lunes, 30 de mayo de 2011

TROY, UN ROUGH COLLIE CAMPEÓN DE AGILITY

Ayer salí de casa por primera vez después de ser madre. Fui a ver competir a mi hermano TROY en Agility y me emocioné mucho viéndole subir a lo más alto del podium en una prueba de mucho nivel. Al mismo tiempo me llevé una gran sorpresa al ver a mi hija KIRA, un mes después de separarnos. Acaba de cumplir 3 meses y me hizo mucha ilusión que me viniera a ver. Está muy crecida y muy guapa.

Cerca de casa, en Santa Coloma de Farners (Girona), se celebraron las grandes finales del Campeonato de Catalunya de AGILITY. El sábado se hizo la prueba por equipos, en la que TROY contribuyó a que su equipo, el Club Caní La Selva, consiguiera un meritorio 3 puesto. Pero lo mejor fue ayer, domingo 29 de mayo, cuando TROY se proclamó Campeón de Catalunya al ser el mejor en categoría individual. Un triunfo con un gran premio añadido: una  invitación para el "BRITISH OPEN 2011" de Inglaterra, que se celebrará el próximo mes de agosto.
Ejercicios de precalentamiento antes de salir a la pista
Ejercicio de concentración

TROY es un ejemplo a seguir para los amantes de los collies, sobretodo para aquellas personas que no les gustan las exposiciones caninas y quieren hacer ejercicio con su collie.

Para collies activos y personas deseosas de llevar a cabo alguna actividad con ellos, no hay nada mejor que el Agility, una práctica deportiva cada vez más popular en nuestro país. TROY me contaba ayer:

-          Con el Agility me divierto mucho, me relajo y canalizo energías. Gracias al Agility estoy sano y fuerte y soy extremadamente obediente y sociable.

-          ¿En qué consiste el Agility?

-          El Agility de competición está dividido en categorías según el tamaño del perro. Se trata de que el perro recorra, guiado por su dueño, un circuito superando distintos obstáculos. Ello nos supone poner a prueba nuestra inteligencia, obediencia, concentración, agilidad... Debemos hacerlo en el orden indicado, cometiendo el menor número de fallos y dentro del límite de tiempo establecido por el juez. Dicen que hay ciertas razas de perros que están especialmente dotadas para este deporte, como los border collies, pero yo quiero demostrar que los Rough Collie también podemos hacerlo muy bien.

-          Tú acabas de lograr el Título de Campeón de Catalunya y estás demostrando un gran nivel. ¿Cómo lo has conseguido?

-          Como todo en la vida, con constancia, sacrificio, concentración, esfuerzo… Y gracias a Carles, que ha tenido mucha paciencia conmigo. Ahora estamos muy compenetrados y disfrutamos juntos, nos conocemos mejor y el esfuerzo físico y mental que hacemos es un placer.
Empieza el espectáculo: velocidad y elegancia
El juez, al más puro estilo escocés, también tuvo que correr
Máxima compenetración
Esfuerzo físico y mental. Ajustar el salto. Controlar las emociones. 
En cada momento, en cada paso, en cada esfuerzo, ahí está el podium
 TROY no para de recibir felicitaciones. Hace tiempo que está atravesando un gran momento de forma y ha estado entre los primeros en muchas pruebas. Pero el triunfo de ayer tiene mucho mérito porque en la pista estaban los mejores. Aunque esta vez los borders collies y pastores belgas no aguantaron la presión y fallaron.  Y vieron cómo un rough collie llamado TROY estuvo muy seguro y no cometió ningún error en una difícil pista marcada por el juez escocés Mr. Clive Hindersley (vestido con la típica falda escocesa). El propio juez internacional le felicitó y manifestó su alegría al ver, por primera vez, un  pastor escocés de pelo largo en lo más alto del podium.
Lo que ahora más desea TROY es que las personas que tenéis un collie os animéis a practicar agility. Él ha visto ya a 3 jóvenes hembras de color arena que están empezando y lo están haciendo muy bien, pero hacen falta más. Seguro que hay algún Club en la zona donde vivís que os orientarán encantados. También os puede ayudar el post “PRE-AGILITY” del 26/01/2010 en este mismo Blog
TROY no tiene antecedentes familiares en la práctica del agility. Es hijo de dos campeones de España e Internacionales, pero en Belleza, mi padre Sangtrait Capgros, CAP, y Un’e Edelweisse of Lowlands Green Valley, WEISS. TROY también probó las exposiciones de belleza, pero no le gustaron. Fue entonces cuando Carles le dedicó tiempo y le introdujo, con mucha constancia y paciencia, en el mundo del agility. Y ahí están, compenetrados y felices.
 
