viernes, 7 de junio de 2013

NIEVE EN JUNIO


Nieve en junio. Es un hecho excepcional y hay que vivirlo. A mí me encanta la nieve, pero esta vez me he tenido que retener porque me ha tocado hacer de guía y vigilante. Hay dos peques en casa que no sabían qué es la nieve y yo he apadrinado su bautizo blanco.

Ayer fue una jornada memorable. Swan, la rubita, y Venus, la trico, se lo pasaron en grande y no olvidarán esta experiencia que les ha reportado importantes beneficios: han respirado aire puro, han hecho ejercicio sin darse cuenta y les ha supuesto también una inyección de energía positiva increíble.

Nieve en junio. Una nieve diferente a la del invierno. El frío no es tan intenso, los rayos del sol calientan más y aparece un nuevo elemento: el agua del deshielo, inicio de un río que se va abriendo camino… Más abajo le llaman río Ter y desemboca en el mar Mediterráneo.

Swan tiene tres meses y medio y Venus aún no ha cumplido los tres, pero ambas demostraron tener el aguante físico necesario para caminar. Tres horas de ejercicio y no querían regresar.
 
-          “No os vayáis muy lejos, que no os quiero perder de vista”
-          “No te preocupes, Nina, que la nieve es muy blanca y destacamos mucho”

-          “Vamos hasta allá arriba y volvemos”

-          “Volvamos atrás, que aquí está muy inclinado y resbalo”

-          “¿Has probado la nieve?
-          “Me quema la lengua”
 
-          “Mira, allá nace un río”
-          “A que llego antes que tú”



-          “El agua está muy fría”
-          “Pues yo voy a saltar y así no me mojo”


-          “A la una…”

-          “A las dos…”

-          “... y a las tres"

-          “Sí, está muy fría…”

-          “Voy al sol a secarme”

-          “Es hora de regresar. Se acabó la fiesta”
 

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