con el nombre de Abies Masjoanis (Abeto de Masjoan,
según la declinación latina).
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Cuando se hizo público y oficial el descubrimiento,
se escribieron diversos artículos en la prensa especializada del momento,
catalogando esta nueva especie como “el
más bello árbol de navidad” o “el
abeto más fuerte de Europa”.
El Abies Masjoanis en la actualidad. Tiene 22 años y mide unos 14 metros de altura. |
Hoy estoy
orgullosa de “mi” abeto, que ya tiene nombre: Masjoanis. Venus se fue al Perú sin saber el alcance de su última
travesura. Pero gracias a su tozudez por encontrar “un tesoro”, yo he
descubierto la historia de un árbol único. Su porte es piramidal, su tamaño podría
alcanzar los 50 metros
de altura. Sus ramas, más cortas conforme se asciende, tienden a orientarse
hacia abajo. Su
tronco es recto, cilíndrico, esbelto. Se trata de una de las más nobles
coníferas. El Abies Masjoanis es un
abeto ideal porque sólo pierde la hoja en rarísimas ocasiones y porque el
entrecruzado de sus hojas asimétricas refleja unas incidencias de luz
bellísimas.
(Fuente:
http://www.masjoan.com/)