Felicidades y gracias, TROY y CARLES.



jueves, 19 de mayo de 2011

UNA HISTORIA DE AMOR

“… Vivo actualmente en Perú, aunque viví muchos años en Alemania. A mi padre lo perdí hace tiempo y tal vez la mezcla de ese dolor i mis raíces judías, me llevaron a transcribir sus recuerdos. Eso ayuda a superar un dolor muy grande. Me gustaría que lo publicarais para que ayude a muchas otras personas a recordar a sus fieles collies…”
(Jorge González-Guija Peralta)



Poco a poco vuelvo en mí, la cabeza me duele y los músculos de todo el cuerpo los siento pesados y todavía siento un dolor de pecho que me hace sentir náuseas. Abro los ojos y veo que estoy en un cuarto que no es el mío, luego me doy cuenta que estoy en una habitación de hospital y poco a poco comienzo a recordar. Estaba en una cena con algunos familiares y pocos amigos. Claro, a mis 92 años, ya no se cuenta con muchos amigos y familiares, sobre todo siendo un sobreviviente de épocas de guerra. Sólo recuerdo que estábamos conversando sobre nuestra niñez y recordé a mi mejor amigo de la infancia: era un perro de raza Collie de pelo largo, con un hermoso cuello blanco y dorado el manto.

Siendo hijo único y viviendo en el campo, era muy común que tuviera un perro de compañía, pero este amigo fue algo más que eso. Recuerdo, como si fuera ayer, cuando me lo dieron. Fue en mi 9° cumpleaños y puedo ver todavía a mi abuelo llegar con una caja y decirme: "Israel, ahora tienes un nuevo compañero de juegos, cuídalo, que es tu responsabilidad". Y me entregó la caja. Al recibirla y ver su contenido, vi, en un primer momento, un par de ojitos cafés que se asomaban y me miraban llenos de dulzura. Y podría jurar que fue en ese momento en el que sentí que me daba todo su amor y confianza. Claro que para un niño de esa edad todo regalo significaba una alegría de primer momento, pero ese ser que me entregaba todo su cariño y amor estaría conmigo muchos años, acompañándome en todo momento y marcaría mi vida para siempre.

Ahora que me siento cansado y enfermo, cierro los ojos y todavía puedo ver el campo y la casita donde pasé mi niñez. Eran los años de 1939, y poco podría imaginar lo que se nos vendría encima. ¿Cómo podría un niño judío saber que en poco tiempo su tranquilo mundo en el campo cambiaría de una forma tan dramática?


Luego de recibir mis otros regalos y cansado de jugar con ellos, recordé al cachorro que había dejado en la cocina. Lo fui a buscar y no estaba, lo busqué por todo lado y grande sería mi sorpresa al encontrarlo dormido sobre mi cama. Al acercarme, volvió a mirarme con esa mirada penetrante llena de confianza. Me recosté a su lado y sentí su nariz fría buscando mi cara para darme un beso. Mi primera intención fue de retirarla, pero yo sabía que buscaba mi cariño y no la aparté. Me dormí a su lado y pude sentir que él también dormía tranquilo y seguro.

A la mañana siguiente me despertaron sus ladridos reclamándome el desayuno y jugar con él. Menos mal que eran vacaciones de verano y no tenía que ir a la escuela del pueblo. Me levanté, me vestí y salí corriendo a buscar un poco de leche que ya debería estar en la cocina para el desayuno. Mi abuela era una mujer que se levantaba muy temprano para comenzar a ordeñar las vacas, que eran los únicos animales grandes que teníamos. Debo de decir que éramos campesinos pobres, pero, eso sí, con mucha tradición, al menos eso era lo que decía siempre el abuelo: "Pobres, pero llenos de tradición, eso vale oro".

Mis padres habían muerto hacía mucho tiempo, cuando yo todavía era un bebé, y me recogieron mis abuelos a los que les debo haberme instruido en nuestra religión, sobre todo el abuelo que siempre tenía una cita del Talmut para reñirme o corregir mis travesuras.

