lunes, 3 de agosto de 2009

LA LLEGADA DE UN CACHORRO A CASA

Cornelio, a punto de marchar hacia su nueva casa

Todavía estoy muy triste por la pérdida de DIA. No sé si algún día llegaré a superarlo. De momento, estos días paso muchas horas con mi hermano Cornelio. Él es muy divertido y me ayuda a no pensar en DIA. Ya ha cumplido los dos meses y está aprendiendo muy deprisa. Habla ya bastante bien. Es muy listo. Es hijo de Nut (como yo) y de Enate. Esta semana va a conocer a su nueva familia y su nuevo hogar. Está un poco inquieto y nervioso y no para de hacerme preguntas.
- ¿Gutaré yo?
- Claro que les gustarás. Ya te conocen por fotos.
- ¿Hay niñoz equeños?
- Sí, tienen una niña que se llama Maia y te está esperando con muchísima ilusión para jugar.
- ¡Eh! que yo no zoy un juguete.
- No te preocupes que sus padres han enseñado a Maia a tratar a los animales con cuidado y respeto y ya le han hecho ver que un cachorro no es un juguete, sino un ser vivo que necesita cuidados, descansar y dormir. Y serás uno más de la familia.

- ¿Ónde domiré?
- Tranquilo. Todo está previsto: el lugar donde vas a dormir, dónde vas a comer y beber, tus juguetes..., hasta el lugar para hacer tus necesidades antes no salgas a la calle.
- ¿Domiré zolo? ¿Y si engo miedo?
- Oye, Cornelio, la mayoría de los cachorros lloran y ladran las primeras noches, pero tú no. Ya hace días que te han acostumbrado a dormir solo. Por lo tanto ni se te ocurra molestar a tu familia la primera noche. Además, yo los avisaré para que no te hagan caso.
- ¿Si ze m’ezcapa un pipí ze enfadarán?
- No. No se enfadarán. Van a tener mucha paciencia contigo y más bien te ayudarán. Saben que se te puede escapar un pipí, pero te has de aguantar con las cacas y adaptarte a los horarios que te irán marcando para salir afuera.
- El oto día onocí a Maite. Me cocó y dijo que eztaba bien. Ambién me picó pa curarme. Zi me pongo malo, ¿habrá Maitez a onde voy a vivir?
- Claro que hay veterinario. Será una chica como Maite y pronto la conocerás.
- ¿Ponto? Zi no s’toy enfemo.
- Es igual. Dentro de unas semanas te han de revacunar.
- ¿Ota vez? ¿Y tambén me picarán en el cuello?
- No, el pinchazo en el cuello es una vez a la vida. Maite te infiltró bajo la piel un microchip de identificación. Pero las vacunas que te puso, hay que reforzarlas para que puedas ir por todas partes. Además la veterinaria quiere conocerte, ver tu cartilla sanitaria y marcarte un calendario de vacunaciones.
- Llum, me potaré bien, pero ¿y zi hago algo que no lez guzta? ¿Me caztigarán?
- No, Cornelio, tu nueva familia no va a utilizar ningún castigo para educarte. Más bien será al revés, y recompensarán tus actitudes positivas.
- ¿Y tú cómo lo zabez?
- Porque han tenido collies toda la vida y saben que somos muy sensibles y “a la fuerza” no se consigue nada.
- Pero d’ezto hace mucho y yo zoy un collie moderno.
- No, no, no. Te equivocas. Hace muy poco que murieron sus dos últimos collies. Por eso te están esperando con tanta ilusión.
- ¡Jo!, Llum, me van a compadar con elloz... ¿y zi no eztoy a zu altura?
- No te van a comparar. Tú no vas a sustituir a nadie. Tú eres tú, Cornelio. Flavio y Giácomo significaron mucho para ellos. Pero su corazón es muy grande y ahora han hecho un sitio para ti. Flavio y Giácomo, desde “allá arriba” así lo desean y quieren verte feliz.
- ¿Y qué he de hacer?
- Seguir los impulsos de tu corazón y cumplir con la misión del buen collie: hacer feliz a tu familia humana y proteger y cuidar a Maia.
- Gracias, Llum. Ya tengo ganaz de que llegué el gran día. Eztoy muy contento de tener una hermana mayor como tú. Ya t’ezcribiré y te mandaré fotoz. Oz hecharé de menoz a todos... Bueno zolo unoz diaz... poque zoy guapo y bueno y me querran enseguida...
- Guapo sí eres y bueno... me has de prometer que serás bueno.
- Zi, Zi, prometo... Llum, ¿qué ez prometo?
- ¡Ay, Dios mío!... En fin, pórtate muy bien...

Con nuestro primo Ness, su mejor amigo

Todos los cachorros se preocupan, como Cornelio, ante un cambio más o menos brusco de vida: dejar su entorno y pasar a un hábitat completamente distinto... Y tendrá que ser su nueva familia la encargada de sustituir a sus anteriores compañeros de juego y a su madre, debiendo ofrecerle protección y confianza. Hay que proporcionarle caricias, juegos y elogios.

Al llegar a su nueva casa, el cachorro se sentirá desubicado y hasta contrariado. Tan pronto como llegue, hay que mostrarle el sitio donde dormirá y dejarlo que olfatee. Luego que investigue todo el lugar y se vaya acostumbrando a los ruidos y rutinas de la casa. Hay que tener especial paciencia en lo referente a que aprenda dónde ha de hacer sus necesidades. Y aquí juega un importante papel la paciencia de los integrantes de la familia, que tratarán de anticiparse a la necesidad del cachorro. Normalmente siempre hace sus necesidades después de comer.

Tal vez llore por la noche, sencillamente porque echa de menos a su madre y a sus hermanos. Por ello necesita muchos cuidados y cariño. Si el cachorro vive este período tranquilo y protegido, tendrá un desarrollo emocional correcto, sin traumas.

La llegada de un cachorro a casa es motivo de alegría, pero también de obligaciones. La educación del cachorro empieza desde el primer día y todos los miembros de la familia deben llegar a un consenso sobre la forma de llevarla a cabo.

Cornelio jugando con su madre Enate

Ningún cachorro nace educado, hay que educarlo. Aunque el carácter del perro viene en parte determinado por la genética, las experiencias con su madre y sus hermanos de camada y la primera fase de su socialización por parte del criador durante los dos primeros meses de vida, la mayor parte de sus pautas de conducta dependerán del aprendizaje que haga con su nueva familia.

Sean cuales sean las normas de educación establecidas, es importante que todos los miembros de la familia las sigan de la misma forma. Si se decide que el cachorro no suba al sofá o no obtenga comida de la mesa, todas las personas de la familia deben velar para que esas normas se cumplan.
En muchos casos, alguno de los miembros de la familia se salta las normas y permite que el perro haga cosas "a escondidas". Esta actitud (frecuente en los niños y en las personas ancianas) es sumamente perjudicial para su educación.
Los collies no somos máquinas cuyas acciones puedan programarse. El proceso de aprendizaje es progresivo y no está libre de errores. Si la conducta del cachorro no cumple de inmediato las expectativas, hay que darle tiempo. La paciencia es la clave para conseguir collies educados y con un temperamento equilibrado.

De izquierda a derecha: Yo (arriba), su tía Jolie, CORNELIO, su prima Amy, su primo Ness y su madre Enate

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