“Mi familia humana no me entiende. Estoy
viviendo tantos cambios que no sé quien soy ni para donde voy. Sus críticas no
me ayudan, sino que aumentan mi malestar. Además, me duelen mucho porque vienen
de quien más amo. Los procesos hormonales que afectan todo mi cuerpo me
producen una serie de sensaciones que ni conozco ni sé manejar, alterando mi
estado de ánimo sin que lo pueda controlar.
Hasta hace poco estaba siempre
pendiente de mi familia humana, pero últimamente empiezo a ignorar sus órdenes
y me hago el sordo. Estoy muy disperso y reconozco que mi capacidad de atención
es muy baja. Me siento confundido. Por una parte, siento timidez y me asusto
por cosas que hace unas semanas no me afectaban; por la otra, me siento con
mucha energía y me pongo chulo con otros perros.
Me molesta que mi familia alardee de lo
mucho que he crecido. Puede que haya alcanzado mi talla de adulto, pero soy
torpe y desgarbado. Y no me gusta que me dejen hacer todo lo que quiero, porque
me siento perdido, solo y abandonado. Quisiera gritarles: ¡Yo no me he vuelto
malo, simplemente me siento mal!”
Así
se expresaba hace unos días uno de mis hijos que me vino a visitar. Y es que
mis hijos han crecido y pronto cumplirán los nueve meses. Sus familias están
contentos con ell@s… hasta ahora: siempre acude cuando lo llaman, hace lo que
le dicen, buen carácter, debidamente socializado, etc. Y ahora, de repente, parecería
como si de la noche a la mañana se hubiera convertido en un revoltoso y
desobediente malcriado. Actúa como si se hubiera olvidado de todo lo aprendido.
Que
no piensen las personas que “la terrible adolescencia” es un fenómeno
exclusivamente humano. Los collies entramos en la adolescencia alrededor de los
seis-siete meses de edad. A partir de esta edad es muy posible que vuestro
collie se vuelva obstinado y desafíe vuestra autoridad. Tampoco debe extrañaros
que ya no se desviva por agradaros. Es un efecto secundario de la tormenta
hormonal que está conduciéndole hacia la madurez sexual. La buena noticia
es que la adolescencia pasa mucho más rápido en los collies que en las
personas.
La
adolescencia, esa faceta de la vida cargada de cambios, puede llegar a ser un
momento complicado, tanto para el collie como para su familia. El collie deja
de ser un cachorro de conducta ejemplar, para convertirse en un torbellino. Se
siente físicamente fuerte y su vitalidad e impulsividad están desbordadas. Comienza
a pensar por sí mismo y a probar su independencia.
Es
una época de desafío para tu relación con él, en la que empieza a dudar de tu
autoridad, echándote un pulso en cada orden que le das. En lugar de obedecer
automáticamente, ahora se pregunta “¿para
qué?, ¿qué me vas a hacer si no quiero?”
Al
collie adolescente no le es fácil controlar sus emociones. A veces serán desproporcionadas, saltándote encima en cuanto te ve, mordiéndote la ropa, ladridos
fuera de lugar, gestos bruscos. Hasta hace poco tu collie era un cachorro
inocente y ahora muestra una gran curiosidad, olfateando a todos los
ejemplares de su especie que pasan por su lado, incluso a los humanos en sus
zonas más íntimas.
Tu
collie adolescente necesita que todo el trabajo duro que has hecho hasta la
fecha para socializarlo, lo hagas aún con más ahínco. Continúa haciéndole
interactuar con diversos entornos, gente y perros. Sigue jugando con él,
premiando la buena conducta y reprendiéndole por la mala. Es importante no
sobreprotegerlo y actuar con firmeza, sin temor. Y ante la duda, aplicar el
sentido común será tu mejor opción.
TUC y PERLA, adolescentes en acción |
Y cuando su terquedad de adolescente se convierta en su arma predilecta, a los
humanos no os quedará más remedio que ganar la batalla con la misma arma: ser
más tercos que él. No tirar la toalla porque la adolescencia no durará siempre.
La
adolescencia es una transición. Un collie adolescente necesita guía y tiempo
para madurar. Su adolescencia es una condición temporal que los humanos han de
saber gestionar con autoridad y delicadeza, porque es la base que servirá como
cimiento para unas equilibradas relaciones en el futuro y una vida feliz
juntos.
Fuente: V.
DeGruy
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