Desde muy pequeño yo sabía que había una diferencia entre los niños del pueblo y nosotros. Recuerdo que cuando tenía 5 años le pregunté a mi abuelo que por qué no íbamos a la iglesia como las otras personas, a lo que me respondió: "Nosotros somos Judíos y no vamos a la Iglesia". Recuerdo mucho ese diálogo porque, en mi inocencia de niño, pensé que eso era algo malo o que tal vez era porque no me habría aseado bien, a lo que le respondí que ese día mis orejas estaban bien limpias y mi abuelo soltó una carcajada que retumbó en toda la casa. Sólo me basta cerrar los ojos para escuchar esa risa nuevamente.

Esa misma mañana decidí ponerle nombre a mi perrito. Hice una lista con un sinfín de nombres y no podía decidirme. Debía ser uno que fuera con su carácter, lleno de vida y gracia, pero no me decidía por ninguno. Entonces me dirigí a la abuela para pedirle consejo y me dijo con suma dulzura: "Debe ser un nombre que lleve con orgullo y que todos lo respeten".

Me puse a pensar toda la noche y recordé que, en el pueblo cercano, una vez vi pasar a un señor muy elegante y que todos saludaban con mucho respeto. Al preguntarle a mi abuela quién era, me respondió que era el dueño de casi todo ese lugar y que era un Conde que vivía en un castillo en una colina, y entonces se me ocurrió el nombre de GRAF. Sí, ese seria el nombre que le pondría a mi cachorro. Salté de la cama y fui corriendo a la cocina donde estaba el cachorro y lo encontré justo en el momento en que se abalanzaba sobre las pantuflas del abuelo, que siempre estaban cerca de la estufa, “¡Graf! ¡Alto!” -grité, y el cachorro se detuvo en el acto y me miró con curiosidad. “¡Graf, aquí!” -volví a gritar y él me miró y girando un poco la cabeza se me acercó, y moviendo la cola, reconoció que ese sería su nombre de ahora en adelante.

Pasaron los días, las semanas y los meses y Graf creció rápidamente. Ya no era un cachorro torpe, sino un perro de un hermoso pelaje largo y sedoso. Todos en el pueblo lo conocían y era raro vernos separados. Juntos íbamos a todos lados, a recoger leña, llevar a las vacas al monte... Y cuando llevamos los huevos al pueblo, a venderlos, todo era alegría y tranquilidad en nuestro pueblo. Pero eso se acabaría muy rápido...

Recuerdo que un día que estaba con Graf y la abuela, llevando los huevos, unos niños se nos acercaron y comenzaron a tirarnos piedras y decían: “¡Fuera judíos, fuera!” Mi abuela me abrazó rápidamente para protegerme, pero Graf dio unos saltos y ladrando fuertemente los ahuyentó. Esa fue la primera vez que lo vi agresivo y protector. Y no sería la última vez que me protegería de otras personas.

Cuando regresamos a casa mis abuelos conversaron en voz baja y muy seriamente. Yo solo podía darme cuenta que algo raro pasaba y procuraba quedarme quieto en la cocina con Graf en los brazos, que por su mirada, también parecía darse cuenta de que algo sombrío se posaría sobre nuestras vidas. A la semana siguiente mi abuela no dejó que fuera con ella para dejar los huevos. Dijo que sería mejor que fuera sola y que podía ir con Graf al bosque a jugar, pero que no me adentrara mucho, puesto que ya estaba cambiando el clima y se hacía sentir el frío de otoño.

Me parece mentira, que después de tantos años, todavía pueda sentir las hojas secas bajo los pies y poder escuchar las pisadas de Graf cerca de mí, corriendo a orillas del río. Luego de jugar un rato y perseguir alguna liebre, regresamos a la casa. Al llegar vi sobre la mesa la canasta de huevos llena y busqué a la abuela y no la encontré en la casa. Salí hacia fuera y estaba detrás de la casa con la cara triste y con rastros de haber llorado. Me miró y me dijo: "¡No quiero que vayas al pueblo sólo, prométemelo!" Yo solo atiné a decirle que sí. Luego al llegar el abuelo volvieron a hablar en voz baja y triste. Durante muchos años no supe qué había pasado, después me enteré que no le dejaron vender los huevos y que la policía había cerrado algunos negocios judíos.

Después de ese incidente llegaron más. Nos llegó un comunicado que ya no podía ir a la escuela y que debía de llevar una estrella de David en la solapa. Mucho se enojó mi abuelo cuando le pregunté si Graf también debía hacerlo. Yo era un niño, ¿cómo podría saber lo que se nos vendría luego encima?

Una noche me despertaron los ladridos de Graf y el ruido de la calle. Me levanté como pude y vi a mis abuelos vestidos y al lado de la puerta unas maletas. Recuerdo que con voz temblorosa mi abuelo me dijo que me vistiera con lo más abrigado que tuviera. Rápidamente me vestí y le puse la correa a Graf para llevarlo conmigo. Mi abuelo me vio ya vestido y con Graf al lado, me dijo: "No, él se queda". Sería mi cara o mis lágrimas que aparecieron, a lo que la abuela dijo: "Déjalo es mejor llevarlo, a lo mejor nos protegerá". Todavía no entendía a lo que se refería, solo me alegraba poder llevar a mi compañero de juegos. Salimos muy calladamente y vi que alrededor nuestro otras sombras se nos acercaban. Graf parecía entender la situación y estuvo muy callado, pero no se apartaba de mi lado ni un segundo. Luego de caminar unos momentos que me parecían una eternidad, mi abuela se me acerco y me dijo:

- "Israel, ahora ya no eres un niño, debemos de dejar la casa, otras personas vivirán allí, y debes de ser muy valiente. Trataremos de llegara a Suiza para poder estar a salvo".

- "¿A salvo de qué"? -pregunté.

- "Mi pequeño, hay gente que no nos quiere y, para evitar ser transportados a otro lugar, debemos de salir lo más rápidamente".

Después de esa corta conversación seguimos caminando muchas horas hasta que salieron los primeros rayos del sol. Ahora sí podía ver a las demás personas. Todas estaban vestidas de negro, hombres y mujeres. También había niños con ellos. Todos nos mirábamos con recelo, temor y, a la vez, con compañerismo, como si compartiéramos un secreto común.

Algunos niños, al ver a Graf, se me acercaron y me pedían si podían acariciarlo. Al comienzo no quería, pero luego me di cuenta que de todas maneras lo harían, por lo que dejé que lo tocaran. Graf movía la cola de contento y aceptaba que lo mimaran. Me parecía que gozaba con la atención que le daba tanta gente, hasta que en un momento se puso tenso y comenzó a ladrar al escuchar ese ruido que llegaba de algún lugar del cielo. Traté de hacerlo callar, pero sus ladridos eran cada vez más intensos y trataba de apartarme a un costado de la carretera. Luego todo pasó como un rayo. Vi que mi abuelo, con cara pálida, me dijo: "¡Corre Israel, corre!". Luego sentí un zumbido ensordecedor y unas explosiones, todo se llenó de negro y sentí que volaba por los aires, como un muñeco de trapo...

No sé cuánto tiempo estuve tirado en la tierra. Solo sentí un olor fuerte, como nunca en mi vida había sentido. Me senté, primero vi todo oscuro y un gran silencio a mi alrededor. Me paré y me volví a caer, mis piernas no me resistían, todo mi cuerpo temblaba, y busqué con la mirada a mis abuelos, pero no estaban. Solo habían unas manchas irreconocibles por todo el lugar, luego me di cuenta que eran cuerpos humanos, pero parecían muñecos sin forma tirados por la carretera. Me asusté y corrí hacia el bosque. No recuerdo cuánto tiempo, solo corría sin rumbo y lloraba, hasta que sentí un tirón en mi pantalón, era Graf. Primero pensé que era otro perro, porque estaba todo negro por el humo. Pero luego lo reconocí, lo abracé y lloré mucho rato. Debí de haberme quedado dormido, pero no sentía frío. Graf estaba a mi lado y con su cuerpo me protegía del frío. Me sentía tranquilo de tenerlo a mi lado, pero luego recordé a mis abuelos y comencé a llorar de nuevo. Recuerdo que Graf se me acercó y me miró con unos ojos que podría creer que me hablaba. Hasta sentí cómo una voz que salía de esos ojos: "No temas, yo te protegeré con mi vida, si es preciso". Sé que eso no es posible, pero para un niño en esa situación era comprensible creerlo.

Ya no me sentía solo. Estaba Graf conmigo y sabía que me cuidaría de todo peligro. Pero no sabía a dónde ir, qué dirección tomar y sobre todo qué sería de mí sin mis abuelos y nada que comer. Solo recordaba la voz del abuelo que me decía: "El bosque te protegerá, el te dará todo lo que busques". Claro que hubiera querido haber estado con él, pero me debería de conformar con la compañía de Graf. Aparte de eso, algo me decía que estaría más protegido con mi perro que con cualquier persona.

Después de caminar mucho y no saber a ciencia cierta a dónde dirigirme, comenzó a dolerme el estómago y me di cuenta que no había comido nada desde hacía mucho tiempo. Al parecer, Graf se dio cuenta de eso. Cómo, no lo sé, pero comenzó a oler con más insistencia el aire y en un momento dado salió a toda carrera hacia unos arbustos y solo pude escuchar unos ruidos y chillidos. Me asusté y lo llamaba insistentemente. Al poco tiempo salió feliz, moviendo la cola muy contento y con un conejo en la boca. Bueno, al menos tendríamos algo para comer.

Después de comernos la carne, me tocaría buscar un lugar donde dormir. Nos pusimos a buscar un lugar donde protegernos del frio y de otros animales. Luego de buscar por largo rato, encontramos una madriguera de lobos, abandonada. Me metí a rastras y detrás mío Graf, que inmediatamente se acomodo en el fondo y yo a su lado buscando su calor y protección. Él me miró y luego de lamerme la cara un buen rato, nos quedamos dormidos.

Debo de haberme quedado dormido porque me ha despertado una enfermera para tomarme la temperatura y revisar los aparatos a los que estoy unido y que controlan todos mis signos vitales. Me ha hecho una sonrisa y ha vuelto a salir. La verdad es que me ha molestado que me interrumpan porque estaba sumergido en mis recuerdos. Es raro pero sentía la presencia de Graf a mi lado, a pesar que hacia tantos años que me había dejado. O ¿me seguiría protegiendo?


No sé cuántos días pasaron, solo sé que estando junto a Graf no me sentía asustado y gozábamos de esa libertad que solo un niño y su perro pueden gozar, a pesar de la situación. Pero a esa edad, todo es fácil de llevar. Fueron días de completa libertad. Iba de un lado a otro con Graf, que desarrolló un sentido especial para saber cuándo tenía hambre. Y sin decírselo, se lanzaba a buscar la comida y regresaba siempre con algo en la boca, que yo me apresuraba a prepararlo para ponerlo al fuego.

Deben de haber sido varios días que estuvimos dentro del bosque porque mis zapatos estaban destrozados y mi ropa también y pensaba que ya era hora de comenzar a buscar a alguien que me informara qué había pasado con mis abuelos después del ataque de esos aviones a la gente que estaban en el camino. Decidí subirme a una colina y buscar alguna señal de humo que me indicara la presencia de personas o de algún pueblo para poder dirigirme a esa dirección.

Vi una colina y me dirigí a ella para ver mejor y, como siempre, Graf me guiaba por el camino para no tropezar y caer. Pudimos ver una columna de humo no muy lejos de donde estábamos. Graf olfatea el aire y moviendo su cola me indicaba por dónde ir. Luego de caminar un buen trecho, Graf se detuvo repentinamente y se puso tenso. Yo quise seguir pero me detuvo interponiendo su cuerpo para no seguir. Nunca había hecho eso y presentí que no debía seguir, pero mi curiosidad pudo más y seguí. De pronto, me encontré con un grupo de soldados, pero estos no vestían el uniforme que algunas veces había visto en el pueblo, sino uno negro con unas raras barras en el brazo. No sé, pero me dio temor y Graf no dejaba de gruñir muy bajo para no llamar su atención. Primero quise ir hacia ellos para que me ayudaran, pero recordé que algunas veces en el pueblo, cuando íbamos con mi abuelo, había gente extraña que nos insultaba y teníamos que bajar la cabeza y apresurar el paso. Solo Graf les ladraba, y, ya a buena distancia, escuchaba decir a esas personas: "¡Cerdos judíos!". Mi abuelo no contestaba nada, solo me tomaba de la mano y en voz baja me decía: "Camina tranquilo Israel, ya pasó, ya pasó".

Tal vez fue ese miedo a los desconocidos lo que impidió que me acercara a esa gente. Aparte de eso, Graf me demostraba a todas luces que no debía confiar en ellos, a lo que decidí retroceder y ocultarme nuevamente en el bosque.


Pasaron más días en el bosque con mi fiel Graf. Había momentos en que me parecía que me hablaba, a lo que yo contestaba. Buscábamos juntos la comida y hasta pescábamos en un arroyo. Puedo ver a Graf cómo se metía al agua y salía con un pez en la boca moviendo alegremente la cola y chorreando agua por su hermoso pelaje dorado, que a los rayos del sol parecía de oro. Y después de unas fuertes sacudidas, escurría toda el agua. De más está decir que para entonces yo estaba todo mojado por las salpicaduras.

Así pasaron más días hasta que encontramos a un campesino recogiendo frutas silvestres. Ahora me río recordando su cara cuando nos vio. Se pegó un gran susto el pobre y no era para menos. Mi apariencia debía de ser chocante, no tenía zapatos, sino los pies envueltos con piel de conejo. Y mi ropa, si se podía decir ropa, estaba toda destrozada. Y tenía un sombrero de ramas. A eso sumándole la apariencia de Graf, parecíamos personajes sacados de un libro de cuentos.

Me preguntó qué hacia solo en el bosque, a lo que contesté que no estaba solo, que tenía a Graf. Y al preguntarme mi nombre le conteste: "Israel Guija". "¿Eres judío?" -me preguntó. Le contesté que sí, que había perdido a mis abuelos y que estaba en el bosque hacía mucho tiempo. Me contestó que sí sabía de un ataque a unos campesinos judíos por aviones, pero hacía mucho tiempo, más de dos meses de eso. ¿Hacía tanto tiempo que estaba con Graf en el bosque? Me llevó a su casa y me presentó a su esposa, una mujer grande y gorda que al verme pegó un grito y soltó las cucharas de palo que tenía en la mano. Miró a Graf y antes de que dijera nada, le dije que era lo único que tenía en este mundo y que no haría daño a nadie.

No recuerdo cuánto tiempo me quedé con esa buena gente, creo que fueron varios años. No recuerdo, solo sé que me trataron como a un hijo. Me alimentaron y cuidaron de mi hasta que tuve edad suficiente para valerme solo. Ya para esa época Graf solo se echaba al sol, ya no perseguía a las liebres o zorros del lugar, pero su mirada hacia mí estaba llena de amor y eran como dos llamitas de fuego diciendo: ¿Recuerdas esto? ¿Recuerdas lo otro?

Una mañana de primavera, al salir el sol, lo encontré, como siempre, echado en la entrada de la casa, pero esta vez no movió la cola al acercarme. Un frío helado me recorrió la espalda y al acercarme más, me di cuenta que Graf, mi amigo y protector, ya no estaba con nosotros. No lloré, solo me senté a su lado y tomando su cabeza sobre mis piernas, lo acaricié pasando mi mano sobre su pelaje. Vi cómo los rayos del sol calentaban todo a mi alrededor. No sé cuánto tiempo estuve así, solo acariciándolo, hasta que decidimos enterrarlo en lo alto de la colina, donde podría tener la mejor vista de todo el valle.

Ahora que estoy viejo, puedo decir que nunca tuve un amigo más fiel que él. Tuve otros perros Collie, pero nunca como mi Graf. Solo espero que algún día lo vea aparecer frente a mí y entonces sabré que será hora de irme con él, a recorrer nuevamente los bosques. Y esta vez, será para siempre.

Con amor, para Graf


viernes, 13 de mayo de 2011

NOOR


Os presento a NOOR. Mi hija NOOR es la escogida este año para ayudar a la ONG Sonrisas de Bombay.
Todo empezó cuando nuestra malograda LLUM se leyó de un  tirón el libro de Jaume Sanllorente (ver el post de 8 de junio de 2009). Su tozudez se convirtió en una exitosa realidad el año pasado cuando ofrecieron por KARUNA, nuestro primer collie solidario, 1.265 € destinados íntegramente a Sonrisas de Bomay 

Esperamos que este año, a pesar de los tiempos difíciles que estamos pasando, alguna persona generosa se interese por nuestra collie solidaria y se lleve a su casa a la bella y cariñosa NOOR,  haciendo a la vez felices a los más desvalidos de Bombay.

¿Sabéis, los humanos, qué pueden significar hoy los 1.000 €, por ejemplo, que se podrían pagar por NOOR, para los proyectos educacionales de Sonrisas de Bombay?... 

-          Se podría pagar la escolarización en guarderías de 30 niños durante 3 meses.

-          Se podría pagar el alquiler de una guardería durante dos cursos.

-          Se podría pagar el material escolar de un curso escolar a 220 alumnos de primaria.

-          Se podrían pagar 315 mochilas para ir al cole.


¿Por qué NOOR? NOOR significa LLUM (Luz). Pero le hemos puesto el nombre de NOOR, en recuerdo a la niña que conoció Jaume Sanllorente en su primer viaje a Bombay, y que fue la gota que desbordó el vaso de su generosidad. Los olores, los colores y las sonrisas de los niños le estaban fascinando, pero NOOR le impactó tremendamente y le hizo llorar. Esas lágrimas no tenían vuelta atrás. Empezaba a gestarse Sonrisas de Bombay… 
  

La mezquita de Aji Ali me pareció uno de los paisajes más hermosos de Bombay… Sus minaretes, que sobresalen del templo en medio del mar, son de una gran belleza, especialmente en las horas más bajas del día, cuando se pone el sol y las primeras luces de los edificios de la ciudad hacen su puesta de largo.

A pesar del esplendor del edificio, el recorrido por el pasaje de piedra encima del mar que es preciso cruzar para llegar a la mezquita no es, ni mucho menos, agradable. Decenas de personas con las extremidades amputadas piden caridad al visitante, a la vez que claman piedad a su dios Alá. Y, en medio de aquel espantoso entorno, una niña hermosa y viva que me observaba fijamente. Estaba sentada en el suelo. Llevaba un vestido de color Burdeos con ribetes de puntilla que tiempo atrás fueron blancos…

-          ¿Cómo te llamas? –le pregunté.

-          Noor –dijo con voz muy nítida.

-          ¡Noor! ¡Qué nombre más bonito! Significa luz, ¿verdad?

-          Sí –respondió pizpireta, sabiéndose poseedora de un nombre preciado.

-          ¿Cuántos años tienes?

-          Diez

-          ¿Y no vas al colegio? –le pregunté estúpidamente, conociendo la respuesta que obtendría.

-          No, mi madre trabaja aquí y yo estoy con ella. Pedimos dinero a los turistas.

-          ¿Te gustaría ir a la escuela?

-          Sí, pero yo no puedo. Estoy aquí y ayudo a mi madre, no puedo ir a la escuela. Ella ya me enseña –respondió mirando hacia el horizonte y dando por zanjado ese tema de conversación.

-          Noor, ¿te gustan los helados?
Fue su última visita turística. Aquí conoció a Noor. Al día siguiente estuvo en Karuna... y tomó la decisión que cambió su vida.
Noor giró su cabeza rápidamente hacia mí, asintiendo de izquierda a derecha al más puro estilo indio. Su expresión se tornó más infantil y alegre, y sus ojos, negros y penetrantes, irradiaban la ilusión que la mágica palabra “helado” había provocado en su estado anímico.

-          Ven, Noor, acompáñame a comprar un par de helados en esa tienda de allí.

En ese momento, Noor, que me miraba fijamente sin dejar de sonreír, se arremangó la falda y descubrió dos muñones ocultos hasta entonces bajo la tela. Alguien le había amputado las piernas a la altura de los muslos para que diese más lástima a la hora de mendigar, una costumbre extendida en la India que sufren los más pequeños, los más indefensos.

Fui a buscar el helado secándome las lágrimas como pude y juntos pasamos esa tarde, en medio del Mar Arábigo y de aquella injusticia que me sobrepasó completamente.

Del mismo modo que todo escenario tiene sus focos y toda calle tiene sus farolas, Noor, con la luz de su nombre y su mirada, alumbró el camino que yo estaba tomando sin saberlo aún…

(Jaume Sanllorente, “Sonrisas de Bombay. El viaje que cambió mi destino”)

Sonrisas de Bombay está compuesta hoy por un equipo de personas que quiere un mundo más justo y digno, centrando su objetivo en los sectores más pobres de la ciudad india de Bombay.

Actualmente unas 5.000 personas y más de 900 escuelas son beneficiarias de sus proyectos y da trabajo a 339 personas de la India, siguiendo en su línea de apostar por la creación de empleo entre las propias comunidades de Bombay.

La misión de un collie es sencilla y limitada: hacer feliz a nuestra familia humana. Pero vosotros los humanos podéis hacer mucho más. Empezad por leer el libro de Jaume Sanllorente “Sonrisas de Bombay. El viaje que cambió mi destino” y dejad que fluyan las emociones: amor, pasión, coraje, humildad, tolerancia, humanidad, fuerza, alegría de vivir…

Jaume y Sonrisas de Bombay están haciendo una gran labor y necesitan la colaboración de personas como tú. Con el pequeño esfuerzo de muchos, se puede lograr un mundo mejor para todos.

Como dice Jaume Sanllorente:

“Todos podemos pintar de blanco, por poco que sea, la negra pared del mundo del que tanto nos quejamos”.
Noor espera su nuevo destino

domingo, 1 de mayo de 2011

LOS PRIMEROS PASOS DE UNA RELACIÓN

Soy KIT y ya vuelvo a estar al frente del Blog. Mi maternidad y cuidado de los cachorros ha ido muy bien y ya han terminado mis obligaciones. Han pasado más de dos meses y mis 5 hermosas “niñas” y los 10 cachorros de mi amiga AMY están ya preparados para emprender nuevas aventuras y continuar con su educación en sus nuevas familias. Jóvenes familias, con niños, y con muchas ganas de poner un collie en sus vidas, cuidarlo y educarlo.

Mis cachorros y los de AMY, a punto para partir

La llegada del cachorro al nuevo hogar y lo que suceda durante las primeras horas y días es fundamental para el futuro de una buena relación. Nosotras, Amy y yo, hemos instruido a nuestros cachorros para que estén preparados para cumplir con una serie de tareas que la familia responsable les marcará desde el momento en que lleguen a casa.

La mayoría de los cachorros han viajado esta semana, con un importante bagaje de socialización. Vuestro esperado collie, por fin, acaba de llegar a vuestra casa. Tal vez mareado por el trayecto en coche y un poco desorientado. Para él es un cambio más o menos brusco de vida: se separa de nosotras, abandona su entorno, sus hermanos… Y tendrá que ser su nueva familia humana los encargados de sustituir a sus anteriores compañeros de juego y a su madre, debiendo ofrecerle cariño, amor, protección, confianza y educación. Sin prisa, pero sin pausa. Todo lo que se haga a partir de ahora ha de tener sentido para la familia humana y para el cachorro de collie que acaba de llegar. Son LOS PRIMEROS PASOS DE UNA RELACIÓN.

- ¿Qué hemos de hacer al llegar a casa?

Déjalo en el suelo para que empiece a olfatear. Muéstrale el sitio donde dormirá, que haga su primer pipí y marque así territorio. Cuando se tranquilice le ofreces agua y un poco de pienso. Espera un poco antes de presentarle  otros animales y personas, para que no se sienta intimidado. Evita los chillidos y achuchones excesivos de los niños.

En su primera noche, puede que llore, sencillamente porque nos echa de menos, en especial a sus hermanos. Debes tener paciencia. Much@s ceden al llanto del cachorro y lo dejan dormir con ellos. "Sólo por una noche" –exclaman. Grave error. Antes de actuar de esta manera deberían pensar que si se actúa de esta forma, la noche siguiente el cachorro llorará todavía con más fuerza. “¿Si la noche anterior llorar ha funcionado, por qué no va a hacerlo ésta?” –pensamos con cierta “lógica canina” los collies.

AMY y yo, con algunos de nuestros cachorros, a las 6 semanas

- ¿Y los días siguientes?

Si ayer la llegada del cachorro a casa fue motivo de alegría, hoy empiezan las  obligaciones. Y todos los miembros de la familia deben llegar a un consenso sobre la forma de llevar a cabo su educación. De esta forma ese pequeño cachorro se convertirá en un collie adulto educado y feliz. La educación de un cachorro comprende las 24 horas del día, los 7 días de la semana.

Los cachorros necesitan repeticiones, control y mucha paciencia. Y que vean en la familia alegría y buen humor. El comportamiento rutinario y previsible es la forma más segura de alcanzar una relación exitosa.

Con nosotros los collies, cada día os resultará más sencillo. Aunque podemos ser obstinados, también somos facilitadores. Tenemos una gran habilidad para captar y recordar nuevas instrucciones y cada uno de nuestr@s hij@s está preparad@ para interpretar vuestras indicaciones. Para ello, es importante no presionarlo en ningún momento. Dejad que experimente y se acerque por su propia voluntad. Y sed siempre positivos. Utilizad juguetes y premios, nunca castigos.

- ¿Quién marca las pautas a seguir?

La familia humana. Debéis tener las suficientes reuniones familiares como para aclarar las pautas a seguir en las nuevas situaciones que se irán presentando. Toda la familia, sin excepciones, debe participar de las normas que se decidan por consenso. Nadie debe saltárselas. Y luego actuar con coherencia. Si el cachorro no ve y no siente coherencia entre todos los miembros de la familia, se os complicará su educación.
Ese cachorro tan divertido que tenéis jugueteando a vuestros pies es un ser inteligente (más que algunos animales supuestamente racionales), pero necesita la ayuda de su familia humana: ponedle límites, sed repetitivos, pacientes y constantes.

La familia humana establece las reglas y debe enseñar al cachorro las normas de convivencia. Sin gritos ni violencia. Educación coherente y consecuente y siempre en positivo. Una educación basada en el tiempo, paciencia y mucho amor.

Os guste o no, alguien tiene que marcar las pautas a seguir en la familia, y nunca puede ser vuestr@ collie.
Algunos de nuestros cachorros en acción (6 semanas)